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Luces de Bohemia fue publicada por entregas en 1920, sin embargo no se completara hasta el 1924. Sería representado mucho más tarde en 1970, debido a su carácter tan novedoso en esa época y al gran numero de criticas que hace a la sociedad española.
Su autor, Valle-Inclán, fue famoso por su vida bohemia y su apariencia estrafalaria; que evoluciónó de una postura tradicionalista a un postura más crítica y comprometida con su tiempo, tal como se aprecia en luces de Bohemia ( su primer esperpento)
.
El esperpento de Valle consiste en distorsionar sistemáticamente el entorno y reflejar lo de forma crítica, ridiculizando la realidad social y política. Consiguiendo expresar lo trágico, lo grotesco y lo absurdo de la vida española. Esta distorsión de la realidad no es exclusiva de Valle-Inclán, pues también se aprecian en cuadros de Goya, en poemas de Quevedo o en el cine expresionista alemán de los años veinte. Valle-Inclán teoriza sobre el esperpento en la escena XII de Luces de bohemia, donde asegura que los reflejos de la calle del gato representan el esperpento, o el del fondo del vaso.
Para conseguir dicho objetivo, Valle-Inclán destaca la ridiculización de la realidad.La naturaleza del esperpento es crear una antitragedia, así en la obra de Luces de bohemia asistimos a un drama a nivel colectivo y a nivel individual ; que es contrastado con ridículos personajes que le da vida. La muerte de Max es el ejemplo más claro.
El esperpento lo logra también gracias al punto de vista desde el que mira Valle a los personajes de la obra: de rodillas, de pie y desde el aire, mostrando siempre lo peor de los personajes. Esto da lugar a una degradación de los personajes a través de la animalización, la cosificación y la muñequización.
Por otra parte, la literaturización (inclusión de gran cantidad de citas y referencias literarias). Así, el género épico se nos presenta desfigurado. Además, en la obra de Valle-Inclán encontramos: referencias a la Divina comedia y reminiscencias al Lazarillo de Tormes y al Quijote en las figuras de los dos protagonistas de Luces de bohemia.
Otro importante recurso esperpentizado es la variedad de registros para parodiarlos o criticarlos. El uso de un lenguaje pedante y cursi propio de los modernistas, y la jerga vulgar de las bajas clases sociales. La combinación de cultismos y gitanismos en una misma intervención, evidencia ese empleo de contrastes. Un intencionado claroscuro con el que aspira a degradar la realidad.
El esperpento, asimismo, se caracteriza por fusionar novela y teatro. Esta indefinición de géneros se hace patente en la función de las acotaciones, que son muy extensas, tienen un excepcional valor literario y están escritas imitando las intervenciones de un narrador omnisciente. Con ellas se describen personajes y ambientes diversos.
Finalmente, en Luces de bohemia se acumulan de manera intencionada hechos y referencias históricas en un confuso anacronismo. Es decir, aunque la obra nos sitúa alrededor de 1920, su trama temporal se teje con personajes y acontecimientos que no pudieron coincidir en el tiempo. De esta forma, la alusión a las últimas colonias españolas (1898), la mención a la Semana Trágica de Barcelona (1909), los comentarios sobre la Revolución rusa (1917) o las referencias a la ley de fugas (1921) serían sucesos temporalmente anacrónicos que servirían a Valle-Inclán para producir el efecto deformador que pretende.
En conclusión, mediante la técnica del esperpento, Ramón María del Valle-Inclán muestra con óptica deformante la realidad para censurar y parodiar la decadente situación nacional. Nos hallamos, pues, ante la vertiente más crítica de la Generación del 98.
En Luces de bohemia se acumulan de manera intencionada hechos y referencias históricas en un confuso anacronismo, lo que provoca que sea difícil situar la trama en un año. Es decir, aunque la obra nos sitúa alrededor de 1920, su trama temporal se teje con personajes y acontecimientos que no pudieron coincidir en el tiempo. De esta forma, la alusión a las últimas colonias españolas (1898), la mención a la Semana Trágica de Barcelona (1909), los comentarios sobre la Revolución rusa (1917) o las referencias a la ley de fugas (1921) serían sucesos temporalmente anacrónicos.
Sin embargo podemos asegurar que la obra pertenece al periodo de la Restauración, época de más de 50 años que se caracteriza por la alternancia de los partidos dinásticos (liberal y conservador ) y donde el fraude electoral y el caciquismos era lo más frecuente. Durante esta época se dan episodios de violencia, los disturbios callejeros (escena ) y la huelgas reprimidas duramente por la autoridad estarán de fondo en a lo largo de la obra. En este contexto, los obreros recurrirán en ocasiones a la violencia para luchar por sus derechos, una violencia que aparece reflejada en Luces de bohemia en el preso catalán que explica la fuerte represión y la injusta ley de fugas, o en los disturbios callejeros con los que se encuentran Max Estrella y don
Latino.
Todo este ambiente de corrupción e ineficacia política se refleja en el esperpento de Valle en las alusiones a Maura —político conservador cuya impopularidad durante estos años era enorme—, a Alfonso XIII —rey de España hasta la proclamación en el 31 de la Segunda República, del que el autor no tenía muy buena opinión— y a los burócratas corruptos, como el Ministro de la Gobernación, Dieguito o Serafín el Bonito.
Pero la conflictividad social no es la única referencia a la realidad en Luces de bohemia.
También podemos hallar menciones religiosas. Es cierto que apenas hay críticas directas a la jerarquía y su papel de cómplice de la clase política, pero Max clama por una “religión nueva” que debe regenerar España. Tal vez por eso bautiza al preso catalán —que se llama Mateo (por Mateo Morral, el anarquista que atentó contra Alfonso XIII)— como Saulo (el apóstol San Pablo, piedra fundamental en la expansión de la Iglesia primitiva).
En síntesis, Luces de bohemia manifiesta una honda disconformidad con la España de la época y contiene un duro ataque a la realidad española. Nadie se libra de la crítica: gobierno, empresarios, fuerzas del orden e incluso obreros (exceptuando, quizá, el preso catalán y la madre del niño muerto) son retratados como una masa brutal, inculta e incapaz, en consecuencia, de producir la anhelada regeneración de la sociedad española. No en vano, todo ello parece remitirnos a las palabras de Max Estrella: «España es una deformación grotesca de la civilización Europea».
La obra presenta más de 50 personajes de diversas clases sociales (poderosos-el ministro, bohemios-los modernistas, marginados-prostitutas y la pisa bien o obreros-preso catalán). Esto son presentados desde un punto de vista degradador (esperpento) donde Valle-Inclán se sitúa por encima de ellos, y los degrada, deshumaniza y ridiculiza. De todos los personajes destacan: Max Estrella y Don Latino de Híspalis.
Valle-Inclán elabora los rasgos básicos y biográficos del protagonista de Luces de bohemia a partir de la figura de Alejandro Sawa, periodista andaluz amigo personal del autor que murió en 1909 y que ha sido considerado como la personificación de la bohemia. Sus similitudes con Max Estrella son numerosas: ambos eran escritores, estaban casados con mujeres francesas y murieron ciegos, locos y en la más absoluta miseria tras recibir una carta donde se prescindíó de sus servicios en el mundo del periodismo.
Nuestro protagonista, descrito en ocasiones como un héroe clásico con inteligencia, ingenio y talento, es un artista frustrado cuya obra no ha obtenido éxito, por lo que no gana lo necesario para poder subsistir. Vive en una sociedad insensible a la obra literaria y se siente superior, tanto intelectual como moralmente, al mundo burgués. Max Estrella se puede entender como un alter ego de Valle-Inclán, dado que sus discursos reflejan muchas de las opiniones, valoraciones y críticas que el autor sosténía sobre la sociedad española.
Max es un personaje extremadamente complejo y lleno de contradicciones. Su ceguera no le impide ver el sufrimiento del pueblo y las injusticias proferidas por los gobernantes, por lo que se siente profundamente impotente ante la miseria intelectual y moral de España. Como hemos afirmado, esta lleno de contradicciones, de esta forma es crítico y denuncia la tiranía, pero también sucumbe al poder aceptando una paga del ministro que se gasta en champán mientras su familia sufre de hambre.
Max Estrella podría haber llegado a ser un personaje trágico, pero la sociedad que lo rodea convierte su vida heroica en una existencia patética y absurda. Su degradación se refleja en la muñequización a la que lo somete el propio autor. En este sentido, Max, como si fuese un fantoche o un pelele, es estafado por Zaratustra, engañado por don Latino y encarcelado como un vil delincuente. Incluso su muerte es ridícula, pues será confundida primero con una borrachera.
El protagonista de Luces de bohemia también ha sido identificado con Ulises y con Don Quijote, pues ambos emprendieron un viaje por la realidad española.
En cuanto a Don Latino Este personaje fundamental, vejete asmático y cómico. Si Max simboliza la bohemia heroica, modernista y rebelde, don Latino es reflejo de la degradación de esta bohemia que ha perdido la pureza de sus ideales y se ha corrompido. Frente a la complejidad y grandeza de Max, don Latino aparece como un fantoche, una caricatura que sirve de contrapunto al protagonista. Una persona inmoral, un parásito, un ser ruin y mezquino.
En don Latino llegan al extremo varios de los rasgos más típicamente esperpénticos: animalización (perro lazarillo), cosificación, deformación… Se trataría, más que de un héroe, de un personaje de novela picaresca, de un modelo de lucha por la supervivencia.
Muchas veces este personaje puede compararse con: Virgilio guiando a Dante-Max por los infiernos madrileños, Sancho Panza que acompaña a su dueño o Lazarillo de Tormes engañando a su amo ciego. Incluso es equiparable, en algunos momentos, a la figura del criado «gracioso» típica de la comedia española de los Siglos de Oro.
Como conclusión, Luces de bohemia encontramos gran cantidad de personajes de procedencia diversa (inspirados en la vida real, como Max Estrella; de origen literario, como el Marqués de Bradomín; de existencia real, como Rubén Darío; o de ficción, como Pica Lagartos o Enriqueta la Pisa Bien) que provoca una gran diversidad de registros. La estética del esperpento provoca que dichos personajes sean deformados de diversos modos, hasta convertirlos en muchos casos en auténticos fantoches y peleles.