Portada » Historia » Dictadura de Primo de Rivera y Fin del Reinado de Alfonso XIII: Un Periodo Clave en la Historia de España
En 1923, un gobierno liberal presidido por García Prieto pretendió llevar a cabo una reforma de la Constitución y de la Ley electoral. El proyecto se vio obstaculizado por la oposición del rey, del ejército y de la Iglesia.
Entre los militares existía un gran descontento por el Expediente Picasso. Para frenar las reformas e impedir el debate del Expediente en las Cortes, el capitán general de Cataluña, Miguel Primo de Rivera, impulsó un golpe de Estado militar el 13 de septiembre de 1923.
La alta burguesía, una parte de las clases medias y del ejército, y el rey aceptaron la dictadura como una solución a la crisis. La mayoría de la población reaccionó con indiferencia o fue favorable al golpe de Estado.
Alfonso XIII nombró a Primo de Rivera presidente del directorio, un gobierno integrado exclusivamente por militares.
Sus primeras medidas fueron la declaración del estado de guerra, la suspensión de la Constitución, la disolución del Parlamento y la ilegalización de los partidos políticos y organizaciones obreras. En 1924 se creó la Unión Patriótica, un partido gubernamental cuya misión primordial era propiciar apoyo social a la dictadura. También liquidó la Mancomunidad catalana.
Instauró una política de orden público muy represiva, que se dirigió fundamentalmente hacia la CNT. La represión redujo drásticamente los conflictos laborales y puso fin a la violencia social y al pistolerismo.
Primo de Rivera intentó resolver la cuestión de Marruecos e intervino militarmente en el Rif. Los ataques dirigidos por el líder rifeño Abd el-Krim propiciaron la colaboración militar entre España y Francia, que se concretó en el desembarco español en la bahía de Alhucemas (1925). Estas acciones militares conjuntas supusieron la derrota definitiva del líder Abd el-Krim y el final de la guerra de Marruecos.
A finales de 1925 se estableció un Directorio Civil, con el objetivo de regresar a la “normalidad”, institucionalizando el nuevo régimen y cediendo protagonismo a los civiles. Esta transformación mostraba que Primo de Rivera pretendía consolidarse en el poder. Para ello, el general confiaba en el aprovechamiento de la buena coyuntura económica internacional para emprender una reactivación de la economía.
El Estado impulsó la realización de grandes obras públicas y se invirtió en la industria pesada (siderometalurgia y cemento). La política intervencionista se plasmó también en la concesión de grandes monopolios estatales (Tabacalera, Compañía Telefónica, CAMPSA). Para aumentar los rendimientos agrícolas y aprovechar los recursos se crearon las Confederaciones Hidrográficas, encargadas de impulsar los regadíos.
Además, se realizaron exposiciones internacionales en Barcelona (1929) y Sevilla (1929-1930), como escaparate de los logros económicos.
Con la finalidad de institucionalizar el nuevo régimen, se convocó una Asamblea Nacional Consultiva. Su función fue meramente consultiva y siempre actuó bajo control gubernamental. Para frenar la conflictividad laboral, se fundó la Organización Corporativa Nacional. Se trataba de un sindicato de tipo vertical que incluía obreros y empresarios. Algunos de los líderes antiguos de los partidos dinásticos criticaron la excesiva duración del régimen y apoyaron conspiraciones militares como la llamada “sanjuanada”.
La oposición a la dictadura se manifestó de diversas formas:
La crisis económica mundial iniciada en 1929 ocasionó un rápido incremento del desempleo y un creciente descontento social. Ante la nueva coyuntura, en enero de 1930, Primo de Rivera, gravemente enfermo, presentó su dimisión a Alfonso XIII. El dictador falleció en su exilio en París. Alfonso XIII trató de volver al régimen constitucional existente hasta 1923, y a tal fin nombró jefe de Gobierno al general Berenguer, inaugurando la llamada “dictablanda”.
La oposición republicana se movilizó y en agosto de 1930 estableció el Pacto de San Sebastián, un acuerdo para poner fin a la monarquía, al que se unieron socialistas y algunos intelectuales.
En 1931, el almirante Aznar formó un nuevo gobierno y se convocaron elecciones municipales para el 12 de abril de 1931. Estos comicios fueron ganados por las candidaturas republicanas. El 14 de abril de 1931 era proclamada la Segunda República Española.