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El cine es posible gracias a la conjunción de cuatro factores:
1. La fotografía o impresión de imágenes reales en un soporte estable.
2. El movimiento animado de la imagen conseguida gracias al fenómeno de la persistencia retiniana y al mecanismo de sucesión de imágenes.
3. La proyección en una pantalla de estas imágenes.
4. Más tarde la incorporación del sonido.
Cuando una imagen percibida por el ojo, desaparece en la oscuridad, los receptores oculares conservan aquella imagen durante una fracción de segundo (1/15 sg), por lo que el cerebro continúa recibiendo, durante un instante, la información de un estímulo visual que ha desaparecido. A ello se debe que no seamos conscientes de los innumerables parpadeos diarios de nuestros ojos, o que percibamos una linterna, agitada en la oscuridad, como una línea iluminada. Basándose en este fenómeno biológico, el cine aprovecha lo que se conoce como «ilusión de movimiento». La imagen cinematográfica consiste en la sucesión de imágenes inmóviles proyectadas sobre una pantalla. Y es la persistencia retiniana del ojo humano la que permite al espectador percibir aquellas imágenes, proyectadas durante una fracción de segundo, como si se tratara de un movimiento continuo, ya que en el momento de desaparecer, cada imagen aún permanece un instante en la retina.
«Aparato que sirve para la obtención y visión de pruebas cronofotográficas». Estas palabras sirven a los hermanos Louis y Auguste Lumière para definir el aparato que se disponen a patentar en 1895 y al que denominarán cinematógrafo. La cámara es sencilla y muy práctica. El arrastre intermitente de la película se inspira en el mecanismo de una máquina de coser. Funciona mediante manivela, con película perforada de 35 mm, a 16 fotogramas por segundo. Es portátil y sirve indistintamente para filmar las imágenes y para realizar la proyección.
En estos años, otros inventores, en Inglaterra, Alemania y Estados Unidos, desarrollan aparatos con características similares al de los hermanos Lumière. Esta proliferación de investigaciones, experimentos y patentes es producto del progreso científico y técnico que vive el final del siglo XIX, pero también del espíritu mecanicista que surge, durante estos años, en todas las sociedades industrializadas. Los hermanos Lumière eran inventores y técnicos, no creadores, así que decidieron contratar a operadores ambulantes que rodaron vistas por toda Europa. Estos operadores, en su mayoría fotógrafos profesionales, constituyeron una red de enviados por todo el mundo que entregaban la mitad de las recaudaciones conseguidas en taquilla a cambio de cámaras y película. Con este sistema en 1900 los Hermanos Lumière ya tenían un catálogo de 1000 películas.
1.- Tienen una vocación documental: captan la vida cotidiana:
? Vistas panorámicas de las ciudades.
? Escenas típicas.
? Acontecimientos públicos
? Piezas de teatro
? Momentos de la vida cotidiana.
2.- Efecto real: las vistas dan la sensación de que capta la realidad misma. 3.- Gusto por la experimentación: se ruedan los mismos acontecimientos con distintos puntos de vista. 4.- Atención al movimiento aunque siempre con cámara fija, intentan reflejar la fugacidad del transcurso del tiempo. Se atiende especialmente al movimiento para destacar la capacidad técnica del nuevo invento. 5.- La cámara es el testigo: el operador suplanta al ojo del espectador. 6.- Control de la duración: los operadores tienen en cuenta la duración de 50 segundos de duración de la película por lo que buscan sucesos e historias que se pueden filmar en ese tiempo. 7.- No se contrata a actores profesionales. 8.- Uso de planos generales y sin angulación.
Cuando en diciembre de 1895, los Lumière organizan, en el Salón Indien del Grand Café de París, la primera exhibición pública de cinematógrafo, no imaginan la trascendencia que alcanzaría aquella histórica proyección. Quien sí se percata del prodigio obrado por aquellos científicos es, naturalmente, un hombre del espectáculo, George Méliès, mago e ilusionista vocacional y director del teatro Robert Houdin de París que se dirigirá de inmediato a Antoine Lumière, padre de los inventores, para proponerle, aunque inútilmente, la compra de un aparato. Tan sólo unas semanas después, se comercializa en Inglaterra un aparato similar al de los Lumière, y Méliès no dudará en adquirir uno.
Descubrirá su primer trucaje fotográfico por casualidad: el paso de manivela. En unas imágenes filmadas en la Plaza de la Ópera, súbitamente, donde había una señora jovencita, aparece un caballero, y un autobús cargado de personas se transforma en una carroza fúnebre. Lo que le sucede a Méliès aquella tarde es que, durante la filmación se le atasca la cámara, deteniéndose la película. En cuanto Méliès se percata de ello, corrige el desperfecto y, tras esa breve interrupción, reanuda el rodaje. Así, por pura casualidad, al ver el efecto en la proyección, el ingenio de Méliès se pone en marcha. La concepción del cine que adopta Méliès es puramente teatral. Sus películas están divididas en cuadros o escenas, los actores entran y salen por los laterales y su gesticulación es exagerada, y por supuesto, la cámara, inmóvil, está ubicada en un único punto de vista ante el escenario. El elemento original lo aporta su autor, con esta extraña conjunción de elementos de la técnica fotográfica y de la teatral. Aunque hay que considerar que aporta al cine la continuidad narrativa, creando a través d las escenas una relación argumental que hasta entonces no existía.