Portada » Español » El Español Hoy: Diversidad Geográfica y Rasgos Actuales
Los rasgos específicos del español actual son reflejo de la sociedad contemporánea: la presencia de los medios de comunicación y la tecnología en la vida cotidiana; la importancia del inglés en un mundo marcado por la globalización; o el cuestionamiento de la noción de autoridad y la deslegitimación de las jerarquías tradicionales.
Frente a los temores de diversificación del idioma, manifestados por estudiosos del siglo XIX y también del XX, en los que operaba el recuerdo de la fragmentación del latín, las condiciones de la sociedad actual (incremento de las comunicaciones, intercambios de la lengua culta a través de textos literarios, etc., pero también de la más coloquial por medio de las inmigraciones, productos cinematográficos, etc.) hacen que las variantes del idioma sean cada vez menos desconocidas entre los distintos grupos de hispanohablantes e incluso provocan el trasvase de rasgos de unos ámbitos a otros con una rapidez muy superior a como actuaban en el pasado los procesos de cambio lingüístico.
La aparición de nuevas realidades para las que el idioma no cuenta con una denominación propia en ámbitos tan diversos como la tecnología, el deporte, la empresa o la moda, da lugar a una constante incorporación de neologismos. Así, la última edición del Diccionario de la Real Academia (2014) ha incluido términos como dron, wifi, tuit, blog, teletrabajo, mileurista o precuela.
Los anglicismos son los neologismos más numerosos en el castellano actual, incorporados como extranjerismos crudos (software, hacker, rafting, airbag…), como términos adaptados o hispanizados (baipás, espray, máster, pádel…) o como calcos (disco duro, sistema operativo…). Las causas de este fenómeno son diversas: el pasado colonial británico, que convirtió el inglés en una de las lenguas más habladas del mundo (oficial en sesenta países); la preponderancia científica, tecnológica y económica de los Estados Unidos, que ha convertido el inglés en lengua franca en el ámbito de los negocios y en el mundo académico, y en el idioma más empleado en la Red.
La avalancha de anglicismos genera una tensión entre aquellos cuya incorporación está justificada, y otros superfluos o innecesarios, que designan realidades para las que existen palabras equivalentes en español. La RAE ha optado por dar entrada a alguno de esos términos, cuyo empleo está muy extendido: bol (“tazón o cuenco”), sponsor (“patrocinador”), stock (“existencias”), crack (“deportista de extraordinaria calidad”)… En otros casos, su uso resulta rechazable: leggins (“mallas”), casual (“informal”), bullying (“acoso escolar”), mobbing (“acoso laboral”)…
Se constata, en general, una invasión de usos propios de la variedad coloquial en contextos formales. Destaca, en particular, la extensión del tuteo, como consecuencia del debilitamiento de las jerarquías característico de la sociedad actual. Así, el tratamiento de tú se emplea en situaciones en las que la edad del interlocutor o el grado de familiaridad entre los hablantes parecerían exigir el uso de usted.
En el castellano o español actual se pueden distinguir dos grandes zonas dialectales: la septentrional y la meridional.
Aunque en el mapa el límite entre las dos zonas parece claro, lo cierto es que la frontera entre las dos áreas no lo es, ya que las distintas líneas que señalan los rasgos de una zona u otra (isoglosas: líneas imaginarias que, en un atlas, delimitan los puntos en que se manifiesta un mismo fenómeno lingüístico) a menudo se entrecruzan.
En general, las diferencias entre los dialectos del castellano o español son suaves y no plantean demasiados problemas de comunicación.
Las hablas septentrionales, más conservadoras, abarcan principalmente las tierras castellanas por tradición y las que se extienden también por los territorios que habían ocupado en el pasado el aragonés y el asturleonés.
Se caracterizan por ser más evolucionados en su pronunciación y por tener rasgos fonéticos más innovadores: es el castellano que se extendió desde Toledo hacia La Mancha, Extremadura, Murcia, Andalucía y Canarias, y el español de América.
En esta área dialectal se encuentran el andaluz, punto de partida del canario y del español de América, y los dialectos extremeño y murciano. Se denominan dialectos o hablas de transición el extremeño (con rasgos leoneses, castellanos y andaluces); el murciano (con rasgos aragoneses, catalanes y meridionales), y el canario (con influencias del andaluz occidental y del español de América).
Principales rasgos generales de los dialectos meridionales:
Es un dialecto de transición entre el leonés (principalmente en el norte de Extremadura), el castellano y el andaluz.
El aspecto fonético más característico del extremeño es la aspiración generalizada o la relajación de la -s en posición final de sílaba; también se aspira frecuentemente la h- inicial en las palabras que proceden de f- inicial latina (como higo o harina) o la j (/x/) en palabras como muhé (mujer), vieho (viejo), etc. Otro fenómeno generalizado es el yeísmo. En el noroeste y centro de Cáceres existe, en zonas rurales, un rasgo de origen leonés, en franco retroceso, que consiste en el cierre de la –o final en –u y de la –e en –i: otru, instanti.
Tanto en la morfosintaxis como en el léxico se mezclan leonesismos, como el diminutivo –ino, -ina (chiquinino), y también se conservan palabras castellanas que se han perdido en otras hablas: herrete (aguijón), bicio (estiércol)…
El murciano es un dialecto de transición entre castellano, aragonés y catalán, y el andaluz.
Presenta un conjunto de rasgos fonéticos que se repiten en los dialectos meridionales, pero que no son generales en todas las tierras murcianas: aspiración de la –s a final de sílaba o de palabra; neutralización de -r y -l; tendencia a la aspiración de la j (/x/); el yeísmo se impone en las ciudades, aunque se mantiene la diferencia ll/y en las zonas rurales; relajamiento de las consonantes intervocálicas: peazo (pedazo), caeza (cabeza). Se mantiene la diferencia entre s y z (pronunciación interdental /θ/), excepto en la zona de Cartagena, donde existen el ceceo y el seseo. Por influencia del aragonés y del catalán se pueden oír palabras como pescatero (pescadero), cocote (cogote), llengua (lengua), flamarada (llamarada), etc.
Otros rasgos son la conservación del sufijo diminutivo aragonés en –ico, -iquio (pajarico, ratiquio) y, en el léxico, la presencia de formas arcaicas castellanas, arabismos y mozarabismos (alcancía ´hucha´, alcaucil ´alcachofa´, zagal ´muchacho´), y otros términos que también se encuentran en el andaluz.
El andaluz es la variedad dialectal más diferenciada del español septentrional. De ella proceden las modalidades lingüísticas de Canarias y de América. No es un dialecto uniforme, sino que ofrece una serie de variedades más o menos próximas entre sí.
Muchos de los rasgos fonéticos del andaluz son comunes con el resto de los dialectos meridionales: relajación de la –s implosiva con distintos resultados (aspiración, asimilación a la consonante siguiente más inmediata, pérdida total: pahta (pasta), mimmo (mismo), lo día (los días)); tendencia a la pérdida de –l, -r, -n finales; relajación o pérdida de consonantes sonoras internas, sobre todo de la –d-: salao (salado), peaso (pedazo), pare (padre), mijita (migajita), juar (jugar), caeza (cabeza); confusión de -l y -r (arma ´alma´); aumento del yeísmo y pérdida de la oclusión en la pronunciación de la ch (mushasho ´muchacho´).
Algunos de los rasgos del dialecto andaluz hacen que se pueda dividir en áreas o zonas, distinguiendo, sobre todo, entre el andaluz oriental y el occidental.
Desde el punto de vista fonético, se podrían distinguir las siguientes características:
Desde el punto de vista morfológico, en algunas zonas del dialecto occidental se produce un reajuste en la conjugación de las personas gramaticales de los verbos: desaparición de vosotros/as y sustitución por ustedes, sin que ello suponga un trato de respeto; este pronombre se combina a veces con las formas verbales de 2ª persona del plural (uso no normativo: ustedes entráis).
En el léxico existen influencias diversas: leonesismos en la parte occidental; portuguesismos en Huelva; aragonesismos en Jaén, Granada y Almería, y arcaísmos castellanos, léxico propio, léxico que coincide con el español de América… También en el léxico se producen diferencias entre el área oriental y la occidental para referirse a un mismo objeto: panocha/mazorca; candela/lumbre.
El dialecto canario es una variedad lingüística que presenta casi los mismos rasgos que el andaluz. Las diferencias más significativas se encuentran en el léxico, por la presencia de guanchismos y portuguesismos.
El canario presenta muchos de los rasgos fonéticos andaluces: seseo; aspiración, asimilación a la consonante inmediata o pérdida de la -s final (cohta ´costa´, sei litroh ´seis litros´, ihla o il.la ´isla´); aspiración de la j (/x/) (debaho ´debajo´); neutralización de -l y -r finales (arquiler ´alquiler´); yeísmo en las ciudades. La pronunciación de la ch es casi sonora en lugar de sorda, se percibe casi como y.
En la morfología, como en el andaluz occidental, se ha perdido el uso de vosotros/as a favor de ustedes. Otra característica es el uso del pretérito perfecto simple en vez del compuesto (¿te caíste? por ¿te has caído?). Como en Andalucía y América, no existe leísmo, es decir, se conserva la distinción entre le y lo. Finalmente, se personaliza el impersonal haber (uso no normativo: habían muchas personas por había muchas personas).
En el léxico se encuentran portuguesismos (millo ´maíz´, cañoto ´zurdo´); americanismos (papa ´patata´, guagua ´autobús´); guanchismos (gofio ´harina de maíz preparada´, baifa ´cabra´), y alguna palabra castellana ya no utilizada en la península (destocarse ´descubrirse´).