Portada » Música » El Barroco: Contexto, Características y Evolución de la Música Instrumental
El siglo XVII y la primera mitad del siglo XVIII estuvieron marcados por el absolutismo en Europa. Durante el siglo XVI, España fue una nación hegemónica, y en el siglo siguiente lo fue Francia. Las hegemonías acabaron en el siglo XVIII. La sociedad estaba organizada en tres estamentos: nobleza y clero (privilegiados) y tercer estado, que no tenía influencia política ni económica. El sistema económico era el mercantilismo, que era intervencionista y no permitía la salida de metales preciosos. El Barroco fomentaba el interés por el hombre y la naturaleza, exaltaba el absolutismo y la Reforma católica. La cultura tendió a buscar razones para justificar el absolutismo, y los enfrentamientos entre reformados y católicos perjudicaban el arte y la cultura. La arquitectura se caracterizó por el movimiento, el claroscuro y la grandiosidad. La escultura resaltó por el movimiento, los gestos exaltados y la teatralidad. La pintura se caracterizó por el naturalismo, la expresividad y el claroscuro. En la literatura, el tema era religioso, expresado a través de la mística y de los autos sacramentales. En el pensamiento surgió el racionalismo con Descartes y se inició la ciencia moderna, basada en la experiencia y la inducción. El Barroco en el arte musical abarcó desde 1600 a 1750. La música barroca redujo los modos musicales a dos (mayor y menor). Propició la ciencia de la armonía (estudio de los acordes). Los efectos de los sentimientos se conseguían con el acorde consonante y disonante. Las melodías estaban llenas de adornos y acrobacias vocales. Aparecieron las voces artificiales: los castrati. Había colorido tímbrico con nuevos instrumentos y contraste sonoro con el uso del estilo concertante. Había una melodía principal y surgió el virtuoso. La aparición de teatros donde se representaban obras dramáticas con música (ópera) hizo que se acercaran los estamentos.
En este periodo se produce una eclosión de la música instrumental. Se perfeccionan algunos instrumentos. Se llega a un virtuosismo, y los instrumentos deben ser capaces de desarrollar grandes velocidades. El nacimiento de la monodia acompañada hace que la presencia del instrumento suponga un rompimiento de identidad de funciones. Empieza la instrumentación formal: el compositor escoge los instrumentos. Llegan las formas instrumentales para conjuntos orquestales desde que se comienza a distinguir entre música de cámara y música orquestal, apareciendo la suite y el concierto.
Aparece en el siglo XVII por Corelli. Eran sonatas trío, acompañadas por orquesta de cuerdas. El concierto es la competencia y contraste entre dos masas tonales desiguales y opuestas. Al trío de dos solistas y bajo cifrado se le llama concertino, mientras que el cuerpo orquestal compuesto por violines, viola, bajo de cuerdas e instrumentos de teclado son el concierto grosso. En la forma «da camera» predomina la danza; en la forma «da chiesa» predominan las formas abstractas utilizando el orden: lento-allegro-lento-rápido. La innovación de estos conciertos fue contrastar el cuerpo tonal de los solistas que componen el concertino con la masa de la orquesta. Torelli y Vivaldi realizaron este contraste. Vivaldi redujo el número de movimientos a tres o cuatro y adoptó el tempo de rápido-lento-rápido.
El timbre de un instrumento y el virtuosismo de un solista contrastan con el color, tono masivo y técnica menos ágil de la orquesta. Albinoni dio origen a este concierto. Los primeros conciertos solistas fueron realizados para violín, y los compositores más importantes fueron Vivaldi y Bach. El concierto de Vivaldi era de rápido-lento-rápido. El movimiento lento tenía carácter de transición. El esquema de este movimiento se puede denominar «forma de ritornello«; se refiere a una parte musical asignada a la orquesta, que retorna como un estribillo. La orquesta comienza el concierto con la expresión del ritornello y sigue una parte nueva en la que predomina el solista acompañado por la orquesta. Existía un pasaje llamado «cadenza» en el que el solista demostraba sus posibilidades y técnica, improvisando en el momento o componiendo para la ocasión.