Portada » Arte » El Arte Barroco: Esplendor y Poder en el Siglo XVII
El siglo XVII estuvo marcado por numerosos conflictos bélicos, como es el caso de la Guerra de los Treinta Años, agudizada por la profunda división religiosa. De un conflicto local se produjo una guerra que dominó gran parte del siglo entre Austria y una coalición protestante. En 1648 se finalizó la guerra con la Paz de Westfalia.
La reafirmación de la autoridad monárquica iniciada en el Renacimiento alcanzó su máxima expresión. Las monarquías autoritarias europeas se ratificaron como absolutistas. El rey absoluto ejercía un dominio omnipotente sin institución. La justificación de este poder estaba en un origen divino, por tanto, no tenía responsabilidad ante ningún poder humano.
Embarcada en el proceso de la Contrarreforma, la Iglesia Católica necesitaba reafirmar su poder frente al protestantismo. Recurrió a nuevas manifestaciones vinculadas a los actos litúrgicos y expresadas a través del arte, que se acercaba ahora a una concepción pesimista y angustiosa de la realidad, agudizada por la crisis económica, las epidemias y las guerras.
Así, se desarrolló el arte barroco, que buscó los recursos para apoyar la propaganda política y religiosa, y ensalzar su poder. Este estilo se desarrolló fundamentalmente durante el siglo XVII y la primera mitad del siglo XVIII, constituyéndose en este último periodo lo que se denominó rococó.
En esta época las ciudades eran centros con una fuerte influencia sobre las poblaciones de los alrededores y escenarios de la propaganda. Con esos fines surgió el estudio de programas urbanísticos en los que se diseñaba la ciudad y la construcción de palacios, iglesias y plazas.
El arte barroco está al servicio del poder político y religioso y se caracteriza por:
La temática es principalmente religiosa debido a la Reforma y Contrarreforma. También se encuentra la temática mitológica con una función simplemente decorativa. Destacan durante este periodo los retratos, que se dividían en dos tipos: el retrato aparato y el retrato burgués. Por otra parte, hay una pintura de historia para ensalzar los grandes hechos y por último, las escenas de género.
Podemos decir que durante el arte Barroco se distinguen varias escuelas: Italia, Francia, Flandes, Países Bajos y España. Destacan dos pintores, Caravaggio y Velázquez.
Durante el Barroco el arte continuó con la estética de la espiritualidad manierista, la cual había roto con la pureza clasicista. Desde el siglo XVII, este estilo experimentó una fuerte evolución hacia el gusto por el movimiento y por la aparente carencia de regularidad.
El Barroco aportó un tratamiento anticlásico y antirracional a los elementos constructivos y decorativos clasicistas. En los edificios se utilizaron formas cóncavas y convexas, favoreciendo sorprendentes efectos de claroscuro y de relieve. Las formas curvas y contracurvas y las rectas quebradas se utilizaron en las plantas, entablamentos, muros y esquinas, generando una continua sensación de movimiento y de juegos de extrañas perspectivas.
Los fustes de las columnas se retorcían en formas helicoidales en las columnas salomónicas, que acentuaban la sensación de inestabilidad, movimiento y teatralidad en el espectador.
Esta sensación de movimiento y teatralidad en el interior se agudizó con el trampantojo, en el que se utilizaban pinturas arquitectónicas y personajes para engañar al ojo del espectador y aparentar que los muros se abrían al exterior o que contaban con elementos que realmente no existían.
Fuera de Roma destacaron, dentro de Italia, los focos de Venecia y Turín. En Venecia los arquitectos se inspiraron más en la tradición renacentista de Palladio que en la romana. En Turín destacó Guarino Guarini, quien aplicó los principios matemáticos a la libertad arquitectónica de Borromini y a elementos dispares como las bóvedas de crucería califales.
El prototipo del palacio barroco fue creado en Italia. No obstante, su función de ensalzamiento de la figura del monarca se desarrolló en Francia, al ser allí donde se forjó el carácter de la monarquía absoluta. El palacio en el que se desarrolló la estética barroca francesa fue Versalles. Versalles era el refugio de caza de Luis XIII y había sido construido con la característica planta en U de los palacios franceses. Luis XIV encargó tres ampliaciones sucesivas que convirtieron Versalles en el palacio prototipo del Barroco.
El jardín ocupaba una gran extensión al oeste del palacio y fue estructurado con una serie de avenidas y caminos que formaban un trazado geométrico. Numerosas estatuas y fuentes aludían al poder de Luis XIV.
El modelo de Versalles llegó junto a los modelos italianos a Centroeuropa.