Portada » Historia » El Frente Popular y la Crisis de la República Española (1936)
En enero de 1936, Izquierda Republicana y Unión Republicana, junto con el PSOE, UGT, el PCE, el POUM y los sindicalistas contrarios a la FAI (liderados por Pestaña), firmaron el pacto del Frente Popular. Este constituyó una plataforma electoral con un programa mínimo y escasamente revolucionario.
En Cataluña se creó una formación similar, el Front d’Esquerres, liderada por Esquerra Republicana y compuesta por organizaciones nacionalistas, republicanas y obreras catalanas. En febrero de 1936, las elecciones dieron la victoria a los candidatos del Frente Popular.
La coalición de izquierdas obtuvo más del 45% de los votos en la mayoría de las ciudades importantes. Los partidos de centro y derecha se presentaron a las elecciones muy divididos (excepto en Cataluña). Los anarquistas participaron y otorgaron su voto al Frente Popular. El PCE, que era un partido pequeño y poco influyente, apenas consiguió diecisiete escaños. La CEDA obtuvo un resultado insuficiente y el Partido Radical, desacreditado tras su etapa de gobierno, obtuvo escasos escaños.
Paradójicamente, el término Frente Popular no aparecía en el texto firmado por varios partidos en enero de 1936 ni en su programa posterior. La expresión se adoptó popularmente debido a una experiencia similar realizada en Francia (desde julio de 1935). La formación del Frente Popular en varios países europeos respondía a las directrices marcadas en 1935 por la Internacional Comunista, que recomendaba la creación de alianzas tácticas del movimiento obrero y la burguesía para combatir el fascismo.
Entre febrero y julio de 1936 se produjeron cambios en el Gobierno y en el Estado, se adoptaron varias medidas políticas y los partidos experimentaron numerosas transformaciones. Por otra parte, el movimiento sindical se radicalizó y la violencia política se incrementó considerablemente.
Se constituyeron gobiernos exclusivamente republicanos, dirigidos por Azaña primero y por Casares Quiroga después, debido a que en mayo de 1936 Azaña reemplazó a Alcalá-Zamora en la presidencia de la República.
Los seguidores de Largo Caballero, la izquierda del partido y la UGT, abogaban por no comprometerse en exceso con los republicanos y sí con otras organizaciones obreras como la CNT y el PCE. Algunos intelectuales y las Juventudes Socialistas (que iniciaron su fusión con los comunistas), querían convertir al PSOE en un auténtico partido revolucionario. Indalecio Prieto lideró al sector del PSOE que defendía la colaboración, incluso en el gobierno, con los republicanos.
Se produjo una ofensiva encabezada por la CNT y la UGT entre mayo y julio. Muchos labradores ocuparon las tierras de las que habían sido desalojados entre 1934 y 1935; ocupaciones que fueron legalizadas por el Gobierno. Destacó la oleada huelguística en Madrid (mayo-julio) y, en particular, el paro en la construcción, que afectó a unos 100.000 trabajadores y provocó enfrentamientos armados entre afiliados a UGT y la CNT.
La victoria del Frente Popular tuvo un impacto psicológico considerable, al igual que las demostraciones masivas de júbilo popular, en las que se produjeron incidentes violentos. Gil Robles, Calvo Sotelo y Franco intentaron que el Gobierno invalidara los resultados y declarara el estado de guerra. Por otra parte, el traspaso de poderes fue precipitado e irregular, ya que el equipo ministerial saliente (liderado por Portela Valladares) temía por igual un golpe militar que una movilización popular que le desbordara.