Portada » Arte » El Arte Románico y Renacentista: Arquitectura y Escultura
La aportación arquitectónica es lo fundamental en el Románico, supeditándose a ella la escultura y la pintura. Casi todos los elementos de la arquitectura románica pueden encontrarse en los estilos precedentes, pero ahora aparecen con un espíritu nuevo, importando más sus valores espaciales que su apariencia formal. La mayor parte de las construcciones son edificios religiosos: iglesias, catedrales y monasterios. Aunque no faltan las construcciones civiles, palacios urbanos y, sobre todo, castillos.
Las plantas de los templos suelen ser de cruz latina, dividiéndose su interior en una o tres naves, siendo esto último lo más común; aunque excepcionalmente pueden llegar hasta 5. Además hay una nave transversal llamada transepto.
Las cabeceras de las naves se rematan con ábsides semicirculares, siendo mayor el correspondiente a la nave central, donde se sitúa el altar, que los que cierran las naves laterales. En las iglesias de peregrinación, donde el ábside central es muy grande, se adosan a él capillas semicirculares que sobresalen al exterior, se llaman absidiolos. También es común en los templos de peregrinación, la creación de una nave que rodea interiormente al ábside y que recibe el nombre de girola. Sirve para que los fieles rodeen el altar por detrás y adoren las reliquias de los santos, situadas en la cripta bajo el altar.
La nave central, al igual que en las basílicas, suele ser más alta y el doble de ancha que las laterales. En el desnivel se perforan algunas ventanas que iluminan el interior del edificio. En las iglesias de peregrinación, las naves laterales se hacen también altas, dividiéndose en dos pisos. En el segundo se dispone una amplia galería, que recibe el nombre de tribuna. Al conjunto de ventanas que abren la tribuna a la nave central se le llama triforio.
En el cruce de la nave central y el transepto se suele colocar una cúpula sobre pechinas, que se alza sobre un tambor en el que se abren ventanas. En ocasiones la cúpula se sustituye por una torre llamada cimborrio que puede hacer las veces de campanario.
Los templos románicos se completan con torres-campanarios.
La fórmula más tradicional para cubrir el templo es mediante la utilización de:
Son escasas, estas últimas son además estrechas y pequeñas. Las ventanas al igual que las puertas son abocinadas. Las puertas se sitúan normalmente en el frente del edificio, aunque en iglesias como las de peregrinación puede haber otras dos al final de la nave transversal.
El más generalizado es el de medio punto, es el que genera las bóvedas, pero es también utilizado para separar la nave central de las laterales. Se usa igualmente en ventanas y puertas, donde se disponen en forma concéntrica: arquivoltas.
Es utilizada con menor intensidad que el pilar; se usa preferentemente en:
El templo se decora con pinturas en el interior y esculturas en portadas y capiteles de columnas y pilares. También se decoran las cornisas y aleros.
Escultores más importantes del Quattrocento: Lorenzo Ghiberti (Las Puertas del Paraíso) y Donatello (Cantoría de la Catedral de Florencia) y del El Cinquecento: Miguel Ángel Buonarroti (La Piedad del Vaticano y el David).
Masaccio.
Realizada al parecer entre los años 1426 y 1428, año de la muerte del joven artista.
Iglesia de Santa María Novella, de Florencia.
Nos hallamos ante un fresco de grandes dimensiones (más de 6,5 metros de altura por más de 3 de anchura) conservado en la iglesia de Santa María Novella, de Florencia. La Trinidad es sin duda una obra en la que se recogen todos los principios del Renacimiento, lo que se observa en innumerables detalles.
De una parte, la composición se divide en dos escenas diferentes: en la parte inferior encontramos un altar que hace las veces de sepulcro enmarcado por columnas, sobre el que figura un esqueleto que nos lanza un mensaje: «Yo fui antes los que vosotros sois y lo que yo soy ahora vosotros lo seréis». Se trata de una advertencia que nos habla de la fugacidad de la vida. En la parte superior nos encontramos con la escena principal flanqueada por los donantes de la obra que aparecen arrodillados, dispuestos a ambos lados de la escena principal y que parecen asistir a ella desde otro plano, como si estuviesen fuera de la representación.
El tema consiste en una Trinidad en la que Masaccio nos muestra al Padre sosteniendo con firmeza la cruz en la que yace el Hijo muerto, mientras el Espíritu Santo, como paloma, se sitúa entre las cabezas de ambos, que podría confundirse con un cuello blanco que tuvieran los ropajes de Dios. Por lo demás, al pie de la cruz hallamos a María y San Juan, que la acompaña en su dolor, escena típica del Calvario.
En esta escena la forma en que está construido el espacio es fundamental. Masaccio nos ha situado ante una arquitectura clasicista en la que dos enormes pilastras de orden corintio enmarcan un arco de medio punto sostenido por columnas jónicas. Tras el arco se inicia una bóveda de medio cañón decorada con casetones que alcanza hasta el otro arco que al fondo cierra la composición. Aquí encontramos una novedad absoluta, la construcción que nos presenta el pintor y la composición toda se hallan sometidas a las leyes de la perspectiva geométrica por primera vez en la historia de la pintura, hasta tal punto que el espacio pintado parece real y el espectador cree encontrarse ante un enorme hueco abierto en la pared de la iglesia. Al parecer manejó aquí Masaccio las enseñanzas que había recibido de Brunelleschi.
El centro lo constituye la línea ascendente que conecta a Dios Padre, al Espíritu Santo y al Hijo, pasando por el madero de la cruz. Además, la alineación de los capiteles del conjunto compone otro triángulo, con el vértice a los pies de la cruz y sobre el centro del esqueleto. Es una composición clásica, equilibrada. Por otro lado, toda la escena está enmarcada en tres grandes cuadrados que organizan el sistema de proporciones.
Como en todas las obras del pintor tienen volumen, tratados con un modelado en el que hay fuertes contrastes entre las luces y las sombras.
El mensaje que el fresco transmite al espectador es claro: la importancia de la Trinidad en el pensamiento cristiano y en la salvación del alma. Las enseñanzas de Masaccio influyeron de forma importante sobre todos los pintores renacentistas posteriores.
La construcción de Notre Dame se inició en el 1163, por iniciativa del obispo Mauricio de Sully, apoyado por el monarca Luis VII. Se consagró en 1182, aunque las obras continuaron a lo largo de todo el siglo XIII y parte del siglo XIV. Pese a que la catedral comenzó a construirse en el S. XII, por el conjunto de sus características podemos clasificarla como perteneciente al periodo clásico del estilo (S. XIII). Se nos presentan 5 imágenes: La fachada de la Catedral de Notre Dame, un detalle de la portada principal, el interior de la catedral (nave central y naves laterales), la planta y el exterior de la misma.
Observamos que esta fachada se halla delimitada y subdividida en tres partes por los contrafuertes y las dos altas torres. Estos dos elementos estructurales marcan las líneas ascendentes de la fachada, que se ven contrarrestadas por tres subdivisiones horizontales. Esta fachada así estructurada, está considerada como una de los más equilibrados logros del arte gótico. En horizontal, la fachada se divide en tres cuerpos:
En el inferior se abren tres pórticos de alturas distintas, como corresponde al alto y ancho de las naves, que se decoran con esculturas. El de la izquierda, se dedica a la Virgen patrona del templo, el de la derecha está dedicado a Santa Ana y el central al Juicio Final. En la foto de la puerta principal podemos apreciar cómo está organizada:
Por encima de este primer nivel, y separado de él por la faja horizontal que forma la «galería de los reyes», serie de grandes esculturas representando los reyes de Judá e Israel, se alza un segundo nivel, en cuyo centro hay un magnífico rosetón bordeado por ventanas dobles bajo sendos arcos. Este nivel intermedio, mucho menos macizo que el inferior, resta pesadez al conjunto y se ve también aligerado por el conjunto de arcos decorativos que configuran una especie de balaustrada.
El nivel superior, se remata con las dos torres de forma cuadrada terminadas en forma aterrazada.
La planta de Notre Dame de París es de cruz latina y está conformada por una nave central y 4 laterales. La nave central es el doble de ancha que las laterales. Se cubre con bóvedas de crucería sexpartitas. Las 4 naves laterales cubiertas por bóvedas de crucería, se prolongan más allá del transepto formando una doble girola. El transepto, de una única y ancha nave se sitúa casi en el centro del edificio y sus brazos, más reducidos que en el románico, casi no sobresalen del conjunto del templo. Ambas cosas, centralidad del transepto y tamaño del mismo son propios de la arquitectura gótica. A ambos lados del transepto se abren sendas portadas y sobre ellas dos grandes rosetones decorados con vidrieras que narran escenas del Antiguo y Nuevo Testamento. Los absidiolos o capillas radiales que rematan el ábside de Notre Dame, fueron construidos en el siglo XIII. Las naves laterales se disponen en tres niveles separados por molduras. Sobre los arcos y pilares se alza una tribuna con su triforio, lo que nos indica la temprana fecha en que se inició la construcción de la catedral. Por encima de los dos primeros niveles se hallan los ventanales.
Exterior: El gran hallazgo del gótico es la forma de contrarrestar el peso de las bóvedas que en el interior del edificio descansan sobre gruesos pilares rematados por capiteles decorados con temas vegetales. A su vez, los empujes son trasladados al exterior del edificio por medio de los arbotantes, que se apoyan en los contrafuertes exteriores rematados con gárgolas y pináculos. Ese complejo sistema de descargas permitió la desaparición de los gruesos muros típicos del románico y el que las iglesias se pudiesen llenar de amplios ventanales y rosetones.
Notre Dame, como las restantes catedrales góticas está llena de simbología, pero destaca la luz que entrando por las amplias vidrieras representa a la Luz Divina, y los rosetones que nos llevan a la adoración a la Virgen María.
El arte gótico se desarrolla en el mundo cristiano de la Europa Occidental, principalmente Francia, desde la segunda mitad del siglo XII al primer tercio del siglo XVI. Se denominó gótico, como equivalente a «nórdico» y «bárbaro». Como sabemos, el monumento característico de la arquitectura gótica es la catedral, en la que se reúnen todas las características esenciales del estilo. La catedral representa la profunda religiosidad de la época pero básicamente los nuevos modos de vida de la Baja Edad Media; es el símbolo de las ciudades y de la burguesía pujante que habita en ellas, y también lo es de las nuevas monarquías autoritarias que poco a poco afianzan su poder frente a los señores feudales. La catedral representa por tanto el poder de los burgos que rivalizan entre sí por la posesión de la catedral más bella, más esbelta y elevada.
Las imágenes nos presentan la escultura del David de Miguel Ángel, así como dos detalles de la misma: la cabeza del personaje y una de sus manos.
Se trata de una escultura de bulto redondo, hecha en mármol, con un tamaño que supera los 4 m de altura. Es una escultura figurativa que representa a David como un hombre joven pero en actitud de marcha, con la mano izquierda sobre el muslo, mientras que con la opuesta sujeta una honda sobre el hombro izquierdo. La composición es cerrada y la posición en contraposto resulta totalmente clásica, llevándonos a las formas creadas por Polícleto y Praxíteles. La cabeza gira en dirección contraria a la curva de la cadera, mientras que una de las piernas se levanta y la otra se apoya sobre un soporte que simula el tronco de un árbol. Hay en magnífico estudio de la anatomía: tendones, venas, músculos. El mármol está tratado con tal perfección que parece una piel a través de la que captamos las características del cuerpo de David. La expresión del rostro muestra la tensión a la que está sometido el personaje. La cabeza se vuelve hacia su oponente, frunce el ceño y mira intensamente a Goliat en quien fija toda su atención. El cuerpo está igualmente en tensión. El movimiento es contenido, se trata del momento previo a la acción, que tanto gusta a Miguel Ángel y que nos lleva a recordar al Discóbolo de Mirón. Concentración y tensión antes de lanzar la lanzar la piedra a Goliat. Se trata de un tema relativo al Antiguo Testamento y ya un clásico en la ciudad de Florencia. Nos muestra en enfrentamiento entre David y Goliat, una simple excusa para representar el desnudo como hicieran los escultores clásicos. Las proporciones de David, no son las propias de los cánones clásicos (Lisipo/Policleto), las manos, la cabeza y el torso no están proporcionadas en relación con el resto del cuerpo, son más grandes. Tales desproporciones se explican por la perspectiva, es decir, la lejanía de la figura respecto al espectador ya que la escultura, además de los cuatro metros de su tamaño, se alza sobre un elevado pedestal.
Se trata de la obra conocida como el David de Miguel Ángel, que el escultor realizó entre 1502 a 1504. El David está considerado como la obra culminante de la etapa de juventud de Miguel Ángel (29 años) y todo un compendio de las características del Renacimiento y el gusto por el mundo clásico. Muestra además la genialidad de su autor, que además de escultor fue arquitecto, pintor, poeta y en definitiva uno de los más grandes genios del periodo.
El David, durante siglos estuvo en el lugar al que se destinó, la Plaza de la Signoria, sin embargo, en el siglo XIX fue trasladado al Museo de la Academia de Florencia para su mejor conservación al preservarlo de las
El periodo histórico en el que se enmarca esta obra tiene como protagonista al hombre (antropocentrismo), el humanismo, la recuperación de los saberes clásicos (filosofía, historia, latín, griego, etc.) y la aparición del estado moderno. El David de Miguel Ángel es perfecto resumen de los valores y saberes que pretendía recuperar el Renacimiento.