Portada » Filosofía » El hombre es la union sustancial del cuerpo y alma
platon:tºdel conocimiento:Platón distinguirá, tal y como señala en el mito de la caverna, dos modos fundamentales de conocer: la doxa (opinión), el falso conocimiento que proviene de la percepción sensible de los seres concretos o aparentes del mundo sensible; y la episteme (ciencia), el verdadero conocimiento de las ideas trascendentes e inteligibles, el conocimiento de la verdadera realidad de las cosas que pertenece al mundo de las ideas y que se obtiene a través de la razón.El hombre puede llegar al conocimiento de la episteme porque su alma racional, que es su esencia, preexistió en el mundo de las ideas. El alma cayó al mundo terrenal, mito del carro alado, y fue atrapada por la materia corporal olvidando todas las ideas que ya conocía. Por ello, según la Teoría de la Reminiscencia platónica, conocer es recordar las ideas que nuestra alma ya tenía pero ha olvidado: la verdad se recuerda, no se enseña. El filósofo usa para ayudar a recordar a otros el método de la mayéutica: arte por el cual mediante preguntas se hace reflexionar racionalmente al interlocutor, obligándole a recordar las ideas que su alma ya conocía pero que ha olvidado. De esta forma surge el proceso dialéctico que sigue nuestra alma racional para conseguir el conocimiento de la idea de Bien, momento en que el conocimiento de las ideas es perfecto. La dialéctica supone en primer lugar el rechazo de la doxa para, una vez alcanzado el recuerdo de una idea como hipótesis, ir saltando de una a otra hasta llegar al conocimiento de la idea de Bien y así lograr el conocimiento perfecto de las ideas, de su racionalidad y perfección. Antropologia y etica:El alma racional es la esencia del hombre y el principio del conocimiento racional, pues nos permite llegar a conocer las ideas del mundo trascendente. Alma y cuerpo forman, según Platón, una dualidad en continua lucha pues el alma pertenece al mundo de las ideas y el cuerpo al mundo material: el cuerpo es por eso una cárcel para el alma. Así, según el dualismo platónico, frente a la materialidad y corruptibilidad del cuerpo, el alma inteligible es inmortal y espiritual. El alma transmigra de cuerpo en cuerpo hasta que consigue purificarse, mediante la virtud, con su desarrollo perfecto, para poder acceder de nuevo al mundo de las ideas y conseguir la felicidad. Platón presenta varias demostraciones de la inmortalidad del alma, destacando la de la reminiscencia (solo podemos conocer el mundo de las ideas por la preexistencia del alma en él) y la de la simplicidad (el alma es simple, pues no es material, y por lo tanto no puede descomponerse y morir). Además, distinguió tres tipos de alma o tres partes del alma en el hombre. La racional, esencial y propia del hombre, posibilita el recuerdo de las ideas y por ello el conocimiento racional y debe gobernar el desarrollo de las otras dos siendo inmortal. La irascible, proporciona la capacidad del esfuerzo, la voluntad y el vigor, es mortal. La concupiscible, ofrece la capacidad del deseo y las pasiones sensuales, es mortal.
La virtud se fundamenta en el desarrollo del bien propio del hombre, su esencia racional, y por lo tanto, es universal. Distingue tres virtudes de acuerdo a la división del alma: la sabiduría o la prudencia, se consigue con el desarrollo del alma racional; la valentía, se realiza con el desarrollo prudente del alma irascible; y la templanza, que se realiza con el desarrollo prudente del alma concupiscible. Con el desarrollo armonioso de las tres virtudes en el hombre se consigue la Justicia, el orden estable y perfecto de las tres partes del alma, cuando cada parte cumple su función específica.
Problema sociedad:Las virtudes se desarrollan en sociedad ya que el hombre es considerado un ser social por naturaleza. El gobierno debe pensar en el bien común y conseguir la justicia social. El orden perfecto de la sociedad se generará con el desarrollo de la virtud característica de cada hombre, según qué alma predomine más en ellos, para así proceder después a la división social en la ciudad y el puesto que cada uno ocupará en ella. La educación es por ello muy importante para descubrir el alma propia de cada individuo y guiar su desarrollo.
Platón distingue tres funciones sociales de acuerdo al predominio del alma y que jerarquizan la sociedad: el gobernante, en el que predomina la facultad racional y que debe ser el filósofo que tiene la episteme y la virtud de la sabiduría, cuya función será gobernar; el guerrero, con predominio del alma irascible y cuya virtud es la valentía encargándose de defender la ciudad; y el pueblo, con predominio del alma concupiscible, cuya virtud es la templanza, que proveen a la ciudad de las necesidades económicas o materiales.
Para Platón la mejor forma de gobierno es la Aristocracia, el gobierno de los mejores que son los filósofos, que poseen la episteme y por tanto la verdad. Después, y por orden descendente, catalogará a la timocracia (gobierno de los honorables), la oligarquía (gobierno de los ricos), la democracia (gobierno del pueblo que implica la perversión del orden) y, por último, la tiranía (que proviene del desorden democrático).
San Agustin.EL PROBLEMA DE DIOS Y LA REALIDAD: METAFÍSICA Y TEOLOGÍA
San Agustín defiende el Creacionismo: el mundo y el tiempo han sido creados por Dios desde la nada. Esta creación se explica a partir de la Teoría del Ejemplarismo: Dios ha realizado en la materia los seres concretos a partir de aquellas ideas eternas que están en su mente divina (los arquetipos). Además, Dios depositó en la materia los gérmenes de todos los seres futuros para que fueran apareciendo progresivamente en el tiempo. Todo ser creado se constituye pues de materia (que puede ser corpórea o espiritual) y forma (la esencia que le hace ser lo que es).
Esta creación no es abandonada por Dios una vez creada, sino que Dios la cuida y gobierna y para ello ha concebido un plan para el mundo y éste plan se expresa en la ley eterna. Por ello, le surge a S. Agustín el problema del mal, pues si el mal existiera sería algo creado por Dios siendo así él mismo malo. La solución, para San Agustín, es considerar que todo lo creado por Dios es bueno, siendo el mal o la imperfección no algo real, sino carencia de ser o perfección. Además, el mal sólo lo es en tanto individual y concreto pero no para la totalidad de la creación en donde siempre resulta de él un bien mayor. Explicará así igualmente el mal moral humano que es fruto de un bien mayor: la libertad.
Si bien para S. Agustín la existencia de Dios está clara, intentará hacer una demostración de la misma. Admitirá varios argumentos como la propia grandeza de la creación (la realidad es demasiado compleja para no haber sido creada por una inteligencia) o el argumento del consenso (la mayoría de los hombres creen en Dios). Pero el argumento preferido por San Agustín es el derivado del carácter eterno e inmutable de ciertas ideas que tenemos en nuestra alma, que contrasta con la naturaleza humana, mutable y finita, y por lo tanto tienen que tener como causa un ser eterno e inmutable: Dios. A éste se le conoce imperfectamente a través de las huellas que ha dejado en las criaturas.
EL PROBLEMA DEL CONOCIMIENTO: EPISTEMOLOGÍA
Para San Agustín la Verdad existe pues la afirmación escéptica de que no existe la verdad se contradice al afirmar la verdad de dicho juicio. Distinguirá varios tipos de conocimiento. El conocimiento sensible, de los sentidos, que genera doxa (opinión), conocimiento cambiante. El conocimiento racional inferior, ciencia, donde con el razonamiento se conoce lo universal y necesario relativo a las cosas temporales. Por último, el conocimiento racional superior, filosofía o sabiduría, que posibilita el conocimiento de verdades eternas, inmutables, universales y necesarias que fundamentan nuestros juicios. Según la Teoría de la Iluminación estas verdades eternas no pueden ser desarrolladas a través de los sentidos sino que se deben buscar en la intimidad de la conciencia, en el alma, donde Dios las ha puesto y por tanto el hombre debe descubrirlas en su interior. La verdad, por tanto, no está en la realidad sino en el alma y se conoce a través de una iluminación divina.
Además, para San Agustín no hay una rivalidad entre Razón y Fe, sino que ambas deben ayudarse mutuamente. La fe no es algo irracional sino que fe y razón van juntas (aunque siempre debe predominar la fe) y se complementan.
EL PROBLEMA DEL SER HUMANO Y DE LA MORAL: ANTROPOLOGÍA Y ÉTICA
El ser humano, según S. Agustín, está hecho a imagen y semejanza de Dios. Esto quiere decir que posee, a diferencia de los animales, vida espiritual. Por ello, defenderá el dualismo afirmando que el hombre se compone de dos sustancias, el cuerpo (materia) y el alma (forma) cuya unión es accidental. Así, el hombre es fundamentalmente un alma inmortal frente a un cuerpo mortal y corruptible. Este alma humana tiene, siguiendo el esquema trinitario de Dios, tres facultades que le hacen ser persona: memoria, que al tener las ideas eternas le acerca a Dios Padre; inteligencia, que le asemeja a Jesucristo; y el amor, donde se unen memoria e inteligencia, a semejanza de la intermediación del Espíritu Santo, y le hace desear la unión con Dios. El alma debe regir el cuerpo y es su aspiración deshacerse de la materia corporal y volver a Dios de quien procede.
S. Agustín defiende la libertad del ser humano y por lo tanto el libre albedrío. La voluntad libre nos hace pecar o vivir bien y conforme a la ley de Dios. Sin embargo, esta no es suficiente para ser bueno y el ser humano necesita la gracia, dada por Dios, para obrar correctamente. Una acción humana debe juzgarse en relación con la intención que la guía: si es conforme a la ley de Dios será buena; si no, será pecado. El mal moral es el abuso que el hombre comete de su libre albedrío, y por ello, es responsable personalmente del pecado cometido.. La voluntad humana tiende a la felicidad, fin supremo que sólo se consigue en la otra vida, con la contemplación y amor de Dios.
EL PROBLEMA DE LA SOCIEDAD: TEORÍA SOCIAL
San Agustín es el primer pensador que analiza el sentido de la historia humana y la concibe como el escenario donde Dios se manifiesta al hombre y donde se produce la salvación. Así, la historia es lineal teniendo un principio y un fin y adquiriendo un significado global en el final de los tiempos. En este desarrollo histórico, san Agustín señalará que existen dos grandes grupos humanos según sea el objeto de su amor: los que se aman a sí mismos por encima de todo (la Ciudad terrenal) y los que aman a Dios por encima de todo (la Ciudad de Dios). Estas dos ciudades están mezcladas en cualquier sociedad a lo largo de la historia, manteniendo una lucha ética entre sus componentes. La historia humana avanza hacia el triunfo y salvación de los integrantes de la Ciudad de Dios que se dará al final de los tiempos.
EL PROBLEMA DEL CONOCIMIENTO: EPISTEMOLOGÍA
Descartes, siglo XVII, es el fundador de la Filosofía Moderna y principal pensador de la corriente filosófica del Racionalismo. El Racionalismo es una escuela filosófica que considera a la Razón, frente a los sentidos, como única fuente de conocimiento verdadero.
Para Descartes lo fundamental es buscar un conocimiento cierto y seguro sin ningún tipo de duda. Por ello, su prioridad será buscar un método que nos ayude a modo de guía a razonar. Además, este método debe ser compatible con la forma de pensar de la Razón humana, pues si no sería inútil. Por ello, lo primero que hace es analizar la forma de actuar de la propia Razón llegando a la conclusión de que en esta Razón, que es la misma para todos los hombres, se distinguen dos modos de conocimiento: la intuición o luz natural, conocimiento de las ideas simples que surgen de la propia razón de forma clara y distinta, cuya verdad es evidente e indudable; y la deducción, que es el conocimiento de una sucesión de intuiciones de las ideas simples y de las conexiones que la razón descubre entre ellas para llegar a verdades complejas, juicios o leyes. De esta forma, para Descartes, al existir estos dos modos de conocimiento, el método y proceso que se debe seguir para llegar a conocer deberá seguir dos pasos: el análisis, por el que se dividen las ideas complejas hasta llegar a las ideas simples y evidentes para que puedan ser intuidas; y la síntesis, por la que mediante la deducción se llega a una conclusión que permite comprender lo complejo y construir leyes que lo expliquen.
Descartes aplicará este método para buscar una verdad indudable, a través del análisis, y poder llegar así, con la síntesis, a una metafísica cierta. Para encontrar esta verdad evidente a partir de la cual poder aplicar la deducción y hacer la síntesis usará la duda metódica. En la primera duda, dudará del conocimiento que proviene de los sentidos pues pueden engañarnos. En la segunda duda, dudará de la existencia de la realidad extramental ya que resulta imposible distinguir la vigilia del sueño. Y por último, en la tercera duda, dudará del conocimiento que proviene de la razón, de las ideas de razón o de los razonamientos, pues se puede suponer la existencia de un genio maligno que nos lleva hacia el error cuando creemos estar en lo cierto. Sin embargo, afirma Descartes, no podemos dudar que dudamos, mientras pensamos no podemos dudar que estamos pensando y por lo tanto que existimos. La primera intuición de una verdad indudable es pienso, luego existo (cogito ergo sum). Y si existo lo hago como un yo pensante, un cogito, afirmando, pues, la existencia de la sustancia pensante (el cogito) como primera verdad indudable.
A partir de aquí, Descartes buscará realizar una síntesis que le permita tener un conocimiento cierto. Para ello partirá de su verdad indudable, el cogito. Este cogito piensa ideas que pueden dividirse hipotéticamente en tres tipos: adventicias, aquellas que parecen provenir del exterior; facticias, aquellas que construye la mente a partir de otras ideas; e innatas, aquellas que la razón tiene en sí misma y no son ni adventicias ni facticias.EL PROBLEMA DE
DIOS Y LA REALIDAD: METAFÍSICA Y TEOLOGÍA1
Entre las ideas innatas se encuentra la idea de Infinito, que Descartes identifica con la idea de Dios. Según Descartes, la idea de Infinito (Dios) que existe en nuestra mente no es adventicia, pues no puede proceder del exterior, ni facticia, pues no puede ser producida por la mente, así pues deberá ser innata. Descartes aplicará a continuación el principio de causalidad para demostrar la existencia de Dios. La idea de infinito (Dios) no puede haber tenido como causa a un ser finito, pues debe haber una proporción entre la causa (lo que origina la idea de infinito en el cogito) y el efecto (la misma idea de infinito). Por tanto,esa idea de infinito debe ser causada por un ser a su vez infinito y, como consecuencia, afirmará que Dios existe. El Dios afirmado por Descartes, la sustancia infinita, es infinito, omnisciente, perfecto y bueno. Así, Dios existe sin duda alguna y es la garantía, el fundamento, de que a mis ideas sobre el mundo exterior les corresponde una realidad extramental, pues Dios es bueno y no me engaña. Por tanto, ya no podremos dudar de la existencia de la realidad extramental.
Para Descartes existen así tres sustancias: el cogito (la sustancia pensante), Dios (la sustancia infinita) y la realidad exterior (la sustancia extensa). Descartes definirá sustancia como todo aquello que existe independientemente de cualquier otro ser, por ello sólo Dios sería sustancia en sentido estricto pues es el único que no necesita una causa ajena a sí mismo para existir al ser necesario. Sin embargo, como la extensa (la realidad exterior) y la pensante (el cogito) son independientes entre ellas también son consideradas sustancias.
EL PROBLEMA DEL SER HUMANO Y DE LA MORAL: ANTROPOLOGÍA Y ÉTICA
Descartes afirmará un dualismo según el cual alma y cuerpo mantienen una lucha permanente siendo dos sustancias diferentes. La relación entre estas dos sustancias se da a través de la glándula pineal, haciendo posible al alma gobernar el cuerpo a través de dicha conexión. El ser humano es propiamente la sustancia pensante (el cogito), independiente de la sustancia extensa (que en este caso es su cuerpo físico). El cuerpo, como toda la realidad física, actúa como una máquina (tal y como defiende el Mecanicismo) y no puede comportarse de forma libre. Sin embargo, el alma (el cogito), que es inmortal, actúa de forma libre y debe gobernar a esa misma máquina.
Con el desarrollo de la perfección del alma se consigue la felicidad. Descartes identifica el desarrollo de la perfección del alma con el desarrollo de la libertad. La libertad se consigue con el dominio y guía de los deseos y pasiones que surgen del cuerpo pues entonces es cuando el sujeto no se encuentra dominado por la sustancia extensa sino que gobierna en él su cogito. La libertad es así concebida como la realización por la voluntad de lo que propone el entendimiento como bueno y verdadero.
EL PROBLEMA DEL CONOCIMIENTO: EPISTEMOLOGÍA
Según Kant, dado el antagonismo surgido entre el Racionalismo y el Empirismo es necesario hacer una crítica de la Razón y contestar definitivamente a la pregunta qué puedo conocer. Para ello, se propone hacer un análisis de la Razón Pura, de nuestra capacidad de conocer, en su obra Crítica de la Razón Pura.
Para responder a esta pregunta Kant debe establecer los principios desde los que es posible el conocimiento científico pues para Kant éste es un conocimiento seguro y a partir de él podremos establecer qué condiciones debe tener cualquier otro conocimiento que quiera también ser cierto. Las condiciones que hacen posible los juicios científicos son dos: empíricas (de experiencia, particulares y concretas de cada ciencia) y trascendentales o a priori (anteriores a la experiencia y universales de la razón y, por tanto, necesarias para todas las ciencias), siendo las segundas las que deberemos estudiar. A su vez, clasificará todos los posibles tipos de juicios para analizar cuáles son aquellos que se emplean en la ciencia y conocer cómo son posibles. En cuanto a si nos dan una nueva información y extienden nuestro conocimiento los juicios pueden ser analíticos (el predicado está comprendido en el sujeto y no son extensivos) o sintéticos (son extensivos, amplían nuestro conocimiento). Si hace falta la experiencia para conocer su verdad, los juicios serán o a priori (su verdad se conoce sin recurrir a la experiencia, es universal y necesaria) o a posteriori (su verdad depende de la experiencia, no es universal ni necesaria). Para Kant, los juicios científicos serán los juicios sintéticos a priori, que son extensivos, dan un nuevo conocimiento, pero su verdad no depende de la experiencia y por tanto son universales y necesarios. Por ello, estudiará cuáles son las condiciones trascendentales de la razón que posibilitan la realización de dichos juicios y para ello analizará las tres facultades de la Razón: Sensibilidad, Entendimiento y Razón.
En la Estética Trascendental estudia la sensibilidad y las matemáticas. La sensibilidad es la capacidad de percibir de forma pasiva. Sus condiciones trascendentales (que la hacen posible) son las intuiciones puras: el espacio y el tiempo que pertenecen a la Razón y no a la realidad. Al percibir el sujeto aplica estas intuiciones puras de forma espontánea, creando así el fenómeno, que es lo percibido y no la cosa en sí. De esta manera se da, según Kant, el giro copernicano en el conocimiento pues es el objeto el que para ser conocido debe adaptarse a las condiciones de la propia razón del sujeto. Las intuiciones puras además posibilitan los juicios sintéticos a priori en las Matemáticas: el espacio posibilita la geometría y el tiempo la aritmética.
En la Analítica trascendental estudia el entendimiento y la física. El entendimiento es la capacidad de pensar lo percibido de forma activa. Las condiciones trascendentales que hacen posi-ble comprender lo percibido mediante el entendimiento son los conceptos puros o categorías del entendimiento (vacías de contenido empírico) y que se deben siempre aplicar a lo percibido por la sensibilidad, a los fenómenos de la experiencia, para poder comprenderlos. Las categorías posibilitan los juicios sintéticos a priori en la física y por eso esta es universal.
Por todo esto, al final de la Analítica, Kant distingue entre el fenómeno, lo que percibimos y comprendemos aplicando las intuiciones puras y las categorías, y el noúmeno, la cosa en sí de la que no tenemos experiencia y que no puede ser conocida y solamente puede ser pensada por nuestra razón. Así, toda la realidad, incluido el hombre, tiene un ámbito fenoménico, lo que percibimos, y otro nouménico, lo que es realmente, la cosa en sí. La ciencia, el conocimiento seguro, sólo puede conocer los fenómenos pues el noúmeno es incognoscible y sólo puede ser pensado.
La filosofía kantiana se llama por eso Idealismo Trascendental pues lo que conocemos no son las cosas reales, sino ideas o fenómenos construidos a partir de los elementos a priori de la razón (intuiciones y categorías).
Finalmente, en la Dialéctica trascendental se estudia la Razón y si la Metafísica es una ciencia. La Razón es la capacidad de unificar los juicios del entendimiento haciendo teorías cada vez más generales. Así surge la Metafísica que busca estudiar y conocerlas realidades que están en el ámbito nouménico, más allá de la experiencia, los trascendentes Dios, Alma y Mundo como totalidad. Para ello la razón pretende aplicar las categorías e intuiciones sobre objetos que no son de experiencia, directamente sobre el noúmeno, y por lo tanto su conocimiento es ilegítimo y lleva siempre a contradicciones. Sin embargo, es una tendencia propia de la Razón la búsqueda de un saber incondicionado (no limitado por la experiencia) y por ello no puede dejar de preguntarse por estos problemas. Las ideas metafísicas de Dios, alma y mundo como totalidad expresan el ideal de la razón, el conocimiento absoluto que es inalcanzable, pero por el cual es posible el progreso en el conocimiento científico. EL PROBLEMA DE LA MORAL: ÉTICA
Kant trata el tema de la moral respondiendo a las preguntas qué debo hacer en su obra Crítica de la Razón Práctica.
Comenzará haciendo una distinción entre dos tipos de ética: las éticas materiales y la ética formal. Kant criticará a las éticas materiales ya que son empíricas, surgen de la experiencia; sus preceptos (imperativos) son hipotéticos, dependen del fin establecido; y, mantienen una moral heterónoma donde la norma no surge de la propia razón sino que es determinada por algo exterior al sujeto. Frente a ellas, Kant defenderá la ética formal: está vacía de contenido empírico (no procede de la experiencia); su imperativo será categórico (obliga a su cumplimiento sin esperar nada a cambio) y no hipotético; y debe ser universal y autónoma, determinada por la propia razón a priori. Según Kant, esta ética se fundamenta en la idea de deber que está en la conciencia o razón de los hombres de forma a priori y universal. La realización del deber por el puro deber, por respeto a la propia razón, supone la buena voluntad. No son acciones morales por tanto las conformes al deber pero que no se realizan por deber ni por supuesto las contrarias al deber, ya que solamente las acciones por deber son moralmente correctas. Así, el bien moral, la virtud, es cumplir el deber. La exigencia de obrar moralmente, por deber, se expresa en el imperativo categórico, que establece la forma de la máxima que guía la acción moral (la forma o modo en que debemos comportarnos pero no qué debemos hacer en concreto), siendo universal y determinado por la razón a priori. De esta forma, para cumplir el deber debemos aplicar el imperativo categórico. Este imperativo tiene varias formulaciones pero destacan dos: obrar siempre de tal manera que nuestra acción pueda ser considerada como ley universal obligatoria y obrar siempre tratando a todo ser racional como un fin en sí mismo y no sólo como un medio. Cumpliendo el imperativo categórico, según Kant, se conseguiría construir el Reino de los Fines, una sociedad ideal donde cada persona sería siempre tratada como un fin y no como un medio.
Además, Kant afirma tres postulados de la razón práctica. El primero, y único demostrado en la práctica, es el de la libertad pues la existencia en nuestra razón de la exigencia de obrar por deber supone la libertad como algo previo para poder ser capaces de vencer nuestras inclinaciones e intereses. El segundo, y no demostrado pero siendo una exigencia de la razón, es el alma inmortal pues el cumplimiento del deber nunca acaba y por ello se debe exigir la inmortalidad del alma. Y el tercero, tampoco demostrado pero igualmente una exigencia de la razón, es la existencia de Dios pues la exigencia racional de la identificación entre la virtud y la felicidad exige su existencia para que esto sea posible.
EL PROBLEMA DE LA REALIDAD: METAFÍSICA
Aristóteles defiende que solo hay Physis. Esta se divide a su vez en un mundo supralunar, el de los astros, hechos de éter y donde no hay corrupción, y el mundo sublunar, el de la tierra que se compone de los cuatro elementos y donde hay cambio. Esta Physis se estudia a través de la Física y, en su fundamento último, a través de la Metafísica.
La Física estudia la Physis. Según la Teoría Hilemórfica, los seres se componen de Materia, de qué están hechos, y Forma, su sustancia o esencia: lo que les hace ser lo que son. Esta Forma, a su vez, se divide en sustancia primera y sustancia segunda. La sustancia primera es el individuo concreto (este perro) y la sustancia segunda es el universal (ser perro, la especie). Además, los seres pueden tener accidentes (lo que puede quitar a una sustancia primera sin que deje de ser lo que es). Igualmente, según la Teleología, los seres cambian buscando llegar a ser tan perfectos como marque su esencia y cumplir su finalidad. Este cambio se produce por el paso de la potencia (lo que se puede llegar a ser) al acto (lo que se es). Así, el cambio sería el paso de la potencia al acto guiado por la propia esencia, por la que cada ser busca llegar a ser lo que debe ser, su finalidad propia. Por último, para explicar la naturaleza debemos recurrir a la teoría de las cuatro causas. Estas causas son: formal (lo que se es, la esencia), material (de qué está hecho), eficiente o agente (quién o qué lo hizo) y final (para qué se hizo). Con estas cuatro causas, según Aristóteles, se podría explicar cualquier fenómeno natural.
La otra parte del estudio de la realidad es la Metafísica. La Metafísica estudia la realidad en cuanto tal, lo universal, que todo lo existente cumple. Así, el objeto de estudio de la Metafísica es el ente, el ser en cuanto ser, y no lo concreto y particular de cada ser. Igualmente, la Metafísica investiga acerca de los primeros principios universales de la realidad, aquello que todo ser real debe cumplir: los axiomas (primeros principios indemostrables que rigen lo real) y las categorías (lo que se puede predicar de los seres: lugar, tiempo, cantidad,…).
Asimismo, Aristóteles estudia el fundamento último de la existencia del movimiento. Este ser es el Primer Motor Inmóvil, que inició el movimiento y a su vez hace, por atracción, que las cosas busquen su propia perfección a través del cambio. Es acto puro, pues es perfecto, y su actividad es exclusivamente pensarse.
EL PROBLEMA DEL CONOCIMIENTO: EPISTEMOLOGÍA
Para Aristóteles, nuestro conocimiento empieza por los sentidos (sensibilidad). Se conoce a través de un proceso de inducción, de lo particular a lo universal, que comienza con la sensibilidad que percibe a los seres. A través de la imaginación se genera la imagen mental y esta es recogida por el entendimiento que hace el proceso de abstracción. Éste se divide en dos: el entendimiento agente (que es universal) y que nos permite abstraer la esencia de los seres; y, el entendimiento paciente (individual) que retiene las abstracciones posibilitando los juicios.
Aristóteles, además, fue el creador de la Lógica. La lógica aristotélica pretende ser un método para que la argumentación sea rigurosa y coherente, preocupándose no tanto del contenido de los argumentos como de la validez de su estructura. Analizará la forma de las argumentaciones buscando cuáles son las correctas –modos del silogismo válidos- y cuáles las incorrectas –falacias-.
EL PROBLEMA DEL SER HUMANO: ANTROPOLOGÍA
Siguiendo su teoría hilemórfica afirmará que el cuerpo (la Materia) y el alma (la Forma) forman una única sustancia natural (primera o individual) y su unión es esencial. El alma es el principio de vida y es mortal (aunque el entendimiento agente sea inmortal, pero no personal). El alma humana tiene tres funciones: la facultad vegetativa o nutritiva es la capacidad para alimentarse y desarrollarse y es propia de todos los seres vivos; la facultad sensitiva que permite la sensibilidad, siendo propia de todos los animales; y la facultad intelectiva exclusiva de los seres racionales y que posibilita el pensamiento. La intelección es considerada como la superior de las funciones humanas, la más característica y esencial pues es la que le distingue de los demás seres.
EL PROBLEMA DE LA MORAL: ÉTICA
Para Aristóteles, la moral sigue un esquema teleológico, pues los seres tienden a un fin que en los seres humanos es la felicidad y, por ello, su ética se denomina Eudemonismo. Según Aristóteles, la felicidad consiste en desarrollar y cumplir lo propio de cada ser de acuerdo a su esencia. Esto en los seres humanos es la actividad intelectual, la vida contemplativa, pues la facultad intelectiva es lo característico del ser humano, que lleva al conocimiento de los seres y especialmente del ser supremo, el motor inmóvil. Por ello, lo fundamental será perfeccionar esta característica racional y con ella las virtudes dianoéticas o intelectuales, que son aquellas que perfeccionan el entendimiento: la sabiduría o la contemplación, la reflexión,… Pero el hombre no es sólo una sustancia con entendimiento, sino que al tener necesidades corporales y sociales le resulta imposible conseguir la plena felicidad (que sería estar permanentemente pensando y es sólo propia de Dios). Así, la felicidad humana es limitada.
Precisamente, para cumplir estas necesidades sociales están las virtudes éticas o prácticas, las más humanas (frente a las dianoéticas que serían «divinas») y que organizan nuestras vidas de forma que podamos dedicarnos a lo que nos es propio (el desarrollo de la facultad intelectiva). La virtud ética se define en Aristóteles como un hábito (disposición adquirida por la práctica frecuente) de determinar con prudencia (utilizando la facultad intelectiva o entendimiento) el término medio entre dos extremos viciosos (uno por defecto y otro por exceso) de forma personal. El término medio es personal, no universal.
EL PROBLEMA DE LA SOCIEDAD: POLÍTICA
El hombre es un ser social por naturaleza, un zoon politikon, y en su esencia se encuentra implícita su sociabilidad ya que posee el logos que le permite comunicarse racionalmente con los demás seres racionales. La sociedad, pues, no es producto de la convención sino que entra dentro del esquema teleológico siendo el fin último de todo el proceso de unión social la polis. La felicidad humana sólo se puede conseguir, así, dentro de una sociedad cuyas leyes posibiliten el desarrollo de las virtudes prácticas en todos los ciudadanos. Por esto el legislador o el político debe ser alguien que no sólo tenga conocimientos teóricos, sino que debe haberse habituado a la aplicación práctica de su intelecto, ser prudente. La Justicia social se da cuando el gobierno no busca intereses particulares y posibilita la realización de la virtud en todos los ciudadanos.
Aristóteles distingue tres formas justas de gobierno, frente a sus respectivas corrupciones: la Monarquía, el gobierno de uno solo, su corrupción es la Tiranía; la Aristocracia, el gobierno de los mejores, frente a Oligarquía; y la Democracia, considerada la mejor por Aristóteles, es el gobierno del pueblo, su corrupción es la Demagogia.
EL PROBLEMA DEL CONOCIMIENTO: EPISTEMOLOGÍA
Hume es el autor más importante de la escuela del Empirismo. Para el Empirismo todo nuestro conocimiento procede de la Experiencia. Hume niega, pues, la existencia de las ideas innatas en la razón, con anterioridad a la experiencia, ya que nuestro entendimiento es como una página en blanco en la que nada hay escrito al nacer.
Hume distinguirá dos elementos en la razón: las impresiones, representaciones mentales simples de las percepciones recibidas por la sensibilidad; y las ideas, representaciones o copias de las impresiones (pasadas) en la mente, son menos vivas y proceden de una impresión.
Asimismo, afirmará dos modos de conocimiento racional: – El conocimiento de relaciones entre las ideas (razonamiento a priori). Las proposiciones de este tipo son analíticas, el predicado está implícito en el sujeto y no nos dan nueva información, y son a priori, para conocer su verdad no es necesario recurrir a la experiencia ya que es anterior a esta. Son las matemáticas y la lógica.
– El conocimiento de cuestiones de hecho (razonamiento a posteriori) que trata sobre la realidad. En sus proposiciones, el predicado no está implícito en el sujeto, afirman algo nuevo sobre la realidad dando un conocimiento extensivo y son, por tanto, sintéticas. Además, son a posteriori, ya que su verdad o falsedad se descubre después de recurrir a la experiencia. Todo nuestro conocimiento, exceptuando matemáticas y lógica, es de este tipo.
Así, según Hume todo conocimiento sobre la realidad proviene, por lo tanto, de un razonamiento a posteriori y el criterio de verdad para saber si una idea es verdadera o falsa es recurrir a la impresión.
Hume criticará a continuación el principio de causalidad, según el cual una causa determinada produce siempre y necesariamente un efecto concreto. Según Hume, este principio de causalidad no es correcto pues no podemos tener impresión de dicha conexión (no podemos percibir que algo vaya a ocurrir siempre y necesariamente). Para Hume, la relación causa-efecto la afirmamos por la experiencia de haber percibido de forma habitual un acontecimiento detrás de otro y por ello afirmamos que lo que ha sucedido en el pasado se repetirá en el futuro y que objetos semejantes tendrán efectos semejantes. Así, Hume afirma que el principio de causalidad es sólo una suposición o creencia basada en el hábito y la costumbre de haber tenido impresión en el pasado de dos acontecimientos distintos unidos consecutivamente. La verdad de toda ley de la naturaleza es, por tanto, sólo probable. Sin embargo, Hume acepta la utilidad de estas creencias para la vida y por ello la ciencia misma resulta útil para la humanidad. Hume igualmente criticará las tres sustancias cartesianas (el Yo, la Realidad Exterior y Dios) y asegurará que es imposible conocer su existencia defendiendo el escepticismo. Negará la afirmación de la existencia del yo entendido como una identidad permanente y estable, una sustancia o esencia, pues es imposible tener una impresión (o intuición) permanente y estable del propio yo. Así, nuestro Yo no es más que la sucesión de las impresiones acaecidas en nuestra mente que nuestra memoria recuerda y que unificamos ilícitamente. El yo por tanto es un hecho psicológico producido por la memoria y no algo sustancial. Para asegurar que no podemos conocer si existe la realidad exterior se basará en su crítica a la idea de causa. Al no poder afirmar sin duda que nuestras impresiones procedan de algo exterior, nopodremos asegurar que exista la realidad externa a mí. Por tanto no podremos saber con seguridad si existe la realidad extramental. Igualmente, señalará que no podemos asegurar la existencia de Dios pues es imposible tener experiencia de él (1)
EL PROBLEMA DE LA MORAL: ÉTICA
Hume realizará una crítica a toda la ética anterior a él. Según su teoría, nuestros juicios morales no son producidos por la razón pues no se tratan ni de relaciones entre ideas, al no ser analíticos, ni de cuestiones de hechos, pues los juicios morales no describen solamente una realidad percibida sino que la juzgan como buena o mala. Efectivamente, el razonamiento puede ayudarnos a clarificar la utilidad de las acciones humanas pero no puede impulsarnos a realizarlas.
Hume defenderá el emotivismo moral: el fundamento de la moral será el sentimiento moral del individuo. Este sentimiento moral es una emoción o gusto interior que surge en el sujeto y que muestra agrado o desagrado ante las acciones siendo universal a todos los hombres. Este sentimiento moral, se funda en dos principios: la utilidad y la simpatía. La utilidad nos genera la expectativa del placer que una acción puede hacernos conseguir. Así, aquellas acciones que más placer nos vayan a procurar son aquellas que tenderemos a calificar como buenas. Pero, en este placer entra el cálculo de su utilidad: una acción que nos genere un placer inmediato pero un dolor posterior será rechazada y calificada como mala no por altruismo o amor a la humanidad sino porque procura un displacer futuro y, por tanto, no resulta útil. En segundo lugar, está la simpatía, que es la inclinación que todos los hombres poseen a participar de los sentimientos y de las inclinaciones de los otros seres humanos y que nos lleva a obrar moralmente. Así se garantiza que el sentimiento moral no sea individual y que la moral no sea meramente convencional sino que se funde en un sentimiento moral característico de la propia humanidad y, con ello, de la propia forma de ser humanos siendo, por tanto, universal (1)y por tanto no es posible demostrar su existencia. Así y como conclusión final, Hume, en su desarrollo radical del empirismo, terminará estableciendo el escepticismo (afirma imposible demostrar la existencia del mundo, del yo y de Dios), y el fenomenismo (sólo es posible conocer la impresiones como hechos mentales).
EL PROBLEMA DE DIOS Y LA REALIDAD: TEOLOGÍA Y METAFÍSICA
Santo Tomás aceptará de Aristóteles en su concepción de la realidad varias de sus teorías, pero distinguirá totalmente entre Dios y las criaturas. Afirmará que Dios es el creador de todo el universo y por tanto es un ser necesario, no puede no existir, frente a las criaturas que son contingentes, pueden existir o no. En los seres contingentes hay una diferencia entre la esencia (su definición universal) y existencia (si realmente existen o no) ya que su esencia no implica su existencia, pero en Dios, al ser necesario, su esencia implica su existencia. La esencia es potencia de ser (posibilidad) y la existencia es acto de ser (el hecho). Aquino, igualmente, establecerá una organización jerárquica de los seres basada en sus grados de perfección según la potencialidad de sus esencias y su semejanza (participación) con Dios: los seres serán más o menos perfecto de acuerdo a su parecido mayor o menor con Dios.
Sto. Tomás afirma así a Dios como el ser necesario y acto puro, ser inmutable y perfecto, cuya actividad es pensarse a sí mismo, como en Aristóteles. Sin embargo, Aquino defiende el creacionismo y, por lo tanto, Dios conoce el mundo al pensarse, pues es su obra, y cuida y ama a sus criaturas.
Santo Tomás comprende que la existencia de Dios es problemática racionalmente y por tanto una de las tareas fundamentales de la razón será la demostración de la existencia de Dios. En primer lugar criticará el Argumento Ontológico de San Anselmo y defenderá que la existencia de Dios no nos resulta evidente ya que si bien es evidente en sí misma, pues Dios es un ser necesario, no es evidente para nosotros, pues nuestra razón es limitada y desconocemos el concepto de Dios por ser su esencia incognoscible para la razón del hombre. Por ello, habrá que demostrar su existencia.
Para ello, distingue dos tipos de demostración: la a priori, en la que conociendo la causa podemos inferir el efecto, y la a posteriori, en la que al darse el efecto podemos demostrar la causa. Sto. Tomás afirmará que sólo es posible demostrar la existencia de Dios utilizando la demostración a posteriori, pues conocemos el efecto (la creación) y buscamos su causa (Dios).
De esta forma, Aquino presentará cinco vías para demostrar la existencia de Dios. La primera, parte del movimiento de los seres para afirmar la existencia de Dios como motor inmóvil. La segunda, parte de la existencia de causas causadas para demostrar la de Dios como causa incausada. La tercera, parte de la existencia de seres contingentes para afirmar la de Dios como ser necesario. La cuarta (de influencia platónica), parte de la existencia en los seres de distintos grados de perfección para afirmar la de Dios como ser perfectísimo. La quinta, parte del comportamiento ordenado de los seres naturales para afirmar la existencia de Dios como inteligencia ordenadora. Esta ordenación la realiza mediante la imposición de la ley eterna, que regula con la ley física a los seres irracionales, y a los hombres con la ley natural, la ley moral, que posibilita su libertad. Así Dios resulta ser motor inmóvil, causa primera, creador, ser necesario, ser perfecto y ordenador del universo.
EL PROBLEMA DEL CONOCIMIENTO: EPISTEMOLOGÍA
Sto. Tomás distingue dos fuentes distintas de conocimiento, la razón y la fe. La razón conoce de forma imperfecta la esencia de Dios y tiene unos límites que sólo pueden ser ampliados por la fe. Razón y fe tienen contenidos propios y específicos, pero también contenidos comunes. Para Sto. Tomás razón y fe son autónomas e independientes, no puede existir contradicción entre los contenidos de ambas y deben ayudarse mutuamente: la razón ayuda a la fe para construir la teología y la fe a la razón como criterio extrínseco negativo de sus conclusiones.
Sto. Tomás en relación con el conocimiento racional afirmará que se parte de la percepción sensible para elaborar mediante abstracción los conceptos universales. El entendimiento agente abstrae las características comunes conociendo el concepto universal y el entendimiento posible aplicará dichos conceptos universales a lo concreto para hacer juicios.
EL PROBLEMA DEL SER HUMANO: ANTROPOLOGÍA
El entendimiento, la capacidad racional, es la facultad más propia del alma humana, la cual es su esencia y el principio de vida. El hombre es para Aquino la unión sustancial del cuerpo (mortal) y del alma racional (subsistente, inmortal e incorruptible). El alma humana tiene tres facultades: vegetativa, que posibilita la alimentación y el desarrollo, propia de todos los seres vivos; sensitiva, posibilita las sensaciones dotadas por los sentidos, deseos y movimientos, propia de todos los animales; y la racional, que posibilita el pensamiento y es exclusiva de los seres humanos.
Sto.Tomás afirma una visión teleológica de la vida humana ya que con el desarrollo perfecto de nuestra alma conseguimos la felicidad, finalidad última a la que tiende el hombre. Esta felicidad perfecta viene dada con la contemplación de Dios en la otra vida.
EL PROBLEMA DE LA MORAL: ÉTICA
Aquino afirmarla existencia de la ley natural, la forma moral en que Dios ha impuesto en el alma humana la ley eterna respetando su libertad. La ley natural tiene varios preceptos que se fundamentan en uno principal: el deber de desarrollar la propia esencia humana realizando el bien y evitando el mal. De éste se derivan tres preceptos primeros en relación a las facultades del alma: el deber de conservar la vida, que desarrolla la facultad vegetativa; el deber de procrear y educar a los hijos, que desarrolla la facultad sensitiva; y el deber de respetar la justicia social y de buscar la verdad (el conocimiento de Dios), desarrollando así la facultad racional.
Para Santo Tomás, los preceptos de la ley natural son evidentes (todos pueden llegar a conocerlos), universales (valen para todos los seres humanos) e inmutables (no cambian nunca) por estar implícito en la esencia humana. A través de la conciencia podemos deducir de estos preceptos generales unos preceptos secundarios concretos para las distintas situaciones cotidianas que sí pueden admitir excepciones.
EL PROBLEMA DE LA SOCIEDAD: TEORÍA SOCIAL
La facultad racional del hombre sólo puede desarrollarse en sociedad ya que el hombre es para Sto. Tomás un ser social por naturaleza. Los preceptos de la ley natural son demasiado generales y deben ser concretados mediante la ley positiva, las leyes que rigen una sociedad concreta. Las leyes positivas son convencionales y deben ser una prolongación de la ley natural y respetarla, ya que si no es así serán injustas y existe el derecho a desobedecerlas. La búsqueda de la justicia es el punto de unión entre la moral y el derecho. Las mejores formas de gobierno, para Sto. Tomás son la Monarquía, la Aristocracia y la Democracia siempre que respeten la ley natural al hacer sus leyes positivas.
EL PROBLEMA DEL HOMBRE Y CONOCIMIENTO: ANTROPOLOGÍA Y EPISTEMOLOGÍA
Para Marx, el auténtico conocimiento es la praxis: la actividad teórico-practica a través de la cual el hombre transforma la realidad. La praxis sigue un proceso dialéctico: requiere utilizar el entendimiento, actividad teórica, para transformar racionalmente la realidad en la mente y utilizar la sensibilidad activa, actividad práctica, que transforma empíricamente la realidad en algo racional de forma concreta. De esta forma, sólo se podrá afirmar la verdad de lo pensado cuando el hombre lo haya realizado en el mundo. Toda teoría únicamente especulativa (abstracta) de la realidad es falsa.
Por ello, según Marx, el hombre se realiza como tal al transformar la realidad y humanizarla, realizando su praxis. Y esta realidad externa, por tanto, existe como forma social producida por el trabajo humano y no como algo natural. Además, Marx afirma que las relaciones sociales son relaciones existenciales, posibilitan y condicionan concretamente la existencia de cada individuo y de ellas depende cómo será su vida: una sociedad será justa si permite al ser humano cumplir libremente esta praxis desarrollando con ello su racionalidad.
EL PROBLEMA DE LA REALIDAD Y LA SOCIEDAD: METAFÍSICA Y POLÍTICA
La realidad para Marx se construye y fundamenta en la relación dialéctica de dos elementos materiales, hombre y naturaleza, y se realiza en un proceso de producción determinado (histórico-social). La realidad es pues la realidad social, la sociedad, y será estudiada por el Materialismo Histórico.
Para Marx toda sociedad se compone de una estructura básica compuesta de dos elementos: la base económica, que es el modo en que se organiza la producción material, y la Superestructura, que es el conjunto de leyes, ideas y costumbres, la cultura, que surge de dicha forma de producción. La relación entre esta base económica y la superestructura es dialéctica influyéndose mutuamente. Por supuesto, la base económica puede cambiar y eso ocurre cuando surgen una serie de contradicciones que, alcanzado un determinado nivel, harán que la sociedad entre en crisis. Estas contradicciones son una negatividad surgida del sistema y se traducen en condiciones necesarias para su transformación (para hacer la revolución). Estas condiciones son tanto condiciones objetivas, elementos dentro del sistema de producción económico, como condiciones subjetivas, por las que un grupo humano debe tomar conciencia de las contradicciones e injusticias del sistema vigente y realizar la revolución.
Precisamente, frente a esta toma de conciencia de la injusticia del sistema, la superestructura genera un mecanismo de defensa que es la Ideología. La Ideología es una falsa conciencia, un conjunto de ideas, que justifica y busca mantener la realidad tal y como es haciendo que los individuos formen teorías falsas sobre sí mismos y sobre el mundo. Una parte importante, aunque no única, de esa ideología la conforma la religión. Se produce, según Marx, una alienación religiosa pues el hombre pone en Dios, un ser inventado, aquello que él mismo podría llegar a ser buscando así consuelo para su vida y no cambiando el mundo. La religión es ideología porque es un consuelo que justifica y mantiene la irracionalidad de la realidad concreta, impidiendo tomar conciencia de su posible transformación, prometiendo la racionalidad en otro mundo ya realizado.
Para Marx, por tanto, la tarea de la filosofía será analizar la realidad social concreta y por ello pasará a estudiar la forma social actual, el Capitalismo, afirmando que en él el ser humano no puede desarrollar libremente su praxis y por tanto llevar una vida digna y feliz.
La sociedad capitalista se divide en clases sociales y Marx señala que surge una contradicción fundamental entre las dos principales: burguesía y proletariado. La burguesía tiene la propiedad privada de los medios de producción y el proletariado sólo posee su fuerza de trabajo, su praxis, que tiene que vender a la propia burguesía para sobrevivir. Surge así la explotación de una clase sobre otra y con ella la lucha de clases.
Esta explotación se fundamenta en la Alienación en el trabajo. La alienación en el trabajo consiste en que el valor del producto (realizado por el trabajador) no pertenece al obrero ni sirve para mejorar el mundo sino que pertenece y beneficia al capitalista ya que el salario no paga el trabajo realizado sino sólo la fuerza de trabajo (la cantidad necesaria para que el obrero pueda volver a trabajar y ser explotado otra vez). Así, la praxis del trabajador, y con ella su propia humanidad, es considerada como un medio para conseguir un beneficio para el capitalista, la plusvalía, y no para crear un mundo más humano. La Alienación se produce, pues, cuando el obrero ve que su capacidad de transformación del mundo, su praxis, no sirve para humanizar el mundo y hacer de él un lugar mejor sino para crear más capitalismo que le siga oprimiendo. Así, en el capitalismo, el proletariado es la negación de lo humano y del sistema al tener que vender su praxis y no poder realizarse como auténticos sujetos racionales.
Por ello, es necesario la superación del capitalismo y el final de la sociedad de clases: es necesaria la Revolución. Efectivamente, la única forma para poder emanciparse es hacer la revolución y superar con ello el capitalismo, que impide el desarrollo de la humanidad. El interés del proletariado es, por tanto, universal porque si se libera él también libera a todos pues implica el final de la sociedad de clases y la explotación humana. Para esta revolución, el proletariado deberá adquirir una conciencia de clase que le haga comprender que debe hacer la revolución para emanciparse, superando así la ideología. Una vez socializados los medios de producción comenzará una nueva era, la historia de la humanidad, donde los sujetos podrán desarrollar su praxis y ser realmente libres.