Portada » Griego » Dioniso: El Dios del Vino, el Teatro y la Civilización
Dioniso es el dios tracio del vino, representando no sólo su poder tóxico sino también sus influencias sociales y beneficiosas. Es considerado promotor de la civilización, legislador y amante de la paz, así como dios protector de la agricultura y el teatro.
Dioniso era también conocido como Baco (en griego Βακχος Bakkhos), nombre con el que fue asimilado en la mitología romana, anulando y confundiéndose con el antiguo dios itálico Liber Pater. Los griegos incorporaron a Dioniso a la tradición olímpica como hijo de Zeus y Sémele, hija de Cadmo, rey de Tebas, aunque otras versiones afirman que era hijo de Zeus y Perséfone.
Dioniso tuvo un nacimiento inusual que evoca la dificultad de encajarle en el panteón olímpico. Su madre fue Sémele (hija de Cadmo), una mujer mortal, y su padre Zeus, el rey de los dioses. La esposa de Zeus, Hera, una diosa celosa y vanidosa, descubrió la aventura de su marido cuando Sémele estaba encinta. Con el aspecto de una anciana, Hera se ganó la amistad de Sémele, quien le confió que su marido era en realidad Zeus. Hera pretendió no creerlo, y sembró las semillas de la duda en la mente de Sémele, quien, curiosa, pidió a Zeus que se revelara en toda su gloria como prueba de su divinidad. Aunque Zeus le rogó que no le pidiese eso, ella insistió y él terminó accediendo. Entonces se presentó ante Sémele con sus truenos, relámpagos y rayos y Sémele pereció carbonizada. Zeus logró rescatar al fetal Dioniso plantándolo en su muslo. Unos meses después, Dioniso nació.
En otra versión de la misma historia, Dioniso era el hijo de Zeus y Perséfone, la reina del inframundo. Una celosa Hera intentó de nuevo matar al niño, enviando esta vez a los Titanes a descuartizarlo tras engañarlo con juguetes. Zeus hizo huir a los Titanes con sus rayos, pero éstos ya se habían comido todo salvo el corazón, que fue salvado, según las fuentes, por Atenea, Rea o Deméter. Zeus usó el corazón para recrearlo en el vientre de Sémele: de ahí que se llame a Dioniso ‘el dos veces nacido’. A veces se decía que Zeus dio a comer el corazón a Sémele para preñarla. En ambas versiones de la historia, el renacimiento es el principal motivo de adoración en las religiones mistéricas, pues su muerte y resurrección eran sucesos de reverencia mística. Aparentemente este relato se usaba en ciertas religiones mistéricas griegas y romanas. Variantes del mismo se encuentran en la obra de Calímaco y Nono de Panópolis, quien se refiere a este Dioniso bajo el título de Zagreo, y también en varios poemas fragmentarios atribuidos a Orfeo.
La leyenda cuenta que Zeus tomó al infante Dioniso y lo puso bajo la tutela de las ninfas de la lluvia de Nisa, que le criaron en su infancia y niñez, y que por sus cuidados fueron recompensadas por Zeus con el ascenso entre las estrellas como las Híades. Alternativamente, fue criado por Maro.
Cuando Dioniso creció, descubrió la cultura del vino y la forma de extraer su precioso jugo. A este respecto, la leyenda narra lo siguiente: Dioniso se encontró con un frágil tallo de parra, sin pámpanos, racimos o fruto alguno. Le gustó, y decidió hacer algo para preservarlo. En primer lugar, lo introdujo en un huesecillo de pájaro. Tan a gusto se encontró el tallo, que siguió creciendo. Fue entonces cuando tuvo que trasplantarlo al interior de un hueso de león. Posteriormente, hubo de pasarlo a un hueso de asno, de mayor tamaño. Al tiempo, el tallo se convirtió en una parra y dio su fruto. Entonces descubrió Dioniso las propiedades de su zumo fermentado. Por la anterior génesis del tallo se interpretan los estados que infunde el vino al bebedor. Si bebe con moderación, éste se encontrará alegre y fuerte (como un pájaro y como un león, respectivamente). Pero, en caso de superar cierta cantidad, y de que esto suceda asiduamente, el bebedor se volverá tonto (como un asno).
Hera hizo que se volviese loco y le empujó a vagar por diversas partes de la tierra. En Frigia la diosa Cibeles, más conocida por los griegos como Rea, le curó y le enseñó sus ritos religiosos, y así emprendió su recorrido por Asia enseñando a la gente el cultivo del vino. La parte más famosa de sus viajes es su expedición a la India, que se dice que duró varios años. Volvió triunfante y asumió la introducción de su culto en Grecia, pero se le opusieron algunos príncipes que temían los desórdenes y la locura que éste acarreaba (véase Penteo y Licurgo).
Se cuenta que en sus viajes, Dioniso llegó de nuevo a Argos y quiso acercarse a la isla de Naxos, para lo que contrató los servicios de unos piratas tirrenos. Éstos fingieron aceptar el trato, pero en lugar de conducirle a Naxos pusieron rumbo a Asia con el fin de venderle allí como esclavo. Dioniso se dio cuenta y con ayuda de su poder transformó los remos de la nave en serpientes, llenó el barco de hiedra y después hizo sonar unas flautas invisibles. Finalmente paralizó la nave entre enramadas de parra.
Los piratas, enloquecidos y asustados, se arrojaron al mar y una vez allí fueron transformados en delfines, cuyas almas seguían siendo de piratas, pero piratas arrepentidos. El único que se salvó fue Acetes, el timonel, quien reconoció al dios e intentó detenerlos. Acetes llegó a ser uno de los seguidores de Dioniso y a veces el conductor de sus Ménades.
La leyenda dice que por esto los delfines acompañan y salvan a los náufragos, pues son aquellos piratas que quieren expiar su culpa.
Una vez Dioniso halló que su antiguo profesor y padre adoptivo, Sileno, había desaparecido. El anciano había estado bebiendo, se había marchado ebrio y se encontró con algunos campesinos, que lo llevaron ante el rey, Midas (alternativamente, Sileno se metió en la rosaleda del rey). Midas le reconoció y le trató hospitalariamente, entreteniéndole durante diez días y noches educadamente, mientras Sileno entretenía al rey y sus amigos con historias y canciones. Al undécimo día Midas llevó a Sileno de vuelta con Dioniso. Éste ofreció a Midas que eligiera la recompensa que deseara. Midas pidió que todo lo que tocase se transformara en oro. Dioniso accedió, aunque sintió que no hubiese hecho una mejor elección. Midas se regocijó en su nuevo poder, que se apresuró en poner a prueba, tocando y convirtiendo en oro una rama de roble y una piedra. Deleitado, tan pronto como llegó a casa ordenó a los sirvientes que dispusieran un festín en la mesa. Entonces halló que su pan, su carne, su hija y su vino se convertían en oro.
Enfadado, Midas se esforzó en desprenderse de su poder (el toque de Midas), pues odiaba el don que había codiciado. Rezó a Dioniso, rogando ser librado de su hambre. Dioniso le oyó y consintió, diciendo a Midas que se bañase en el río Pactolo. Midas así lo hizo, y cuando tocó las aguas el poder pasó a éstas, y las arenas del río se convirtieron en oro. (Esto explicaba por qué las arenas del río Pactolo eran ricas en oro.)
Tras haber matado al Minotauro en el laberinto, Teseo había huido de Creta llevándose consigo a Ariadna, pero tras desembarcar en la isla de Naxos (o en la pequeña isla de Día, situada muy cerca de la costa cretense) la embarcación de Teseo partió sin Ariadna. El motivo de este abandono es objeto de múltiples versiones de los mitógrafos. Algunos consideraban que sencillamente Teseo la había olvidado mientras ella dormía; otros relataban que Teseo la había abandonado voluntariamente para casarse con otra o porque consideraba una deshonra llegar con ella a Atenas; otra tradición decía que Dioniso la había arrebatado a Teseo o que le había ordenado a éste que partiese sin ella.
El caso es que Dioniso se enamoró de Ariadna y la hizo su esposa. Su regalo de bodas consistió en una corona que posteriormente fue catasterizada en la constelación que lleva su nombre. Posteriormente Ariadna fue divinizada por Zeus.
Sin embargo la versión homérica decía (La Odisea xi.320) que Artemisa había matado a Ariadna en Día a causa de la acusación de Dioniso. No es seguro el motivo de esta acusación, sin embargo esta versión puede combinarse con la mención de Eratóstenes de que la corona luminosa de Ariadna fue usada por Teseo como guía para salir del laberinto. En este caso Ariadna habría estado casada con Dioniso antes de haberse enamorado de Teseo y tras haber ayudado a éste con la corona y haber huido con él, Dioniso la acusó ante Artemisa en Día.
Baco, escultura hispanorromana del siglo II (M.A.N.).
Hera arrojó a su hijo Hefesto del Olimpo avergonzada de que hubiera nacido cojo y como venganza Hefesto regaló a Hera un trono de oro mágico donde quedó presa al sentarse, pero Dioniso lo emborrachó y lo llevó de vuelta al Olimpo, donde finalmente accedió a liberar a Hera. Por este trabajo, fue admitido entre los dioses olímpicos.
Se dice a veces que Acis, un joven príncipe siciliano, era hijo de Baco. Un sátiro llamado Ampelo era también buen amigo de Baco.
Calírroe era una mujer calidonia que desdeñó a un sacerdote de Dioniso que amenazó con provocar la locura a todas las mujeres del país (ver Ménade). El sacerdote recibió la orden de sacrificar a Calírroe pero en vez de esto se suicidó. Calírroe se arrojó a un pozo que más tarde recibió su nombre.
Puesto que los antiguos griegos creían tradicionalmente que Dioniso era una adición tardía al panteón griego, había cierto rechazo hacia su culto. Homero sólo le menciona brevemente y con bastante hostilidad. Eurípides también escribió un cuento sobre la naturaleza destructiva de Dioniso en su obra Las bacantes. Dado que Eurípides escribió esta obra en la corte del rey Arquelao de Macedonia, algunos investigadores creen que el culto a Dioniso era maligno en su país pero benigno en Atenas. En la obra, Dioniso vuelve a su lugar de nacimiento, Tebas, gobernado por su primo, Penteo. Penteo estaba enfadado con las mujeres de Tebas, incluyendo a su madre, Ágave, por negar su divinidad y adorar a Dioniso contra su voluntad. Los adoradores de Dioniso eran mujeres salvajes y sedientas de sangre llamadas Ménades, quienes destrozaron a Penteo después de que éste fuera atraído a los bosques por Dioniso. Su cuerpo fue mutilado por Ágave.
Cuando el rey Licurgo de Tracia oyó que Dioniso estaba en su reino, envió a prisión a todas sus seguidoras, las Ménades. Dioniso huyó, refugiándose con Tetis y enviando una sequía que hizo que la gente se sublevara. También volvió loco a Licurgo, y éste descuartizó a su propio hijo con un hacha, creyendo que era un brote de hiedra, planta consagrada a Dioniso. Un oráculo afirmó entonces que la tierra permanecería seca y baldía mientras Licurgo siguiera vivo, así que su pueblo lo mató y descuartizó. Con Licurgo muerto, Dioniso levantó la maldición.