Portada » Español » El Barroco Literario: Una Época de Contrarios
Frente al optimismo y expansión del imperio que caracterizan la época del Renacimiento, el Barroco se presenta como un período de decadencia, inestabilidad y pesimismo.
La precaria situación socioeconómica del país genera una sensación de fragilidad a la que se une el paso de una filosofía de corte neoplatónica a una de base aristotélica. El modelo ideal se sustituye por la atención a lo real, el desengaño y el pesimismo tiñen la nueva visión barroca.
Nos situamos en una época de declive económico y político marcada por los reinados de Felipe III, Felipe IV y Carlos II. El modelo de monarquía absoluta está consolidado, pero surgen las figuras de los validos que ponen en evidencia la inestabilidad y corrupción del poder. A esto debe sumarse la circunstancia de decadencia y empobrecimiento económico que vive el país.
La sensación de fragilidad con que vive el hombre barroco le hace ver el mundo como un lugar engañoso, contradictorio e inestable, se intensifica la vivencia del paso del tiempo, de la fugacidad de la vida (ruinas, relojes, calaveras serán imágenes habituales en el arte) y la vida se compara con un sueño, con una representación teatral.
Pero el barroco es también una época de excesos y de contrastes, como contrapartida al hondo pesimismo y consciencia de la muerte está la atracción por lo teatral, lo cómico y lo recargado.
En el plano del arte, el modelo del renacimiento está agotado y para renovarlo, los artistas del barroco van a buscar el asombro del público, avivar su ingenio y producir sorpresa valiéndose del artificio, del ingenio o de la emoción
La renovación frente al Renacimiento se produce en dos planos: la forma y el contenido. Se renuevan las estrofas y se complejiza el lenguaje y el estilo; y también se renuevan los temas incorporando temas desconocidos hasta el momento o tratando los temas del Renacimiento de un modo diferente.
Hay dos tendencias principales dentro de la lírica del Barroco: el Conceptismo y el Culteranismo representadas respectivamente por Quevedo y Góngora. Ambas tienen una base común: la búsqueda del asombro del público y la demostración de la maestría del autor.
Su base está en el ingenio, la obra se presenta como un reto para el receptor apareciendo en forma de enigma. Predominan las figuras basadas en el concepto (aproximación de realidades lejanas mediante figuras retóricas), las antítesis y los juegos de palabras.
Dentro de esta denominación encontramos una poesía especialmente compleja. Las obras se llenan de figuras retóricas creando un lenguaje enormemente alejado del uso habitual del idioma, la sintaxis se disloca en constantes hipérbatons que imitan la sintaxis latina, abundan las referencias mitológicas y el uso de un registro culto y elevado.
Junto a estas dos tendencias principales, encontramos también la recuperación de la lírica popular que comienza a recogerse en cancioneros y que los autores cultos van a utilizar como fuente de inspiración componiendo sus propios romances y cancioncillas.
Máximo representante del culteranismo. Sus poemas tratan diversos temas propios de la época (burlescos, reflexiones filosóficas, temática amorosa…).
Destacan dos poemas extensos:
Góngora escribió así mismo poesía tradicional de corte popular. Textos de mayor sencillez en los que destacan los romances y letrillas
Máximo representante del conceptismo, su obra es tan variada y extensa como la de Góngora. En él se plasma la dualidad típica de la época: cultiva composiciones de corte filosófico y moral marcadas por un profundo pesimismo en los que reflexiona sobre la vida, el tiempo y la muerte, textos de temática amorosa, poesía satírica y burlesca y composiciones de corte tradicional.
Al igual que ocurre con la poesía, la prosa del barroco va a ser una continuidad de la prosa cultivada en el Renacimiento. El giro hacia el realismo se va a dejar notar también en este género y la novela picaresca, iniciada con El Lazarillo, va a desarrollarse y alcanzar gran importancia en la época. Sin embargo, géneros como la novela bizantina, pastoril o de caballerías van prácticamente a desaparecer.
Otros dos géneros que van a tener también relevancia en la época van a ser la novela corta y la prosa de ideas.
Tiene su antecedente en el Lazarillo de Tormes. Son novelas protagonizadas por un antihéroe que pretende hacerse sitio en la sociedad. Narradas habitualmente de forma autobiográfica, el protagonista es siempre un personaje marginal con orígenes innobles. Habrá tanto pícaros como pícaras (destaca La pícara Justina), todos ellos intentan sobrevivir gracias a su ingenio sin llegar a lograr nunca el ascenso social.
En ellas, normalmente mediante el uso de la alegoría, se reflexiona sobre temas filosóficos y morales.
Con origen en la novela corta del renacimiento italiano, son relatos breves ambientados en la ciudad y protagonizados por personajes nobles. Hablan principalmente de temas vinculados al amor y el honor.
El que fuera uno de los temas predominantes de la lírica renacentista continúa estando presente durante el barroco. Al neoplatonismo característico de la lírica anterior, viene a unirse la atención a lo sensorial y la experiencia. Los poemas dedicados a la belleza de la amada, prestan también atención a lo efímero de la misma haciendo referencia a la fugacidad de la vida y a la muerte.
Durante el barroco se va a desarrollar una poesía de temática filosófica y moral de la que Quevedo es el principal representante. El tiempo será un tema de especial relevancia vinculado a la idea de la fugacidad y a la reflexión sobre la muerte (tempus fugit, carpe diem, collige virgo rosas, sic transit gloria mundi… son temas clásicos que se revitalizan). Imágenes vinculadas a este tema son, como ya dijimos, las ruinas, calaveras y relojes.
Dentro de la temática filosófica también encontramos reflexiones y advertencias sobre el engaño de los sentidos. El mundo se ve como un lugar inestable, caótico y contradictorio. Imágenes vinculadas a este tema son las de la vida como sueño o como escenario (el gran teatro del mundo).
Se siguen cultivando los temas religiosos que ya se trataron en el renacimiento. Los poemas de Lope de Vega son especialmente significativos.
Tienen un amplio desarrollo durante la época. Son un referente habitual empleados en metáforas o como elemento de comparación, y constituyen también el núcleo temático de poemas tan importantes como La fábula de Polifemo y Galatea de Góngora.
Ya hemos dicho que el Barroco es una época de contrastes, vamos a ver aparecer también toda una serie de poemas de tono paródico o burlesco que muchas veces hacen burla de los mismos temas que se desarrollan también de forma seria y profunda, los propios autores combinan ambos tonos en su obra. Así encontramos obras que hacen burla de la temática filosófica, del amor, de la belleza de la mujer, de la mitología…
Dentro de este núcleo encontramos también obras que prestan atención a lo ínfimo, lo grotesco, la fealdad, lo desmesurado, elementos del gusto de una época tan excesiva como el Barroco: poemas al mosquito, sobre enanos, la belleza decrépita de la vejez, reflexiones burlescas sobre la muerte…
Dentro de lo satírico-burlesco podemos también englobar los famosos poemas de enemistad entre Góngora y Quevedo.