Portada » Español » El Grand Tour y Baelo Claudia: Viaje al Corazón del Patrimonio Histórico
El siglo XVIII marcó un hito en la historia europea con el auge del Grand Tour. Impulsados por los ideales de la Ilustración, que exaltaban la razón y el conocimiento, los europeos redescubrieron el placer de viajar, buscando las rutas que les llevasen al entendimiento de la Antigüedad clásica. Este viaje se configuró como una forma de aprendizaje, una experiencia transformadora que iba más allá del mero turismo.
Italia, desde tiempos antiguos, se consideraba el complemento y la culminación de la formación intelectual. En el contexto del Grand Tour, se convirtió en la meta común del viaje que emprendían jóvenes acomodados y aristócratas, fundamentalmente británicos. Tras finalizar sus estudios en las principales universidades, se embarcaban en una aventura de uno o dos años, acompañados por un tutor, recorriendo Europa (Francia, Suiza, Alemania, Países Bajos e Italia). Las palabras “viaje” y “viajero” gozaban de gran respeto y reflejaban la calidad de esta experiencia.
Uno de los ejemplos más emblemáticos del Grand Tour es el de Francis Basset, quien pasó por Roma y encargó un retrato a Pompeo Batoni (Retrato de Francis Basset, 1778, Museo del Prado). La obra, que Batoni terminó después de la partida de Basset, se embarcó en el Westmorland, un navío que fue capturado por los franceses y vendido a los españoles.
El Westmorland, que partió de Italia en la Nochevieja de 1778 con destino a Londres, fue apresado por dos navíos franceses y conducido al puerto de Málaga. Lo excepcional de este incidente radica en el contenido del barco: una valiosa colección de obras de arte, libros, planos, mapas y partituras. Esta carga, junto con una abundante documentación de la época, se exhibe en la exposición «El Westmorland: recuerdos del Grand Tour».
Las naves de guerra francesas vendieron rápidamente el barco y su carga a través de agentes instalados en Málaga. Un importante lote de cajones llenos de mármoles, pinturas, dibujos, acuarelas y otras piezas fue adquirido por la Sociedad de Lonjistas de Madrid y, posteriormente, por el Estado español para la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, donde se ha conservado casi íntegra desde entonces.
El yacimiento arqueológico de Baelo Claudia se encuentra en la Ensenada de Bolonia, dentro del Parque Natural del Estrecho, a unos 12 km de Tarifa (Cádiz). Esta ciudad romana, fundada a finales del siglo II a.C., prosperó gracias al comercio con el norte de África, la pesca, la industria de salazón y la producción de Garum, una salsa de pescado muy apreciada en la época. El emperador Claudio (41-54 d.C.) le concedió el rango de municipio romano.
Su declive económico comenzó en la segunda mitad del siglo II d.C., probablemente debido a un terremoto que destruyó gran parte de la ciudad. En el yacimiento se conservan los elementos más representativos de una ciudad romana, como la plaza pública (foro), las columnas del palacio de justicia (basílica) y una reproducción de la estatua de Trajano.
El conjunto arqueológico de Baelo Claudia se divide en dos partes: la ciudad romana, con su propio circuito de visita, y un espacio museístico cubierto, que alberga salas de exposiciones, proyecciones y un centro de interpretación. El objetivo es que el visitante obtenga una visión completa de la vida en Baelo Claudia.
Para una comunicación eficaz del patrimonio y una experiencia cultural de calidad, es fundamental:
La construcción de centros de interpretación y la accesibilidad al patrimonio se apoyan en diversos recursos:
Las visitas guiadas son esenciales para la presentación del patrimonio. El intérprete debe: