tema descartesEl cogito y el criterio de verdad.
Una vez que Descartes ha expuesto las diversas fases por las que pasa la duda, la
Cuestión ahora es si hay alguna posibilidad de encontrar algo que, pese a todo, sea
Indudable; alguna certeza que resista todo el proceso de la duda. Pues bien, por más
Que nos engañemos en lo referente a la verdad de los juicios o las ideas que nuestra mente tiene, no nos podemos engañar respecto a que estamos realizando la acción de
Pensar, aun cuando lo pensado sea falso. Por pensar entiende Descartes cualquier
Actividad de la mente y por tanto: dudar, afirmar, negar, amar, odiar, imaginar o sentir;
Incluye por ende los razonamientos y las pasiones. De aquí que “pienso, luego soy”
Constituye una certeza que ni las más extravagantes suposiciones de los escépticos
Pueden socavar y escépticos son los filósofos que afirman como imposible hallar una
Verdad de la cual no quepa dudar.
Descartes es escéptico a la manera de Pirrón y Sexto Empírico en el planteamiento
De su filosofía, pero no en su desenlace en cuanto considera incuestionable la existencia de un sujeto pensante. La certeza del sujeto pensante fue ya formulada por
San Agustín en la Ciudad de Dios (XI, 26): “si me equivoco, existo” pero con una
Finalidad teológica, prueba de la Trinidad, que es ajena a Descartes.
La diferencia esencial con respecto a estos antecedentes del cogito radica en que en
Las meditaciones metafísicas y en El discurso del método forma parte de un
Planteamiento original en el que se problematiza la existencia de cualquier realidad
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Distinta del yo; es decir, el yo se convierte en el primer y fundamental principio de la Filosofía, en la incuestionable certeza sobre la que poder asentar todo el edificio del conocimiento. Podemos destacar cuatro aspectos importantes:
− En primer lugar que la naturaleza de ese yo no es otra que la de una cosa
Pensante y e inextensa. El cuerpo en cuanto cosa extensa es completamente distinto de la mente y se cuestiona su existencia.
− En segundo lugar que la afirmación “Pienso, luego soy” no es la conclusión del
Silogismo: “Todo lo que piensa, existe”, “yo pienso”, por tanto “yo existo”, sino que
El cogito es conocido mediante un acto mental simple y directo (intuición) por el que
Reconocemos como verdad incuestionable la conciencia de uno mismo cuando la
Duda es llevada hasta sus últimas consecuencias.
− En tercer lugar que el cogito es el primer principio de la filosofía comprendida en
Ella la física, pues la existencia de un mundo extenso y en movimiento será
Garantizada por una idea del sujeto pensante, la idea de Dios.
− Por último, que la afirmación “pienso, luego soy” tampoco es una premisa a partir
De la cual deducir otras verdades que serían conclusiones o consecuencias de la
Misma, sino que se trata de una verdad que se convierte en el modelo a partir del
Cual es posible descubrir cualquier otra verdad, en la chispa a partir de la cual
Queda encendida la luz natural de la razón. Por ello a continuación Descartes
Reflexiona a partir de la certeza encontrada, sobre el criterio que en general le
Podría servir para encontrar otras certezas.
Este criterio es la claridad y distinción con la que advierte que la afirmación “pienso,
Luego soy” es verdadera; claro es el juicio o la idea que se impone a la mente, que
Está presente y manifiesta plenamente lo que es y distintos son aquellos
Conocimientos que están perfectamente separados de los demás, pudiéndose
Diferenciar de los otros. El conocimiento que se expresa en juicios puede ser claro sin
Ser distinto, pero no viceversa. Se puede percibir claramente un dolor, por ejemplo, sin
Ser capaz de distinguirlo de las otras sensaciones que lo acompañan.
En El discurso del método y en las Meditaciones metafísicas, inmediatamente
Después de enunciar el criterio, Descartes señala una dificultad: es difícil dar lo que es
Conocimiento claro y distinto, a diferencia de lo que nosotros creemos que lo es sin
Serlo. Así ocurre con nuestra evidencia de la existencia exterior de las cosas sensibles,
Pero sobre todo en el caso de los juicios matemáticos, que podían ser erróneos pese a
Nuestra creencia en su claridad y distinción, como consecuencia de la existencia de un
Genio maligno que hubiese creado mi mente de manera defectuosa. ¿Cómo garantizar
Entonces que nuestras creencias subjetivamente claras y distintas son también
Verdaderas de manera objetiva?
La única garantía la proporciona la demostración de la existencia de un Dios bueno y
Veraz que acabe con la hipótesis de un genio maligno. Pero entonces nos
Encontramos con la acusación de razonamiento circular que le dirigíó acertadamente
Gassendi: admite que una idea clara y distinta es verdadera, porque Dios existe,
Porque es el autor de esa idea y porque es veraz; y por otra parte, admite que Dios
Existe, que es creador y veraz, porque tiene de Él una idea clara y distinta. Descartes
Responde que el conocimiento intuitivo no necesita de la garantía divina, sino sólo el
Discursivo, ya que podemos olvidar las razones que nos llevaron a cierta conclusión.
Pero si es así, entonces la hipótesis del genio maligno no presenta el carácter radical
Que parece le es otorgado por Descartes en las Meditaciones.