Portada » Historia » El Imperialismo: Causas, Desarrollo y Consecuencias en África, Asia y América
El imperialismo se define como el proceso de expansión de un país mediante la anexión de otros territorios. La era del imperialismo, que abarca desde 1870 hasta 1914, fue un periodo en el que las principales potencias mundiales se lanzaron a la conquista de África y Oceanía, estableciendo una dominación política y económica. Para comprender este fenómeno, es necesario analizar cuatro factores fundamentales:
La crisis económica de mediados del siglo XIX hundió los mercados y enfrentó a los países más desarrollados. La conquista colonial se presentó como una solución, ya que permitía:
La expansión colonial también respondía a factores políticos, entre los que destacan:
El crecimiento de la población europea generó una gran presión migratoria. Las difíciles condiciones de vida en las ciudades, agravadas por la crisis económica, empujaron a muchos trabajadores a buscar oportunidades en otros países, incluyendo las colonias.
Diversas corrientes ideológicas justificaron el imperialismo:
A mediados del siglo XIX, África era un continente prácticamente desconocido para los europeos, quienes solo poseían factorías y puertos costeros. A partir de 1870, británicos y franceses iniciaron expediciones al interior. Gran Bretaña se apoderó de Egipto, Kenia y Uganda, mientras que Francia se expandió por la costa de Guinea y Senegal. La rivalidad entre ambas potencias se intensificó en el valle del Congo, donde el rey Leopoldo II de Bélgica estableció su propia colonia. Para evitar un conflicto mayor, Bismarck convocó la Conferencia de Berlín en 1885, donde se estableció el principio de ocupación efectiva como criterio para el reconocimiento de la soberanía sobre un territorio.
En los años siguientes, los ingleses continuaron su expansión en África del Sur y los franceses en el norte de África. Ambos imperios chocaron en Fachoda, en el Alto Nilo, en un intento de conectar sus territorios de norte a sur y de este a oeste. Finalmente, los franceses se retiraron. Otros imperios, como el belga, alemán, portugués e italiano, también se anexionaron territorios en África.
La presencia europea en Asia era más antigua. La India se convirtió en la principal colonia británica, con la Compañía de las Indias Orientales estableciendo puertos comerciales desde principios del siglo XVI. Tras la revuelta de los cipayos, el dominio británico se transformó en una colonia administrada directamente por la corona. Los rusos, por su parte, explotaron Siberia desde mediados del siglo XIX y buscaron expandirse hacia el Pacífico. Los franceses conquistaron Indochina en la segunda mitad del siglo XIX. La penetración en China fue más compleja debido a la oposición de sus emperadores, las rivalidades entre las potencias europeas y Japón, lo que desembocó en la Guerra del Opio. La rebelión de los nacionalistas chinos (bóxers) puso fin al control europeo de los puertos.
Fue el más extenso, abarcando 33 millones de km² y 450 millones de habitantes. Incluía gran parte de África, Canadá, Oceanía, la India (el Raj) y puertos estratégicos en todo el mundo.
Con 10 millones de km², comprendía gran parte de África Occidental, Madagascar, Indochina y pequeños territorios en Sudamérica.
Otros imperios coloniales importantes fueron los de Alemania, Portugal, Estados Unidos, Rusia y Japón.
La conquista colonial fue precedida por la labor de exploradores, aventureros y misioneros que entraron en contacto con las tribus locales y trazaron los primeros mapas. Los procesos de colonización implicaban el envío de asesores y administrativos. En ocasiones, se explotaban las rivalidades entre tribus. La ocupación militar se utilizó cuando se encontraba resistencia indígena.
El dominio colonial adoptó diversas formas:
El objetivo principal de la metrópoli era la obtención de recursos y minerales. Compañías privadas explotaban plantaciones y minas, e invertían en infraestructuras (carreteras, puertos, etc.). La metrópoli favorecía los negocios coloniales mediante el proteccionismo, acuerdos comerciales y la limitación del desarrollo autónomo de las colonias.
La carrera colonial transformó la percepción del mundo. Se descubrieron nuevas tierras y se cartografió el planeta. El imperialismo modificó la política internacional, las estrategias diplomáticas, los planes militares y las alianzas políticas.
La introducción de la medicina y la construcción de hospitales redujeron la mortalidad en las colonias.
La explotación de los territorios coloniales transformó la estructura económica:
La colonización alteró la sociedad indígena tradicional. Los nativos fueron obligados a trabajar al ritmo europeo, configurando una sociedad segregacionista y dirigida por una minoría blanca.
La llegada de la metrópoli introdujo las lenguas europeas, normas de comportamiento, formas de relación y costumbres europeas. Se crearon escuelas e iglesias que disminuyeron el analfabetismo, pero también contribuyeron a la aculturación y la eliminación de las culturas autóctonas.
Desde principios del siglo XIX, el Imperio español se había ido desintegrando hasta quedar reducido a Cuba, Puerto Rico y la República Dominicana en América, y las Islas Filipinas y algunos archipiélagos del Pacífico.
Cuba era la principal colonia que le quedaba a España. De ella se extraía azúcar, café y tabaco, y era un mercado importante. Desde mediados del siglo XIX, creció la conciencia independentista. En 1868 estalló una guerra de diez años que concluyó con la Paz de Zanjón (1878), en la que el gobierno español se comprometía a aprobar una ley de autonomía para Cuba. Estados Unidos, interesado en adquirir la isla, comenzó a apoyar a los independentistas cubanos.
En febrero de 1895, los independentistas cubanos, liderados por José Martí, se levantaron contra el gobierno español. En 1896, se envió al general Weyler, quien adoptó una política de guerra sin cuartel. La situación se agravó con la insurrección independentista en las Islas Filipinas en 1896.
En 1898, Estados Unidos decidió intervenir enviando el acorazado Maine a La Habana.