Portada » Filosofía » Diversidad Cultural: Posturas y Desafíos en un Mundo Globalizado
La existencia de diferentes culturas, con costumbres, tradiciones y valores muy distintos, y a veces contradictorios, plantea la pregunta de cómo hay que asumir esa diversidad: si como algo positivo o negativo, y también si todo vale. Esta es la lucha y disputa entre diferentes valores y creencias. A continuación, se describen las principales posturas:
El etnocentrismo es la tendencia de un grupo social a considerar otras culturas desde sus propias categorías culturales, juzgando a las culturas ajenas como inferiores a la suya propia. Según esta postura, de entre las diversas manifestaciones culturales, solo una cultura, la propia, puede considerarse como soporte de valores auténticos. Se cree que solamente existe una esfera cultural que merezca ser considerada como cultura auténtica o verdadera (las demás culturas serían reflejos, degeneraciones o desviaciones). Por ejemplo, para nosotros, los valores de la cultura occidental (que comprenden los valores científicos y los valores democráticos) son los mejores y deberían ser ofrecidos a los demás pueblos, con el objetivo de que también ellos progresen.
El etnocentrismo es un efecto de la endoculturación. Al ser educados dentro de una comunidad, los individuos se identifican con su propia cultura y esta llega a convertirse en una segunda naturaleza para ellos: les aparece como algo natural, mientras que las otras culturas les resultan extrañas y antinaturales.
El etnocentrismo está relacionado con la xenofobia y con todas las manifestaciones de rechazo hacia las formas de vida que nos resultan diferentes. Además, es una postura dogmática en su afirmación de la superioridad de la propia cultura, lo que impide al individuo ser crítico con ella.
Desde el siglo XIX, la antropología cultural ha estudiado otras culturas, a las que se había considerado salvajes y primitivas, llegando a la conclusión de que la idea de un pensamiento salvaje opuesto a un pensamiento civilizado más evolucionado es una idea que habría que superar.
La tesis del antropólogo francés Lévi-Strauss es un ejemplo de esto. Surge así el relativismo, como una reacción frente al etnocentrismo. Este juzga las demás culturas desde la propia; en cambio, el relativismo afirma que los rasgos culturales son relativos al sistema cultural al que pertenecen.
El relativismo metodológico establece que, para llegar a comprender una cultura, el método adecuado es estudiarla desde dentro. Por ejemplo, para alcanzar a comprender por qué los calatios se comían a sus muertos, sería necesario estudiar esta costumbre en relación con el sistema de creencias y valores de su cultura.
El relativismo sistemático va más allá que el metodológico. No es una actitud metodológica, sino una teoría filosófica que establece que:
Según el relativismo, somos prisioneros de nuestra propia cultura. No es posible alcanzar una perspectiva transcultural desde la cual someter a crítica y juzgar moralmente valores y conductas de otras sociedades.
El interculturalismo parte del respeto a otras culturas, y en eso coincide con el relativismo, pero se distancia de los relativistas al propugnar el encuentro entre las diferentes culturas en pie de igualdad, con el objetivo de llegar a acuerdos. Los defensores de esta postura creen que la diversidad cultural es una fuente de riqueza (en lo que se diferencian de los etnocentristas). El interculturalismo propone:
Los interculturalistas piensan que el diálogo entre las diferentes culturas es imprescindible para resolver los problemas que los choques culturales pueden ocasionar. ¿Es posible este diálogo? Según el relativismo, la comunicación entre culturas es casi imposible. Según el etnocentrismo, no se trata de dialogar, sino de imponer. El interculturalismo cree que hay unos valores compartidos por todos los seres humanos, independientemente de su cultura. Habría que promover un diálogo real entre las diferentes culturas para poder sacar a la luz esos valores compartidos. Entre esos mínimos que tendrían que ser siempre respetados, y que cualquier cultura debe, están el respeto a los derechos humanos y el aprecio y defensa de principios básicos. Esos mínimos ponen los cimientos para construir una especie de civilización mundial, que será obra de todas las razas y culturas.