Portada » Filosofía » El Contrato Social según Hobbes: Buscando el Orden en la Naturaleza Humana
Tema principal: El texto aborda la necesidad de un poder centralizado que controle y regule las pasiones humanas para evitar el estado de guerra natural y asegurar la conservación y bienestar de los individuos en una sociedad.
Thomas Hobbes argumenta que, a pesar de que los seres humanos valoran la libertad y el dominio, se someten a restricciones impuestas por el Estado para asegurar su propia conservación y una vida más grata. Sin un poder que infunda temor y castigue el incumplimiento de las leyes naturales, los humanos, guiados por sus pasiones, caerían inevitablemente en un estado de guerra.
Estructura y partes principales:
Este texto es representativo del contractualismo porque se basa en la idea de que los seres humanos, para salir de un estado natural de guerra y asegurar su propia supervivencia y bienestar, acuerdan someterse a un poder central. Este acuerdo o contrato social es esencial para la creación de una sociedad ordenada y segura, donde un poder central (el Leviatán) garantiza el cumplimiento de las leyes naturales y protege a los individuos de sus propias pasiones destructivas. Hobbes es uno de los principales defensores del contractualismo, argumentando que la autoridad del Estado se deriva del consentimiento de los gobernados.
Marx describe la alienación como la desconexión de los trabajadores con el producto de su trabajo, el proceso de producción, su propia humanidad y sus compañeros en una sociedad capitalista. Esto ocurre porque los trabajadores no controlan las condiciones ni los productos de su trabajo, impidiéndoles realizarse plenamente.
Maquiavelo sostiene que la política debe ser pragmática, basada en la realidad y no en ideales. Los gobernantes deben usar cualquier medio necesario, incluida la manipulación y la fuerza, para mantener el poder y la estabilidad del Estado, priorizando la efectividad política sobre la moralidad personal.
Montesquieu define la libertad política como la tranquilidad de espíritu derivada de la seguridad. Esta libertad se garantiza mediante la separación de poderes (ejecutivo, legislativo y judicial), evitando el control absoluto y protegiendo los derechos de los ciudadanos.
Popper distingue entre sociedades abiertas, donde hay libertad de expresión y participación democrática, y sociedades cerradas, que son autoritarias y reprimen la disidencia. Las sociedades abiertas se basan en el pluralismo y la crítica constructiva.
Las distopías son representaciones ficticias de sociedades que intentan ser perfectas, pero degeneran en sistemas opresivos y totalitarios. Estas narrativas critican el control absoluto y la pérdida de libertad individual, destacando los peligros de las visiones utópicas que ignoran la complejidad humana.
Thomas Hobbes fue un filósofo conocido principalmente por su obra “Leviatán”, en la cual expone su visión sobre la naturaleza humana y la necesidad de un gobierno central fuerte para evitar el caos y la guerra civil. El texto citado se sitúa en el contexto de un periodo de gran inestabilidad política y social, que influyó en las ideas de Hobbes sobre la naturaleza del hombre y la estructura del estado.
En este texto se expone la doctrina del contrato social, específicamente la versión que plantea que los individuos, en su estado natural, viven en una condición de guerra de todos contra todos, debido a sus pasiones naturales y la ausencia de un poder superior que imponga orden. Esta doctrina corresponde a Thomas Hobbes, quien argumenta que para evitar la anarquía y asegurar la autopreservación y una vida más grata, los hombres acuerdan someterse a un poder absoluto que garantice la paz y la seguridad. Este poder es lo que Hobbes llama el “Leviatán”.
El tema principal del texto es la justificación del contrato social y la necesidad de un poder soberano fuerte para garantizar la paz y la seguridad en una sociedad. Hobbes argumenta que los hombres, por naturaleza, buscan la libertad y el dominio sobre los demás, lo que inevitablemente conduce a un estado de guerra si no hay una autoridad que imponga orden.
Hobbes sostiene que, en ausencia de un poder visible que mantenga a los hombres atemorizados, la naturaleza humana lleva a un estado de guerra constante. Este estado de guerra es “insufrible” y los hombres, para asegurar su propia conservación y una vida más grata, acuerdan imponer sobre sí mismos restricciones mediante un contrato social. Este contrato otorga el poder a un soberano que tiene la autoridad absoluta para imponer la paz y la observancia de las leyes de la naturaleza.
Rousseau, en su obra “El contrato social”, también habla del contrato social, pero su visión es muy diferente a la de Hobbes. Rousseau creía que en el estado de naturaleza, los hombres eran libres, iguales y felices, y que la propiedad privada y la desigualdad económica corrompieron esta condición. Para Rousseau, el contrato social no es una sumisión a un soberano absoluto, sino un acuerdo entre iguales para formar una comunidad política en la cual todos los ciudadanos participan en la soberanía.
Locke, en sus “Dos tratados sobre el gobierno civil”, también aborda el contrato social, pero con una perspectiva más optimista que la de Hobbes. Para Locke, en el estado de naturaleza, los hombres viven en relativa paz y libertad, pero la ausencia de leyes y autoridades puede llevar a conflictos. El contrato social, para Locke, es un acuerdo para formar un gobierno que proteja los derechos naturales de los individuos y que tenga poderes limitados y basados en el consentimiento de los gobernados. Y a diferencia de Hobbes el dictaba que los ciudadanos no ceden sus derechos sino que los conservan
Mi opinión es que la naturaleza del ser humano es compleja y puede ser egoísta. La existencia de un pacto social parece necesaria para evitar conflictos y garantizar la coexistencia pacífica, pero debe equilibrar la autoridad con la protección de las libertades individuales.
Un gobierno democrático que garantice los derechos individuales y fomente la participación ciudadana en la toma de decisiones parece ser la más adecuada. Este modelo permite un balance entre la necesidad de orden y la libertad personal, evitando el autoritarismo que Hobbes podría justificar.
Creo que el Estado debe participar en la economía para reducir las desigualdades y asegurar que todos los ciudadanos tengan un nivel básico de bienestar. La intervención del gobierno puede ayudar a repartir mejor los beneficios del crecimiento económico y a proteger a los más vulnerables, sin llegar a un control total que limite la iniciativa personal.