Portada » Historia » El Imperio Romano: Auge, Reformas y Caída – De Augusto a la Crisis del Siglo III
En el año 27 a.C., Octavio recibió el título de Augusto, considerado una persona sagrada y protegida por los dioses. Posteriormente, se convirtió en cónsul y procónsul de Roma, adoptó el título de Prínceps (primer ciudadano) y, finalmente, recibió el de Imperator. Asumió también el poder de tribuno de la plebe y Pontífice Máximo, cargos que le conferían, en la práctica, las máximas facultades políticas, religiosas y militares. Aunque su cargo era monárquico, se esforzó en preservar las apariencias e instituciones republicanas y mantuvo una postura humilde. Todas estas acciones le permitieron obtener el apoyo del Senado y del pueblo.
Por esto, aunque Augusto fue un verdadero rey, mantuvo las apariencias republicanas, es decir, su Principado (denominación de la primera etapa del Imperio) fue una monarquía encubierta.
La época de Octavio se conoció como la Pax Romana. Tomó medidas sociales para consolidar su poder y el establecimiento de la paz en Roma: concibió mayor participación en cargos públicos, entretenimiento gratuito y distribución de alimentos a la plebe. También neutralizó el poder de los ejércitos, ubicó a las tropas en las regiones fronterizas y trasladó a sus comandantes. Entregó parcelas a los veteranos y licenció a gran parte de los soldados. Impuso triunviratos y un nuevo sistema de impuestos en las provincias, mejorando las relaciones con estas. Esta paz duró hasta el siglo III.
Augusto introdujo reformas con las que pretendía restaurar los valores romanos:
Luego de la muerte de Augusto en el año 14 d.C., se formaron cuatro dinastías:
Los emperadores basaban su poder en el ejército, cuya dimensión política aumentó rápidamente, y en la religión.
Durante la etapa del Imperio, este incorporó varias regiones: se incorporaron las fronteras del río Rin y Danubio en el norte, y se agregó Britania y Dacia (Rumania). En el sur, se incorporó el norte africano. Por el este, vencieron a los partos. Bajo el mandato de Trajano, el Imperio llegó a su máxima expansión, conquistando Armenia y Mesopotamia.
Roma atravesó un periodo de anarquía militar durante el siglo III, luego de que el último emperador de los Severos fuera asesinado por sus tropas. No se había establecido una estructura gubernamental sólida en el estado romano.
Los comandantes del ejército comenzaron a tener un gran poder, por lo cual el mayor poder del estado fue el ejército, el cual destituía a los emperadores que se establecían.
Los pobladores se quejaban de la opresión de los militares durante su anarquía y de su mala situación económica, social y política, así como de la toma de sus recursos y la destrucción de sus ciudades. Las ciudades estaban descuidadas, los campos destruidos y todos sus recursos eran tomados por los militares. Los impuestos aumentaban, las tropas destruían las ciudades y campos, y se apoderaban de sus bienes. Esto produjo la ruralización y el bandolerismo.
La crisis del siglo III comenzó a ceder cuando Diocleciano asumió el poder. Tomó la decisión de dividir el Imperio en dos (Occidente y Oriente) e instauró la tetrarquía, que consistía en un Augusto y un César en cada Imperio. El emperador concentraba todos los poderes, el Senado perdió toda autoridad, los magistrados se convirtieron en simples funcionarios y Diocleciano adoptó el título de Dominus (señor), asignándose un carácter sagrado. A esto se le llamó el Dominado.
Luego de su abdicación en el año 305, se desataron nuevas luchas por el poder. La lucha se superó cuando Constantino venció a sus rivales y fue reconocido como único emperador.
Gobernó en el año 305. Unificó el Imperio, volvió a disponer que el trono fuera hereditario y cambió la capital del Imperio a Constantinopla, trasladándola a la parte oriental del Imperio (Bizancio).
La falta de esclavos y mano de obra, ya que no había más conquistas, causó que se tuvieran que buscar otras formas de trabajo. Por lo cual, se comenzó a liberar a los esclavos y se les entregaban parcelas de tierra. Ellos cosechaban allí y una parte de la cosecha se la entregaban a sus propietarios. Los campesinos empobrecidos que no podían pagar los impuestos dejaron sus tierras y fueron a trabajar a manos de los terratenientes, a los cuales se les denominó colonos. Esto causó un nuevo orden social y económico: primero se encuentran los terratenientes, luego los campesinos independientes, los colonos y, finalmente, los esclavos.
Durante el siglo IV, se reanudaron las invasiones de los pueblos bárbaros. Como protección, el emperador Teodosio dividió el Imperio entre sus dos hijos: a Arcadio le otorgó Oriente, con capital en Constantinopla, y a Honorio, Occidente. Su extensión, su mal funcionamiento interno y la presión de los pueblos bárbaros hicieron más difícil su mantenimiento. Roma tuvo que admitir la alianza con pueblos bárbaros. Los campesinos se rebelaban, había ataques de bandidos y piratas, y la sociedad y la economía estaban destruidas. A finales del siglo IV, los pueblos nómadas provenientes de China comenzaron a presionar a las tribus germanas, produciéndose oleadas de invasiones. Sin embargo, Roma resistió gracias a los ejércitos de los germanos. El Imperio comenzó a perder el control y, finalmente, en el año 476, el emperador Rómulo Augústulo fue depuesto por el jefe germano Odoacro. El Imperio Romano de Occidente había desaparecido.