Portada » Lengua y literatura » El Árbol de la Ciencia de Pío Baroja: Un Reflejo de la España de Principios del Siglo XX
El título de la obra, El Árbol de la Ciencia, cobra sentido en la cuarta parte del libro, titulada “Inquisiciones”. En esta sección, se desarrolla un diálogo crucial entre Andrés Hurtado y su tío Iturrioz, donde debaten sobre el sentido de la vida. Andrés propone una dicotomía humana: aquellos que buscan el conocimiento y aquellos que se aferran a lo material. Según él, el conocimiento conduce a la insatisfacción y la infelicidad. Iturrioz, por su parte, se remite al Génesis, donde existían dos árboles: el Árbol de la Ciencia, con su fruto amargo del conocimiento que produce dolor, y el Árbol de la Vida, frondoso y símbolo de quienes eligen vivir en la ignorancia, el optimismo y la superstición. En la obra, predominan los personajes que optan por esta segunda vía.
El Árbol de la Ciencia, escrita por Pío Baroja en 1911, se enmarca dentro de la Generación del 98. La obra refleja la profunda crisis económica, moral y cultural que atravesaba España en aquella época. La sociedad era cerrada y el clima general se caracterizaba por un rechazo a lo extranjero, lo que impedía el progreso. El llamado “problema de España” se manifiesta en elementos como el caciquismo, la ignorancia y el atraso cultural. Estos aspectos son visibles tanto en el ambiente urbano de Madrid como en el rural de Alcolea del Campo, donde reina el caciquismo y cuyos habitantes se resignan ante la injusticia.
Los rasgos más característicos de la Generación del 98 presentes en el libro son: el pesimismo ante la situación política, social y económica, que lleva a Baroja a adoptar una actitud crítica frente al “problema de España”. Esta crítica se extiende a lo largo de toda la obra, evidenciando la diferencia social entre la gente de las ciudades y del campo, como se describe en la primera parte cuando Andrés va a la universidad. Para él, la vida era una lucha constante y el mundo carecía de sentido, con un continuo conflicto entre fe y razón. En conclusión, la novela refleja los rasgos distintivos de los autores de la Generación del 98, así como el impresionismo, un estilo sobrio y natural, y, sobre todo, la angustia existencial.
Andrés Hurtado comienza a trabajar traduciendo artículos científicos porque en España no había investigadores. Critica el atraso científico del país, la falta de planes de estudio que fomenten la investigación, y la ausencia de laboratorios y publicaciones científicas. En el texto, esto se manifiesta cuando Iturrioz dice: “ya la ciencia para vosotros no es una institución como un fin humano”. Andrés Hurtado concluye que el conocimiento produce insatisfacción e infelicidad, y que es más fácil vivir en la ignorancia, el desconocimiento, el optimismo y la superstición. Don Quijote es utilizado como ejemplo, pues vive con más intensidad que las personas que ven la realidad tal y como es. Por otra parte, la pobreza cultural en España influye claramente en el atraso científico del país.
A lo largo de la obra, aparecen personajes que simbolizan a personas que formaron parte de la vida de Baroja:
En el libro aparecen hechos autobiográficos: Baroja estudió Medicina y vivió en Madrid, ejerció como médico en Cestona, representado en la novela como Alcolea del Campo. Además, Hurtado y Pío Baroja compartían los mismos ideales filosóficos (Kant, Schopenhauer).
El Árbol de la Ciencia, tercera novela de la trilogía “La raza”, pertenece a la primera etapa de la obra de Pío Baroja (1900-1914). Esta fue la etapa de mayor creatividad y vitalismo, donde encontramos obras como Zalacaín el Aventurero o Camino de Perfección. En estas novelas se refleja mejor la personalidad de Baroja y se expresa más claramente el espíritu de la Generación del 98 y la crisis de fin de siglo. Presentan una serie de personajes que intentan buscar el sentido de su existencia.
Iturrioz se convierte en el principal amigo de Andrés y en la persona de influencia que le ayudará ante situaciones problemáticas. Iturrioz mantiene con Andrés conversaciones profundas sobre cuestiones filosóficas y trascendentales (parte IV, “Inquisiciones”). Es su mentor y guía filosófico. Andrés se inclina hacia filósofos como Schopenhauer y Kant, mientras que su tío prefiere a filósofos como Hobbes y Nietzsche. Iturrioz es un personaje muy culto y educado. Se inspira en Justo Goñi, un familiar del novelista, y representa al Baroja maduro.
En El Árbol de la Ciencia, Pío Baroja denuncia el atraso de España y, particularmente, la corrupción política. Para ello, muestra una amplia galería de personajes egoístas, crueles y vagos. En la quinta parte, “Experiencia en el pueblo”, se pone de manifiesto cómo la política de Alcolea respondía perfectamente al estado de inercia y desconfianza del pueblo. Era una política de caciquismo, una lucha entre dos bandos contrarios: los Ratones (liberales) y los Mochuelos (conservadores). En aquel momento, dominaban los Mochuelos, cuyo alcalde se llevaba del pueblo todo lo que podía, pero al menos trataba de ocultarlo. Sin embargo, el líder de los Ratones no se tomaba el trabajo de ocultar sus robos. Entre ambos partidos se repartían el botín.
Andrés Hurtado es un personaje de inacción. Se encuentra inmerso en una dicotomía: optar por la acción en el ámbito que le rodea para intentar cambiar aquello que le disgusta, o por la inacción, que es la contemplación indiferente de todo. A medida que avanza la novela, el protagonista se inclina por la segunda opción (estado de ataraxia), ya que analizar la realidad y sus defectos provoca angustia y dolor (no es posible cambiar todo lo erróneo que se observa en la sociedad). Este asunto se trata en numerosas conversaciones que Andrés mantiene con Iturrioz, llegando a la conclusión de que la ataraxia es la mejor opción, porque los más fuertes dominarán siempre a los más débiles, siguiendo las ideas de Darwin.
El contexto histórico del siglo XX se caracterizaba por una importante desigualdad de género, tanto legal como económica, política y social. La mujer no era considerada ciudadana, pues carecía de derechos políticos. Vivían recluidas en lo doméstico y su papel estaba limitado a ser madres y esposas. Además, no eran aceptadas en el terreno político, literario o periodístico. Un episodio donde se manifiesta esta situación es el caso de Niní y Aracil en la segunda parte, “Las Carnarias”. A Andrés le escandalizaba que su amigo Aracil se aprovechara egoístamente de Niní, pues Julio la dejaría en un futuro para irse con una mujer con más dinero, por lo que el romance dejaría a Niní mal parada. Andrés se va dando cuenta a lo largo del libro de que la injusticia social no tiene límites: los más fuertes dominarán siempre a los débiles, siguiendo el modelo de Darwin.
El Árbol de la Ciencia es una novela, género narrativo. La narración se hace en tercera persona con un narrador omnisciente, es decir, que conoce los pensamientos y sentimientos de los personajes. El punto de vista que toma es el del protagonista y solo lo cambia al final, frente al cuerpo sin vida de Andrés Hurtado. La narración se alterna con el diálogo. También aparece el estilo indirecto y el estilo indirecto libre. En los diálogos, reproduce el registro adecuado al nivel sociocultural de los personajes. Es una narración crónica lineal. Baroja utiliza un estilo narrativo sencillo, claro y natural. Su prosa es antirretórica y directa, con abundancia de frases cortas y muy expresivas. También hay momentos de ironía y humor sarcástico. El tiempo interno de la novela es rápido, los acontecimientos se narran con rapidez. Esto no impide que se describan, desde el punto de vista de Andrés, el mundo social y los personajes de la época y de su entorno, con algunas digresiones de carácter argumentativo que otorgan al relato momentos de mayor lentitud.
En la sexta parte del libro, “La experiencia en Madrid”, también se trata el tema del predominio de la burguesía frente a las clases más desfavorecidas. Andrés ve reflejado este hecho al visitar una de las casas de prostitución, donde resalta la felicidad de los burgueses, dueños del local, y de aquellos señoritos que acudían. Esta alegría contrasta con la falsa apariencia de felicidad de las mujeres de vida alegre, que se veían obligadas a ejercer ese empleo. El protagonista traslada esta experiencia a todos los aspectos de la vida donde se puede apreciar la injusta diferencia entre los niveles de vida de la gente adinerada y la clase social baja. La casta burguesa se va preparando para someter a las clases bajas, que, al ser inconscientes de la situación, no llevan a cabo una revolución social.
Andrés Hurtado debate con su tío Iturrioz sobre cuestiones filosóficas (parte IV, “Inquisiciones”). Andrés Hurtado defendía el intelectualismo (Kant y Schopenhauer), mientras que Iturrioz se inclinaba más hacia la filosofía de los ingleses y franceses (Hobbes). Al final, Andrés se decanta por el pensamiento de Schopenhauer, el cual no tiene principios morales. También en la cuarta parte, ambos discuten sobre el sentido de la vida, donde Iturrioz hace referencia al Génesis (explicando el sentido del título del libro). Hay dos formas de ver la vida: desde el conocimiento, que lleva a la insatisfacción y a la infelicidad, o desde la ignorancia, el desconocimiento, el optimismo y la superstición, que es la única forma de alcanzar la felicidad. Andrés y su tío también discrepan sobre la forma en la que se adquiere el conocimiento, pues Iturrioz afirma que la realidad se conoce por las sensaciones que aportan los sentidos, justo lo contrario de lo que piensa Andrés.