Portada » Filosofía » El Filósofo-Rey y la Estructura del Estado Ideal en Platón
Platón rechaza la democracia, pero también la oligarquía. Como alternativa a estas formas de gobierno, propone un gobierno de filósofos. En síntesis, afirma que solo habrá remedio cuando el gobierno esté en manos de personas que, gracias a la filosofía, hayan alcanzado la sabiduría y la virtud.
Como hemos visto, para gobernar es necesario aprender el “arte de la justicia”, y este arte solo puede aprenderse mediante la filosofía. Platón llegó al convencimiento de que la toma de decisiones sobre el bien común no debía reservarse a la mayoría, sino a los verdaderos filósofos. Esta propuesta platónica es el resultado de aplicar el intelectualismo moral de Sócrates: solo pueden ser individuos justos y buenos aquellos que saben en qué consisten la justicia y el bien. Platón deduce que solo los filósofos pueden ser gobernantes perfectos, pues la filosofía es el único saber que proporciona el conocimiento de las esencias de la justicia y el bien.
El conocimiento de la Justicia en sí y del Bien en sí es un conocimiento globalizador de la realidad total. Gracias a este conocimiento, el filósofo gobernante puede adquirir también el criterio necesario para distinguir lo justo de lo injusto, lo bueno de lo malo, tanto en su vida privada como en la política. Aquel gobernante que no conozca las esencias de la Justicia y del Bien jamás llegará a ser un gobernante justo.
Platón propone la aristocracia (el gobierno de los mejores). Ahora bien, no es el gobierno de los mejores por razón de la sangre o del linaje, sino de los mejores en virtud y en saber. Su propuesta consiste en una especie de “meritocracia”; podemos considerarla como una teoría de élite, según la cual el gobierno del Estado debe recaer en una élite o minoría que sobresale por su formación.
Para llevar a la práctica esta propuesta política son necesarias dos cosas:
Platón entiende el Estado como una comunidad natural de individuos que cooperan y se coordinan para vivir, beneficiándose todos de la contribución de todos. Por eso, el buen gobierno debe anteponer siempre el bien común al particular del individuo o de un grupo de estos. El bien común más importante para Platón es la justicia, entendida como armonía, unidad y cohesión social.
Para Platón, el Estado es semejante a “un individuo en grande”. Lo mismo que el alma está compuesta por tres partes, en el Estado hallamos igualmente tres grupos humanos naturales:
Platón llama ciencia dialéctica a la ciencia de las Ideas y de las relaciones entre Ideas. Platón identifica la dialéctica con la filosofía; es la enseñanza principal en la formación de los futuros gobernantes, pues es la que les conducirá a la contemplación de la Idea de Bien y de las restantes Ideas. En el pasaje de la línea, Platón compara las matemáticas con la dialéctica: ambas versan sobre objetos que son inteligibles, aunque siguen métodos bien distintos.