Portada » Lengua y literatura » El desarrollo de la literatura española: Romanticismo y Realismo
El Romanticismo surge como producto de una crisis ideológica y estética. Se manifiesta como una protesta contra los valores burgueses y la sociedad mercantil, defendiendo la libertad, la imaginación, el sentimiento y la pasión. Sus características principales son:
La poesía romántica se caracteriza por:
Su principal inspiración fue el amor y la reivindicación de personajes rebeldes frente a la opresión social. Destacan dos poemas largos: El estudiante de Salamanca (narra las aventuras de Félix de Montemar, un libertino, en un ambiente de misterio, combinando diversos metros, incluyendo romances y octavillas) y El Diablo Mundo (ofrece una visión filosófica y social de la realidad, e incluye el Canto a Teresa, compuesto en octavas reales y dedicado a su amada).
Poeta de poesía sencilla en la forma, pero llena de emoción. Ignorado en vida, hoy se le reconoce como impulsor de la poesía moderna. Su obra más importante son las Rimas, agrupadas por temas:
Las Rimas se caracterizan por su brevedad, condensación, sencillez, claridad y forma estrófica libre, con predominio de versos heptasílabos y endecasílabos de rima asonante.
En Cantares Gallegos, el tema y la forma son populares, propios de su tierra. En Follas Novas, se encuentra la preocupación social por Galicia. En En las Orillas del Sar (1885), predomina una sentimentalidad íntima y religiosa, con temas como el abandono, la melancolía y la soledad. Esta obra marca el final del Romanticismo y el inicio de la lírica moderna. Se caracteriza por la autenticidad de la voz poética, la sencillez léxica y las combinaciones métricas originales, con versos de hasta 18 sílabas.
A comienzos del siglo XIX, surge la novela histórica, ambientada en tiempos pasados. Destaca El Señor de Bembibre, de Enrique Gil y Carrasco. También fueron populares las obras costumbristas, publicadas en periódicos y revistas en forma de artículos, con intención crítica, humorística o informativa.
Autor prolífico que cultivó todos los géneros, aunque destacan sus artículos periodísticos, especialmente los de costumbres. Su actitud es crítica, irónica y mordaz al retratar la vida española, sus vicios y defectos. Ataca la ignorancia, la soberbia, la hipocresía, las fiestas, los toros, el funcionariado y la policía. Sus artículos de crítica literaria se centran en el teatro. Su estilo es natural, claro y preciso.
El drama romántico en España convivió con el teatro neoclásico. Su época de esplendor abarca de 1834 a 1849. Sus características son:
Algunos dramas románticos destacados son: La Conjuración de Venecia (Francisco Martínez de la Rosa), Don Álvaro o la Fuerza del Sino (Ángel Saavedra), El Trovador (Antonio García Gutiérrez), Los Amantes de Teruel (Juan Eugenio Hartzenbusch) y Don Juan Tenorio (José Zorrilla).
A mediados del siglo XIX, surge el Realismo, con las siguientes características:
Máximo representante del realismo español. Sus novelas contemporáneas se ajustan a los objetivos del realismo. En su última etapa, las novelas espirituales y simbólicas muestran la pobreza y la santidad. Utiliza el diálogo y reproduce el habla con humor, ironía y parodia.
Destaca en narraciones breves y cuentos, con un estudio detallado de la psicología de personajes sencillos. Su obra cumbre es La Regenta, donde la protagonista es la sociedad de Vetusta. Clarín combina narración, descripción y diálogo, con un estilo variado, desde la sátira mordaz hasta la reflexión religiosa.