Portada » Historia » El Conflicto de Cuba y Filipinas: Causas y Consecuencias del 98
En 1868 estalló un movimiento de independencia en Cuba y en Puerto Rico. La insurrección de esta última fue vencida militarmente a los pocos días, pero el caso de Cuba fue diferente.
En Cuba se consolidó un movimiento secesionista dirigido por los criollos que, en principio, solo pidieron mayor libertad de comercio y mayor participación en el gobierno de la isla.
El 10 de octubre de 1868, el propietario criollo Carlos Manuel Céspedes lanzó el Grito de Yara. Se formó una Junta Revolucionaria y a Céspedes se unieron otros líderes independentistas. Consiguió el apoyo popular de pequeños propietarios, trabajadores mestizos y esclavos negros. El movimiento se extendió por la isla gracias a la guerrilla que se enfrentaba a los voluntarios. El gobierno de España envió al general Dulce para pacificar la isla, pero al no conseguirlo, dimitió.
En abril de 1869 se proclamó una Constitución y se nombró presidente de la República de Cuba a Céspedes. Este organizó un gobierno mientras desde Madrid se continuaban enviando contingentes de tropas. Estados Unidos apoyó la causa cubana.
Cánovas envió a Martínez Campos con 70.000 soldados y un plan de paz, al tiempo que se iniciaba la gestión diplomática con los representantes estadounidenses. En 1878, el Convenio de Zanjón concedió un régimen de autonomía y una amplia amnistía, aunque no resolvió el problema.
La Guerra Chiquita comenzó en agosto de 1879, cuando estalló en la provincia de Oriente un movimiento revolucionario promovido por Antonio Maceo y otros líderes de la Guerra Larga o de los Diez Años. La insurrección no logró extenderse y fue aplastada fácilmente por Polavieja.
En los Estados Unidos, el republicano McKinley llegó a la presidencia en 1897 y, con él, el imperialismo norteamericano llegó a su cénit.
Los Estados Unidos estaban construyendo su imperio. Este hecho político estaba respaldado por su economía, que requería nuevos mercados donde colocar su producción y sus capitales. El despegue se produjo tras la Guerra de Secesión (1861-1865), cuando el país americano se sumó a la Segunda Revolución Industrial. Tras consumarse la conquista del Oeste, llegaron las aspiraciones imperialistas en el exterior.
Ideológicamente, su imperialismo se apoyaba en varias teorías:
Al firmarse la Paz de Zanjón, surgieron dos partidos políticos: el Partido Liberal Cubano y la Unión Constitucional. En Puerto Rico se produjo un proceso similar.
En la década siguiente se frustraron las aspiraciones autonomistas por la reacción de la oligarquía azucarera y los Círculos Ultramarinos, agrupados en la Liga Nacional. En 1893, Antonio Maura presentó un proyecto de autonomía que llegó demasiado tarde y fue rechazado por las Cortes españolas. En 1892, José Martí fundó el Partido Revolucionario Cubano, partidario de la independencia. La propuesta de una nueva ley de autonomía para Cuba en 1895 llegó tarde, y ese mismo año se produjo el Grito de Baire, con el que comenzaba la Guerra de Cuba.
El líder independentista Martí murió en una emboscada, convirtiéndose en el mártir y héroe que la independencia necesitaba. Máximo Gómez y Antonio Maceo tomaron su relevo.
Martínez Campos volvió a la isla dispuesto a la negociación. Cuando esta fracasó, optó por pedir fuertes contingentes de tropas para aplastar a la guerrilla. Recorrió Cuba sin encontrar apenas resistencia y, cuando pensó que el territorio estaba dominado, pudo comprobar cómo la guerrilla seguía actuando. Al negarse a castigar a la población, pidió dejar el mando y volver a la península.
El gobierno español envió al general Valeriano Weyler, quien llevó a cabo una dura represión mediante la concentración de pacíficos y el sistema de trochas o líneas fortificadas, que consistía en compartimentar el territorio de la isla mediante líneas que impedían el paso de los insurrectos.
En 1897 se produjeron cambios importantes: la desaparición de Cánovas; la llegada a la presidencia de los EE. UU. del expansionista McKinley, en sustitución del negociador Cleveland; y la sustitución de Weyler por Blanco, que perdió en pocas semanas el territorio dominado.
En EE. UU., las campañas de prensa movilizaron a la opinión pública en contra del colonialismo español. En febrero de 1898, la voladura del acorazado Maine fue el pretexto para una declaración de guerra, aunque previamente el gobierno español había rechazado la exigencia de vender la isla por 300 millones de dólares.
El 19 de abril de 1898, una resolución conjunta del Senado y de la Cámara de Representantes de los EE. UU. autorizó al presidente McKinley a intervenir militarmente en Cuba. En realidad, se trataba de un ultimátum a España que llegó el 20 de abril. El gobierno español no respondió antes del plazo dado (23 de abril), sino que María Cristina y Sagasta declararon la guerra a los EE. UU. el día 24. El 25, ellos devolvieron la declaración.
Las derrotas de Cavite y Manila en Filipinas, y de Santiago de Cuba, llevaron a la Paz de París (10 de diciembre de 1898). En Santiago, la escuadra del almirante Cervera quiso aprovisionarse en este puerto, pero se encontró con el bloqueo de la escuadra estadounidense. El gobierno ordenó el enfrentamiento y, con él, el suicidio de la escuadra.
En el tratado de paz, España renunció a Cuba y cedió Filipinas, Puerto Rico y Guam a los EE. UU. El 30 de junio de 1899, un tratado hispano-alemán concretaba la venta de las Marianas, Carolinas y Palaos. En noviembre de 1900, un tratado hispano-americano vendía las islas de Sibutú y Cagayán a los EE. UU.
En Filipinas, la población española era escasa y los capitales invertidos, poco relevantes. La soberanía se había mantenido gracias a una fuerza militar no muy amplia y a las órdenes religiosas.
La insurrección comenzó por el descontento de ciertos grupos indígenas con la administración española y con el excesivo poder de dichas congregaciones religiosas.
En 1892, José Rizal fundó la Liga Filipina, que aspiraba a la expulsión de los españoles y de las órdenes religiosas, y a la confiscación de los latifundios.
A partir de 1896 se extendió la insurrección por la provincia de Manila. Polavieja la reprimió y Rizal fue ajusticiado. Emilio Aguinaldo tomó el relevo al frente de los insurrectos, y el gobierno envió a Fernando Primo de Rivera, quien venció a los rebeldes y, en 1897, cerró el Pacto de Biak-na-Bató.
Aguinaldo se exilió a Hong Kong y allí un cónsul de los EE. UU. en Singapur le ofreció ayuda si volvía a Filipinas. Antes de que volviera, los EE. UU. habían declarado la guerra a España, y la escuadra de Dewey había partido hacia Manila.
La vieja escuadra española decidió entrar en la bahía de Manila para luchar con el apoyo de la artillería del fuerte de Cavite. El 1 de mayo, tras un combate desigual, el fuerte cayó en poder de los EE. UU.
El gobierno intentó enviar refuerzos a través del canal de Suez, pero los ingleses no lo permitieron. Los refuerzos norteamericanos sí llegaron y, con ellos, la escuadra del general Merrit, que atacó y rindió Manila en agosto, cuando ya se había firmado el armisticio que ponía fin a la guerra.
Además de quedar devastada, arruinada y hambrienta, supuso cambiar de amo. Los EE. UU. no se la anexionaron, pero la convirtieron en un protectorado, ocupándolo militarmente entre 1899 y 1902, bajo el pretexto de proporcionar las condiciones necesarias para su andadura política.
En 1901, la Enmienda Platt, del senador Orville H. Platt, autorizaba a intervenir en la isla para defenderla cuando se estimase necesario. Esto estuvo vigente hasta 1934.
En 1903 se estableció un tratado comercial de reciprocidad que aumentaba la dependencia económica de Cuba respecto a los EE. UU.
La isla obtuvo la independencia política definitiva y, el 20 de mayo de 1902, Tomás Estrada Palma se convirtió en el primer presidente de la República de Cuba.
El control económico de los EE. UU. sobre la isla continuó siendo realmente llamativo, con las grandes inversiones durante la dictadura de Batista. También hay que añadir que la injerencia fue igualmente territorial y de control estratégico militar.
1898 marca el inicio de una etapa imperialista. Dueños del Caribe, aplicaron en toda América Latina la diplomacia del dólar, haciendo realidad la máxima de Monroe. Años más tarde, comenzaron el intervencionismo a escala mundial, líneas que perduran hoy, cuando asistimos al liderazgo en solitario de los EE. UU.
El 98 puso de manifiesto el fracaso del sistema de la Restauración y los muchos errores que hubo antes y durante la guerra:
Se produjeron una serie de cambios sustanciales:
Podemos afirmar que el 98 fue el punto de partida para la disolución del sistema de la Restauración.