Portada » Ciencias sociales » Educación Libertaria: Pioneros y Principios de la Pedagogía Antiautoritaria
El movimiento antiautoritario engloba todas las corrientes que priorizan la defensa de la libertad en la educación frente a las imposiciones de instituciones o personas. Estas corrientes impulsan una fuerte revalorización de la individualidad, lo que exige un replanteamiento de las relaciones educativas. Los términos «libertario» y «anarquista» se consideran sinónimos en la vida cotidiana. El anarquismo reivindica la libertad esencial del individuo y su naturaleza social, de tal forma que la educación servirá para que afloren los sentimientos de solidaridad y cooperación. Los anarquistas rechazan la escuela tradicional e instituciones como el Estado porque entienden que están al servicio de los poderosos e impiden a las masas tomar conciencia de su propia fuerza y de sus derechos. El anarquismo en la práctica escolar reivindica una escuela sin clases.
En el ámbito educativo, la orientación libertaria aboga por una absoluta libertad para el alumno. En la práctica, la ideología libertaria rechaza toda conducta autoritaria y otorga al niño la autonomía íntegra de sus opciones, eliminando que el adulto fuerce su voluntad. El movimiento libertario niega al Estado la iniciativa educativa.
Nacido en una familia noble, en la finca paterna de Yasnaia Poliana, León Tolstoi recibió una educación acorde con su condición social. Antes de crear la escuela en su finca, realizó un viaje por Europa para conocer las tendencias educativas contemporáneas y observar la organización escolar y los métodos utilizados, pero regresó desilusionado. Solo se mostró favorable a la escuela y método de Pestalozzi.
La escuela de Yasnaia Poliana fue fundada como alternativa a la enseñanza tradicional rusa de la época. Durante aproximadamente cuatro años, Tolstoi dio clases gratuitas a los hijos de los campesinos. Esta escuela se asentaba sobre el principio fundamental de la libertad: los alumnos tenían la más amplia libertad para atender o no a las explicaciones, para asistir o no a clase. No se les asignaban deberes, ni tenían que utilizar libros ni cuadernos, tampoco había exámenes. El maestro dejaba de ser el centro del proceso educativo para convertirse en un árbitro o coordinador que basaba su actividad en la motivación de los alumnos a partir de sus intereses y necesidades. Tolstoi distinguía entre la instrucción y la educación. Para él, las escuelas debían ocuparse de la instrucción, pues la educación era una responsabilidad exclusiva de la familia. El pensamiento pedagógico de Tolstoi era libertario.
Paul Robin, profesor francés, nació en el seno de una familia burguesa y muy piadosa. Se suicidó en 1912. En 1880 fue nombrado director del orfanato de Cempuis, donde puso en práctica el ideario de la educación integral, bajo el régimen de la coeducación de sexos. Cempuis fue considerado el primer centro pedagógico organizado según la ideología anarquista. Los principios esenciales del pensamiento y la práctica de Cempuis fueron: la educación intelectual, la educación física con fines militares y la educación técnica basada en el trabajo productivo. Las clases, cuando era posible, se impartían al aire libre; la higiene y la limpieza eran fundamentales. A pesar de tratarse de una escuela de planteamientos anarquistas, se aplicaba una disciplina rígida. Para Robin, la ciencia y el trabajo liberarían el mundo. Para arrebatar a la burguesía el monopolio de la ciencia, era precisa la revolución social y la organización de la instrucción integral.
Francisco Ferrer Guardia nació en Alella, Barcelona, y murió fusilado en 1909, acusado como principal instigador de la denominada «Semana Trágica». En 1901, una viuda rica que había sido alumna suya falleció y le dejó una importante herencia que él dedicó a crear la Escuela Moderna, pensada para los niños durante el día y para los adultos durante la noche. Para Ferrer, la misión de la Escuela Moderna consistía en hacer que los niños llegaran a ser personas instruidas, verídicas, justas y libres de todo prejuicio. Para ello, sustituiría el estudio dogmático por el razonado de las ciencias naturales.
Ferrer rechazaba las pruebas de competición e impulsaba a los niños a los trabajos manuales, la jardinería, la limpieza, los trabajos domésticos, como medio de situar a ambos sexos a igual nivel.
La Escuela Moderna de Barcelona no era gratuita. Se adoptó un sistema de retribución acomodado a las circunstancias económicas de los padres, pues Ferrer no deseaba una escuela para pobres, sino una escuela donde se produjera la coeducación de pobres y ricos. Sus últimas palabras ante el pelotón de ejecución fueron: «¡Viva la Escuela Moderna!».
A. S. Neill, pedagogo escocés, manifestaba una amplia confianza en la naturaleza del niño y en el conjunto de la humanidad. Consideraba que era la sociedad (la escuela y la familia) la que influía negativamente en su conducta. La finalidad de la educación debía ser la de enseñar a la gente cómo vivir, preparar a los niños para una vida feliz.
Summerhill surgió como una respuesta a la escuela tradicional que Neill detestaba. Su principio era «vive y deja vivir».
Según Neill, Summerhill era la escuela más feliz del mundo, «más que una escuela, es una manera de vivir en comunidad». Sus componentes básicos eran el autogobierno y el psicoanálisis. La libertad y el antiautoritarismo eran las características más determinantes: los niños podían hacer lo que desearan mientras no invadieran la libertad de los demás. Los dos principios fundamentales de Summerhill fueron la autorregulación, entendida como una síntesis de la libertad y el autocontrol, y el autogobierno (eran los propios niños quienes establecían las normas y quienes se encargaban de cumplirlas). En Summerhill, la enseñanza era secundaria, las clases eran optativas, no existían grados académicos ni tampoco calificaciones; los alumnos que decidían ir a clase recibían una enseñanza tradicional.
Carl Rogers, psicólogo estadounidense, tuvo en la psicoterapia su actividad fundamental. Basó su ideario en la crítica del sistema educativo universitario. Su teoría de la no directividad se fundamenta en potenciar la libertad de elección y opción personal del educando, evitando una excesiva participación del educador. El único aprendizaje que puede influir sobre la conducta es el que el individuo descubre y acepta por sí mismo. La clave del proceso es que el alumno se responsabilice de su aprendizaje. Educar no ha de ser enseñar, sino aprender. El aprendizaje solo puede realizarse cuando el alumno manifiesta deseo de aprender, por eso tratar de enseñar a quien no tiene interés carece de utilidad y sentido. La evaluación juega un papel importante; solo el alumno podrá ser capaz de evaluar el proceso de aprendizaje. Este tipo de evaluación motiva positivamente al estudiante y le ayuda a sentirse más responsable. Todo, tanto en la terapia como en el aprendizaje, está basado en la libertad de actuación, en la autonomía, la investigación y el descubrimiento personal, en definitiva, el autoaprendizaje.