Portada » Historia » El Franquismo: Desarrollismo, Crisis y Fin de una Dictadura
El franquismo fue una dictadura militar basada en el autoritarismo, nacionalismo y catolicismo. Para evitar ser calificado de fascista, el régimen se presentó como una democracia orgánica, apoyada en las Leyes Fundamentales (un conjunto de 7 leyes), dando una apariencia constitucional. Franco proclamó que España era una “monarquía católica, social y representativa”. Se impusieron sindicatos verticales, de obligada pertenencia y organizados por sectores, siguiendo un modelo de corporativismo fascista para borrar los conflictos de clases. La posguerra estuvo marcada por la pobreza, la represión y el aislamiento, con una política de autarquía que afectó a la renta, impidió el despegue económico y limitó la entrada de divisas.
Desde 1959, comenzó el “desarrollismo” con un gobierno de tecnócratas vinculados al Opus Dei. En 1959, se implementó el Plan de Estabilización, que permitió controlar los precios, flexibilizar la economía y fomentar el comercio exterior. La devaluación de la peseta provocó efectos negativos como la bajada de salarios reales, quiebras de empresas y aumento del paro. Entre 1964 y 1975, se pusieron en marcha los Planes de Desarrollo, con tres planes cuatrienales y la creación de 12 Polos de Desarrollo. España vivió un milagro económico, con mejoras en indicadores macroeconómicos (como RPC y PNB) y los sectores productivos. Sin embargo, también surgieron efectos negativos como desequilibrios regionales, emigración masiva y problemas en la balanza comercial.
Hubo cambios sociales, demográficos y de mentalidad a consecuencia de la modernización económica. Destacaron las migraciones interiores (más de 3 millones) y exteriores (alrededor de 1,5 millones). La estructura social se modificó, con la aparición de nuevas clases medias urbanas y un aumento del sector terciario (del 27 al 34%). España pasó a ser una sociedad de consumo, con avances en alimentación, construcción, hogar y automóvil. Además, el turismo y el retorno de emigrados ayudaron a cambiar las mentalidades, generando un ansia de libertades. El régimen se reafirmó políticamente, y sectores reaccionarios exigieron mayor control social. Se inició una liberalización aparente con medidas como convenios colectivos, el tribunal de orden público, seguridad social, reformas en la prensa, educación y la Ley Orgánica del Estado (1967). En 1969, Juan Carlos fue nombrado sucesor, tras jurar los principios fundamentales del franquismo.
No obstante, aumentó la oposición debido a la modernización y el refuerzo del autoritarismo del régimen. La conflictividad laboral aumentó, con el protagonismo de CC.OO. y el Proceso 1001. En 1965, hubo una agitación universitaria, con la expulsión de catedráticos críticos. El Concilio Vaticano II (1962-65) dividió a la Iglesia entre sectores jerárquicos y párrocos. También surgieron grupos y partidos ilegales como PSOE, MDM, FRAP, ID, PNV, ERC, ETA y CDC. En el ámbito internacional, España realizó una intensa labor diplomática desde 1958. En 1959, Eisenhower visitó España. En 1962, se solicitó el ingreso en la CEE, logrando solo un Acuerdo Preferencial en 1970. También se intentó recuperar Gibraltar mediante un referéndum en 1967 y el cierre de la verja. Se reconoció la independencia de Marruecos (1956) y Guinea Ecuatorial (1968), se cedió Ifni (1969) y se mantuvo el control del Sáhara, que seguía siendo español.
La Crisis del Petróleo de 1973 provocó una fuerte subida de precios y una mayor dependencia energética. Esto resultó en la reducción de inversiones extranjeras, disminución de las remesas de emigrados y el turismo, y una alta inflación (40%). También aumentó el paro y regresaron muchos emigrantes. En cuanto a la inestabilidad política, en junio de 1973, Carrero Blanco fue nombrado presidente del Gobierno, pero fue asesinado por ETA en diciembre de ese año. Le sucedió Arias Navarro, quien propuso el “espíritu de febrero”, enfrentando a aperturistas y inmovilistas. En el verano de 1974, Franco fue hospitalizado, y se formó la Junta Democrática. En diciembre de 1974, se aprobó la Ley de Asociaciones Políticas, que fue muy restrictiva, lo que provocó más protestas y represión. Aumentaron los atentados de FRAP y ETA, lo que llevó a la aprobación de la Ley Antiterrorista en agosto de 1975, y la ejecución de 5 presos políticos. En cuanto a las dificultades exteriores, la imagen del régimen se deterioró debido a los fusilamientos, la situación en Portugal y la “Marcha Verde” de Marruecos. Finalmente, el 20 de noviembre de 1975, Franco murió, y Juan Carlos I fue proclamado sucesor.
La posguerra (1939-59) estuvo marcada por la pobreza, la represión y el aislamiento. El desarrollismo (1959-73) trajo avances con los tecnócratas, pero también inmovilismo político, cambios de mentalidad y un aumento de la oposición en el contexto de la Guerra Fría. La crisis de 1973 y el fin del régimen fueron causados por la crisis del petróleo, el asesinato de Carrero Blanco y la creciente oposición. La muerte de Franco en 1975 marcó el inicio de la Transición, que culminó con la Ley para la Reforma Política de 1977 y la Constitución de 1978.