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Define el concepto de Uníón Dinástica
Aplicado a Castilla y Aragón en tiempo de los Reyes Católicos.
La uníón dinástica de
Castilla y Aragón en tiempos de los Reyes Católicos sentó las bases de la
Monarquía Hispánica y por ende de la hegemonía española en Europa durante el
Siglo XVI y parte del XVII.
En un primer momento, sin
Embargo, Enrique IV de Castilla desheredaría a su hermanastra Isabel a favor de
Su hija Juana la Beltraneja por contravenir dicho enlace los planes
Matrimoniales que tenía concertados con el reino de Portugal. De tal manera, a
La muerte del monarca en 1474, se originaría una guerra de sucesión que terminaría
En 1479, mediante el tratado de Alcaçovas, el cuál concluía el conflicto
Reconocíéndose finalmente los derechos de Isabel a la corona.
Ese mismo año,
Además, con la muerte de Juan II de Aragón, heredando Fernando, se hacía
Plenamente efectiva la uníón de las dos coronas bajo una misma dinastía.
De ahora en adelante, Isabel
Y Fernando colaborarían estrechamente a nivel diplomático y militar, ambos
Reinos conservarían sus leyes, monedas y fronteras, así como el control sobre
Su hacienda y el nombramiento de sus altos cargos.
Por último, obviando
Otras cuestiones como la unificación religiosa o la modernización del Estado, a
Través de la “uníón dinástica” también se ampliaría la base territorial de
Ambos reinos. Aragón recuperaría Cerdeña y Rosellón con el Tratado de Barcelona
(1493) en el que Francia devolvía estos territorios. Por su parte, Castilla, al
Completarse la Reconquista, integró el reino de Granada (1492), las Islas
Canarias (1496), el reino de Navarra (1512) y conquistaría América, la cual
Había sido descubierta por Cristóbal Colón.
Unos años más tarde, tras
La regencia de Fernando en Castilla, heredaría ambas coronas Carlos I,
Recogiendo en solitario los abultados frutos de la uníón dinástica.
Compara los imperios territoriales de Carlos I y Felipe II, y explica los diferentes problemas que arreglaron
Tras el gobierno de los Reyes Católicos les sucede su nieto Carlos I, que asumíó las coronas de Castilla y Aragón con las posesiones de Italia, las plazas del norte de África, América y los derechos sucesorios a los tronos inglés y portugués de parte de su madre, Juana la Loca. Pero también heredaría de su padre, Felipe el Hermoso, Flandes, El Franco Condado, Charoláis, Luxemburgo y Austria, además de situarse en la línea de sucesión al Sacro Imperio Romano Germánico.
Elegido emperador en 1520 con el nombre de Carlos V, se dedicó a defender los intereses territoriales de su corona, así como los de la causa católica, lo que lo llevó a luchar contra numerosos enemigos.
El primero de ellos, Francia, en las guerras por el dominio de Italia. Estas guerras se debían a la prolongación de los conflictos de Fernando el Católico y a la rivalidad ya existente. Como consecuencia, pese a la superioridad militar de las tropas imperiales, no hubo real triunfo sino el agotamiento económico de las dos potencias.
También participó en las guerras contra el Turco debido al espíritu de cruzada y a que la nueva cohesión del mundo islámico bajo la tutela otomana representaba una gran amenaza. El momento más importante es cuando levantó el sitio de Viena.
Además, fue beligerante con la reforma protestante (Martín Lutero 1517). Tuvo éxitos, pero también una importante derrota que termina con la paz de Augsburgo (1555), por lo que cada príncipe alemán establecerá la religión en su estado. Quedó así rota la unidad católica del Imperio.
Finalmente, Carlos I abdica en 1556 y deja a su hermano Fernando la corona imperial y el reino de Austria; y lo demás a su hijo Felipe, que hereda de su padre una situación política conflictiva, por la defensa del catolicismo y la lucha por la hegemonía europea.
En política exterior, las relaciones con Francia seguían siendo conflictivas por las posesiones italianas. Enrique II es derrotado en San Quintín (1557) y Gravelinas (1558) y firma la Paz de Cateu-Cambrésis (1559) con España.
En cuanto a los turcos, seguían amenazando la navegación y el comercio por el mediterráneo hasta que Don Juan de Austria, hermanastro de Felipe II, al frente de la armada organizada por la Santa Liga, vence en la batalla de Lepanto (1571).
En los Países Bajos, coinciden cuestiones religiosas, políticas y económicas por lo que Felipe II envía al Duque de Alba a parar la rebelión. Los sublevados fueron derrotados pero la independencia de las Siete Provincias Unidas fue inevitable.
Las relaciones con Inglaterra chocaron ya que Isabel I prestaba ayuda a los rebeldes de los Países Bajos. La hostilidad concluyó en 1588 con la derrota de la Armada Invencible de Felipe II.
Francia, tras la muerte de Enrique II, vive sacudida por las guerras y enfrentamientos internos, en los que se mezclan ambiciones y enemistades políticas con conflictos religiosos entre católicos y calvinistas. Felipe II intervino constantemente en apoyo de los intereses de su política católica.
Pero no todo fueron conflictos. Felipe II tenía derecho sucesorio al trono portugués y, al morir sin sucesión el rey de Portugal, reclamó la corona portuguesa. Con esto añade a su Imperio las posesiones portuguesas de Brasil, África y Asía, aunque Portugal siguió manteniendo sus leyes e instituciones propias, según la norma de los Austrias.