Portada » Filosofía » El Empirismo y el Racionalismo: Dos Corrientes Filosóficas Fundamentales
Empirismo
Todo conocimiento comienza con la experiencia y termina con la experiencia. La experiencia es origen y límite del conocimiento, su criterio de validez y su fundamento.
Todo contenido mental, por tanto, procede de dicha experiencia. La mente humana es, inicialmente, una tabula rasa, por lo que no existen las ideas innatas.
El método de conocimiento deberá ser acorde a esa preeminencia de la experiencia. Por este motivo, los empiristas propondrán la inducción, siguiendo el ideal de la física, como método de conocimiento. La influencia de Bacon, en este sentido, es notoria.
Principales representantes del empirismo: Locke (1632-1704), Berkeley (1685-1753) y Hume (1711-1776).
Racionalismo
El conocimiento tiene su origen en la razón. La razón es la fuente válida de conocimiento. Los datos proporcionados por los sentidos conducen al error. La divergencia de opiniones provendrá de no tomar como fuente válida la razón. Por este motivo, será necesario fundamentar un método adecuado para evitar dichos errores.
Este método deberá ser eminentemente deductivo y según el modelo matemático. Las matemáticas representan el ideal de ciencia, ya que aporta certezas de las que no se puede dudar. La influencia de Galileo, en este sentido, es notoria.
La deducción parte de una serie de principios que son evidentes por sí mismos. A partir de estos principios, se extraen todas las demás verdades (proceso deductivo).
La razón posee unos primeros principios -esas verdades evidentes por sí mismas y que no se extraen de la experiencia- de los que la deducción, puede extraer todos los demás conocimientos. En este sentido, los racionalistas afirmarán la existencia de ideas innatas.
Principales representantes del racionalismo: Descartes (1596-1650), Spinoza (1632-1677), Malebranche (1638-1715) y Leibniz (1646-1716).
La propuesta tomista en cuanto a las relaciones entre fe y razón se centra, al igual que en Agustín de Hipona, en torno a la cuestión de la verdad. La verdad es una y puede accederse a ella desde la teología y desde la filosofía. Sin embargo, se distanciará de la propuesta agustiniana tanto en el modo de abordar la cuestión como en la manera en que deba articularse esa armonización. Esta doble divergencia queda concretada de la siguiente manera:
Teología. Objeto de estudio: verdades reveladas por Dios. Método de estudio: inspiración divina.
Filosofía. Objeto de estudio: verdades naturales. Método de estudio: ejercicio de la racionalidad.
Esta diferenciación de objeto y método no implicará que pueda llegarse a verdades diferentes sobre una misma realidad; para Tomás de Aquino, cualquier posible divergencia estribará en errores de la razón. La confluencia de estas dos premisas configurará su propuesta, que quedará conformada en torno a la distinción que Tomás de Aquino establece entre «preámbulos de la fe», «artículos de la fe» y «verdades naturales».
Conjunto de verdades a las que se puede acceder tanto desde la razón como desde la fe.
Conjunto de verdades a las que solo se puede acceder desde la fe. Estas verdades han sido reveladas expresamente por Dios.
Conjunto de verdades a las que solo se puede acceder desde la razón.
Los preámbulos de la fe constituyen el terreno donde convergerán teología y filosofía. En este sentido, y pese a esa autonomía defendida, Tomás de Aquino afirmará la preeminencia de la fe con respecto a la razón en cuanto a este conjunto de verdades.
Respecto a esa colaboración entre los dos saberes, esta resultará evidente y necesaria en estos mismos preámbulos. La razón proporcionará a la fe procedimientos adecuados para su demostración. La fe ampliará el horizonte de la razón al mostrarle verdades -no naturales- que pueden estar a su alcance.
En cuanto a la posible incongruencia de que existan ciertos preámbulos de la fe que hayan sido al mismo tiempo revelados, Tomás de Aquino sostendrá la conveniencia de dicha revelación al tratarse de verdades directamente relacionadas con la salvación de las almas.