Portada » Español » El juicio ordinario
Expresionismo
Importan más las realidades internas que las externas; además, no interesa explicar el mundo como es, sino como lo ve el artista. En otras palabras, la estética expresionista rechaza que el arte sea una mera representación de la realidad, sino que ha de revelar la realidad interior.
Como el artista ha de proyectar sobre la realidad sus tensiones espirituales, su yo angustiado y atormentado, su actitud provocará una visión trágica y deformada del mundo. La exteriorización de las tensiones internas del artista tiene como fin producir una fuerte impresión en el público.
Abundan los personajes extraños, las descripciones intensas y a menudo simbólicas, las caricaturas, los motivos grotescos, los rasgos distorsionados, la expresión cruda de ambientes y comportamientos, las situaciones absurdas y el uso libre del lenguaje, que no es raro que rompa las convenciones de la lógica.
La visión atormentada y frecuentemente pesimista de la realidad tiene sus precedentes en Kierkegaard, Dostoyevski, Ibsen, Nietzsche y Strindber
Futurismo
Fue fundado por el italiano Marinetti, que publicó en París, en 1909, su primer Manifiesto futurista. Partiendo de la ruptura total con el pasado y de la exaltación del «esplendor geométrico y mecánico del mundo moderno», son sus rasgos más carácterísticos los siguientes:
Admiración por la civilización mecánica y los progresos técnicos: las máquinas, la velocidad, los grandes inventos (el tren, el avión, la electricidad, etc.), el movimiento, los deportes…
Desprecio por los temas humanos y sentimentales: «El hombre no tiene ningún interés»; «El dolor humano no es más importante que el que siente una lámpara eléctrica en un cortocircuito». Ese repudio de lo sentimental, unido a la exaltación de la acción y la violencia, revelan la influencia de Nietzsche.
Destrucción de la puntuación ortográfica y de la sintaxis, supresión de los adjetivos, empleo del verbo sólo en infinitivo, etc., con el fin de conseguir el ideal de las palabras en libertad y un estilo rápido y dinámico
Cubismo
El Cubismo literario fue creado por el escritor francés Guillaume Apollinaire en 1913 como derivación del Cubismo pictórico (Picasso, Braque, Gris).
Fue la aplicación de técnicas pictóricas en la literatura. Esto se traduce en textos que se
asemejan al “collage” pictórico: se rompe el hilo del discurso, se mezclan fragmentos de escritos de distinta naturaleza, se juega con el tipo de letra, con la disposición tipográfica de los versos… Las composiciones más innovadoras fueron los caligramas de Apollinaire, en los que la distribución del texto formaba un dibujo ligado con este.
Dadaísmo
Las carácterísticas del dadaísmo son:
El dadaísmo parte de la negación absoluta de todo, incluso del arte y de la literatura; más que de crear, habla de destruir, de modo que sus actitudes están próximas al Nihilismo o al anarquismo. Ponen en tela de juicio todos los valores tradicionales de forma irreverente, provocadora, agresiva e irónica: «El más aceptable de los sistemas es no tener ninguno».
Así, propugna la duda sistemática, la burla y el humor corrosivo, la rebelión contra la lógica y el sentido común, la creación de un lenguaje incoherente que fuera reflejo de las contradicciones de la vida. Se trata, pues, de una fórmula de vida antes que de un movimiento literario. Una muestra de todo ello es la famosa receta de Tzara para escribir un poema dadaísta: tijeras, un periódico, el azar y cola de pegar.
En adelante, con estos presupuestos, cualquier cosa puede ser una obra de arte, puesto que lo importante es el acto de crearla o concebirla.
Surrealismo
Enumeraremos sus carácterísticas más destacables:
La obra de arte debe ser el lugar donde aflore todo aquello que, reprimido por las normas morales o sociales, se encuentra oculto en el interior de las conciencias. La función del arte, pues, debe consistir en explorar el subconsciente, liberando al individuo, como propugnaba Sigmund Freud, de esos impulsos reprimidos, y logrando un conocimiento que sobrepase la realidad visible.
Como método para acceder al subconsciente, proponen la escritura automática, que consiste en escribir al «dictado del pensamiento con ausencia de todo control ejercido por la razón y al margen de toda preocupación estética y moral». La escritura automática da como resultado un lenguaje ilógico para la razón pero cargado de sugerencias y evocaciones.
Se recurre a la imagen visionaria o metáfora surrealista, no basada en la lógica o la semejanza real sino en la asociación libre, ilógica e inesperada de ideas y palabras, como «el encuentro de un paraguas y una máquina de escribir encima de una mesa de quirófano».
Temas frecuentes del Surrealismo son el mundo de los sueños (en los que a menudo aflora, según Freud, el subconsciente), la atracción por lo inquietante y misterioso, la fascinación ante objetos extraños y seres enigmáticos, la magia, el fetichismo y el humor negro.
Se asocia al movimiento surrealista con un proceso de “rehumanización