Portada » Filosofía » El pensamiento político de Hannah Arendt: entre la polis griega y la sociedad de masas
En el terreno filosófico, la influencia de Marx y Nietzsche dio lugar a diversas corrientes, como la filosofía analítica (centrada en el lenguaje), la fenomenología de Husserl (enfocada en la conciencia) y la filosofía del Ser de Heidegger (ser-en-el-mundo). Arendt conocía bien estas dos últimas corrientes. Tras el ascenso de Hitler al poder, Arendt inició un largo recorrido sin nacionalidad que la llevó a instalarse en Estados Unidos. El horror de la guerra y las secuelas del totalitarismo la llevaron a acuñar uno de los términos filosóficos más representativos de la época: la banalidad del mal.
Entre sus obras destacan: Los orígenes del totalitarismo, La condición humana y Eichmann en Jerusalén.
En Los orígenes del totalitarismo, Arendt analiza cómo diversos fenómenos políticos derivaron en los regímenes totalitarios que llevaron a la Segunda Guerra Mundial. Según ella, las causas fueron:
Estos elementos crearon las bases de una sociedad totalitaria, formada por una masa que acepta la violencia y renuncia a la participación en los asuntos públicos en favor del interés individual. Es lo que Arendt denomina pérdida del equilibrio entre el espacio público y el privado, que, en su opinión, había caracterizado la democracia de las polis griegas.
En las polis, el ámbito privado era el de la familia, donde la desigualdad y la necesidad eran aceptadas (la economía era controlada por el patriarca). Pero este patriarca también pertenecía al ámbito público, la política, donde la palabra, el diálogo, la libertad y la igualdad eran los principios fundamentales.
Para Arendt, la Modernidad no interpretó correctamente la democracia. La nueva sociedad burguesa, surgida de la Revolución Francesa y la Revolución Industrial, donde la economía prima sobre la política, provocó que parte de la población se desentendiera de la política al no sentirse representada. La economía se convirtió en lo más importante, alienando a gran parte de la sociedad en el consumo. Recordemos que Marx ya señaló la alienación del hombre por el trabajo y la plusvalía.
Arendt creía en el optimismo. Observaba los movimientos de los años sesenta en Estados Unidos (contra la Guerra de Vietnam y en defensa de los derechos civiles) como expresiones de una democracia interesada en lo público, pues solo en ese espacio existe la libertad.
Para Arendt, es crucial separar la economía de la política y fomentar la participación ciudadana, por ejemplo, a través de consejos de ciudadanos, una forma participativa que representa la democracia. Uno de los problemas de la democracia actual es que los partidos políticos se han convertido en instituciones de expertos que no representan a la sociedad. La finalidad de los consejos ciudadanos es que toda la sociedad se sienta representada. Esta acción nos recuerda nuestra responsabilidad de cuidar el mundo, conservar la memoria de las acciones y evitar el mal.
La política de Hannah Arendt se resume en la recuperación del ejercicio comprometido y responsable de la ciudadanía de las polis griegas, donde lo privado (desigualdad) se separaba de lo público (libertad). En el marco de la acción y el debate, el hombre puede acceder a la libertad.