Portada » Magisterio » El Juego en el Desarrollo Infantil
Definición de Juego: La palabra «juego» se emplea como sinónimo de esparcimiento, diversión o recreo. Restringir el juego infantil podría llevar a plantear una visión distorsionada y empobrecedora de su función en el proceso de desarrollo y aprendizaje del niño. El juego puede definirse como una actividad innata, libre y espontánea encaminada a expresarse, aprender y divertirse, que cambia con la edad y el contexto sociocultural. Ayuda a conocerse a uno mismo y al entorno, expresar fantasías, socializar y aprender normas. Desde la perspectiva actual, el juego es un dinamizador de su desarrollo y un instrumento privilegiado para el aprendizaje.
Desde diferentes disciplinas se ha intentado realizar una definición de juego, pero no se ha llegado a un acuerdo. Es debido a que las variables del juego son múltiples. Vygotsky dice que el juego es una actividad necesaria para los seres humanos, teniendo importancia en la esfera social, siendo una herramienta útil para adquirir y desarrollar capacidades intelectuales, motoras o afectivas. Esta definición no deja de ser aproximada y no incorpora la totalidad de aspectos que lo definen de manera precisa. Para encontrar una definición más exacta, hay que centrarse en sus características.
Fue el primero en reconocer la importancia de la actividad del niño en sus procesos cognitivos de aprendizaje. Introdujo el concepto de «trabajo libre» en la pedagogía y estableció el juego como una forma típica que la vida tiene en la infancia.
Sus ideas sobre la educación se consideraron tan radicales y políticas que sus pedagogos fueron expulsados de Prusia. Fröbel fue el primer educador en hacer hincapié en el juguete y la actividad lúdica para aprender el significado de la familia en las relaciones humanas. Ideó los bloques de construcción. Sus ideas clave son:
Su función social era educar para la vida. El aprendizaje debía basarse en la experiencia personal de cada niño por medio del descubrimiento. Realiza a la vez tres corrientes que se encontraban en el origen del movimiento de la nueva educación: lo místico, lo filosófico y lo científico. El valor más importante es la libertad, pues debe respetarse la libertad individual del alumno y su originalidad para su mejor educación.
Su pedagogía considera el juego como una manera de enseñar habilidades a los niños. De esta forma los juguetes y el juego se convierten en elementos esenciales en la adaptación y el desarrollo social de los niños.
Formula dos objeciones al planteamiento de Gross:
Buytendijk pensó que el juego es consecuencia de las características propias de la infancia, que son completamente diferentes de las de la edad adulta. Otorga importancia a la función del objeto con el que se juega. El juguete es importante a la hora de analizar la actividad lúdica, debe ser conocido en parte por los niños y poseer varias posibilidades. El juego es una forma de expresar la autonomía del niño y está determinado por tres grandes impulsos:
Marca 4 condiciones que posibilitan el juego en la infancia:
Señaló 3 impulsos iniciales que conducen al juego:
Claparède definió el juego como una actitud del individuo ante la realidad. La clave del juego es la ficción. Para Claparède lo importante es la ficción que crea el juego y la manera en que el jugador transforma la conducta real en una conducta lúdica, a causa de esa ficción. Claparède afirma que el movimiento se da también en otras formas de comportamiento que no se consideran juegos. La clave del juego es su componente de ficción, Gross y Claparède establecieron una categoría llamada juegos de experimentación, en la que se agrupan los juegos sensoriales, motores, intelectuales y afectivos.
Freud al observar a un niño de año y medio en una situación de juego se dio cuenta de que él manifestaba experiencias repetitivas que habían sido desagradables o traumáticas para él. En el juego, el niño logra dominar los acontecimientos por los que pasa de ser un espectador pasivo a un actor que intenta controlar la realidad. Estas características del juego suponen un excelente instrumento a la hora de diagnosticar y de llevar a cabo una terapia de los conflictos infantiles. Mediante el juego el niño logra revivir experiencias angustiosas que hacen que se adapte mejor a la realidad porque consigue dominar aquellos acontecimientos que en su día le dominaron a él. Freud consideró el juego como un medio para expresar y satisfacer las necesidades.
Para Piaget, el juego es reflejo de las estructuras mentales y contribuye al establecimiento y desarrollo de nuevas estructuras mentales. Las diversas formas que el juego adopta en la vida del niño son consecuencia de su desarrollo evolutivo. La función del juego de ejercicio es consolidar los esquemas motores, y su coordinación, a medida que estos se adquieren. Sobre los dos años de edad se inicia el denominado juego simbólico, que hace posible la ficción mediante juguetes, cosas y representaciones que actúan a manera de símbolos. El dominio de lo simbólico hace que el juego evolucione desde lo individual a lo colectivo, donde se comparten los símbolos. Cuando alcanzamos el juego social aprendemos a jugar con otros y a representar papeles. Por último, aparece el juego de reglas, porque a medida que los juegos se van complicando, requieren de unas normas y una estructura que en ocasiones son imprescindibles para que el juego sea «jugable». Ello requiere la representación simultánea y abstracta de las acciones de los distintos jugadores. Piaget asocia tres estructuras básicas del juego con las fases evolutivas del pensamiento humano: el juego es simple ejercicio, el juego simbólico y el juego reglado.
Piaget divide el desarrollo cognitivo en cuatro etapas: la etapa sensomotriz, la etapa preoperativa, la etapa operativa o concreta y la etapa del pensamiento operativo formal. La característica principal de la etapa sensomotriz es que la capacidad del niño por representar y entender el mundo es limitada. Durante la segunda etapa, la etapa preoperativa, el niño representa el mundo a su manera y actúa sobre estas representaciones como sí creyera en ellas. En la etapa operativa o concreta, el niño es capaz de asumir un número limitado de procesos lógicos. La comprensión todavía depende de experiencias concretas con determinados hechos y objetos y no de ideas abstractas o hipotéticas. A partir de los doce años, se dice que las personas entran a la etapa del pensamiento operativo formal y que a partir de este momento tienen capacidad para razonar de manera lógica y formular y probar hipótesis abstractas. Piaget ve el desarrollo como una interacción entre la madurez física y la experiencia. Es a través de estas experiencias que los niños adquieren conocimiento y entienden. De aquí el concepto de constructivismo y el paradigma entre la pedagogía constructivista y el currículum.
El juego surge como necesidad de reproducir el contacto con los demás. Naturaleza, origen y fondo del juego son fenómenos de tipo social, y a través del juego se presentan escenas que van más allá de los instintos y pulsaciones internas individuales. Para él, existen dos líneas de cambio evolutivo que confluyen en el ser humano: una más dependiente de la biología, y otra más de tipo sociocultural. Vygotsky establece que el juego es una actividad social, en la cual se logran adquirir papeles o roles que son complementarios al propio. También se ocupa del juego simbólico y señala como el niño transforma algunos objetos y los convierte en su imaginación en otros que tienen para él un distinto significado. Vygotski creó la Teoría sociocultural de la formación de las capacidades psicológicas superiores.
Como una semejanza importante se puede destacar el hecho de que Vygotsky y Piaget mantienen la concepción constructivista del aprendizaje. Sin embargo, mientras Piaget afirmaba que los niños dan sentido a las cosas principalmente a través de sus acciones en su entorno, Vygotsky destacó el valor de la cultura y el contexto social, que veía crecer al niño a la hora de hacerles de guía y ayudarles en el proceso de aprendizaje.
Vygotsky, asumía que el niño tiene la necesidad de actuar de manera eficaz y con independencia y de tener la capacidad para desarrollar un estado mental de funcionamiento superior cuando interacciona con la cultura. El niño tiene un papel activo en el proceso de aprendizaje pero no actúa solo. La teoría de Piaget trata especialmente el desarrollo por etapas y el egocentrismo del niño; este teórico hace énfasis en la incompetencia del niño y al no tratar los aspectos culturales y sociales, generó que otros teóricos como Vygotsky y Groos demostraran en sus estudios, que Piaget subestimaba las habilidades cognitivas de los niños en diferentes ámbitos.
También es importante resaltar que para Karl Groos, el juego representa etapas biológicas en el ser humano y que son reacciones y necesidades naturales e innatas que lo preparan para su etapa adulta; mientras que para Vygotsky indica que los niños en la última etapa de preescolar, realizan fundamentalmente, el juego protagonizado, de carácter social y cooperativo; pero también reglado, donde se da la interacción de roles, por tanto la cooperación, que consiste en colocarse en el punto de vista de la otra persona; es lo que más tarde va a generar el pensamiento operativo que permite la superación del egocentrismo infantil. El juego desde estas perspectivas teóricas, puede ser entendido como un espacio, asociado a la interioridad con situaciones imaginarias para suplir demandas culturales (Vigotsky), y para potenciar la lógica y la racionalidad (Piaget). A pesar de las precisiones conceptuales de los diferentes teóricos, todos concuerdan en la importancia del juego en el aspecto psicológico, pedagógico y social del ser humano.
Desde la observación se puede comprobar que el bebé realiza unos juegos de movimientos que lleva a cabo de una manera repentina e involuntaria. Para estos juegos se ayuda de los reflejos con los que nace y de las posibilidades de su tono muscular. Paralelamente en el tiempo y el espacio aparecerán las figuras humanas con muecas y carantoñas. Aparecerán objetos que se mueven, suenan, tienen colores… todos los estímulos favorecerán la integración de las sensaciones visuales, auditivas, táctiles y motoras. Todos los juegos fomentarán la adquisición de un control cada vez mayor de su cuerpo. Comienza así la deambulación. Cuando esto ocurre todo un mundo por investigar aparece delante del niño.
La asimilación de los esquemas de acción supone el comienzo en la construcción de las estructuras básicas del conocimiento. Se debe añadir la necesidad de que niños y niñas vivan estas actividades como placenteras. A partir de los dos años se darán dos avances cualitativamente muy significativos:
Mediante el juego simbólico y el uso del lenguaje, los pequeños desarrollan su pensamiento y aprenden.
Cuando el bebé nace, su capacidad de supervivencia es nula, necesita que le alimenten, le aseen, le faciliten el descanso y sobre todo necesita afecto. El afecto es imprescindible para el desarrollo y el equilibrio emocional de la persona durante toda su vida. Para la mayoría de personas, estas actividades son las que les facilitan el acercamiento necesario para establecer y mantener vínculos de afecto dentro del entorno del bebé. El pequeño va asimilando de forma placentera estos juegos continuos que le rodean en su vida diaria. El trato emocional que recibe los primeros meses se amplía enormemente cuando pasa a relacionarse con adultos o iguales. Durante esta etapa, el juego le va a permitir ampliar horizontes y superar las restricciones rígidas que marcan la realidad.
El bebé, cuando nace, ingresa de forma súbita en unas redes sociales complejas y organizadas. Tiene preestablecido un proceder y unas normas que el bebé vive de forma poco coherente. Los conceptos de la organización social son muy difíciles de secuenciar de forma parcial en su aprendizaje.
El bebé, mediante juegos compartidos, se comunica, espera el momento en que son cubiertas sus necesidades y sonríe si son satisfechas. Las personas adultas refuerzan y ajustan las respuestas del bebé mediante sus acciones. A través de estas interacciones, el bebé aprende normas de comportamiento. Comienza un proceso de desarrollo social que perdura durante toda la vida. Se manifiesta en dos planos:
La madurez social que permite relacionarse de forma plena y ajustada con otras personas solo se alcanza a cierta edad, aunque ello dependerá del ambiente y del clima afectivo. A partir de los dos años, comienzan a ampliar sus contactos sociales; el juego servirá para introducirlos en el mundo de la socialización. En un principio este juego es individual. Un avance posterior hará que centre su juego en el adulto. La persona que ejerza el rol de educador será demandada como guía de sus representaciones imaginarias. Los niños acabarán relacionándose con sus iguales de manera más o menos ajustada. Compartiendo los juegos, los niños realizan un aprendizaje social. Esto contribuye a establecer sus primeros vínculos de amistad. Dependiendo de la actitud y del estilo educativo, pueden aprender la competición, la rivalidad, la envidia o los celos.