Portada » Historia » Dictadura de Primo de Rivera y el Fin de la Restauración en España
En 1923, bajo el reinado de Alfonso XIII, España se encontraba en una profunda crisis del sistema de la Restauración. La inestabilidad y el desprestigio de los partidos del turno se agudizaron con el auge del republicanismo y los nacionalismos. La conflictividad obrera se intensificó en el contexto del período de entreguerras a nivel internacional. A esto se sumó el descontento generalizado tras el desastre de Annual (Expediente Picasso). Estas causas convergieron a finales de 1923 en el golpe de Estado de Primo de Rivera, concebido como una medida transitoria de regeneración política y para evitar la democratización de España. El golpe se produjo sin apenas oposición.
En 1923, Alfonso XIII nombró a Primo de Rivera presidente del Directorio. En su intento de reorganizar el Estado bajo un sistema dictatorial, se distinguen dos fases:
La primera fase se caracterizó por la militarización de la vida civil. Las medidas, de carácter autoritario, se dirigieron a restablecer el orden público y político. Se declaró el estado de guerra en todo el país, se suspendió el régimen constitucional, se disolvieron las Cortes, se prohibió la actividad política y sindical, y se instauró una política de orden público represiva, dirigida fundamentalmente a la CNT. Para acabar con el caciquismo, se sustituyeron los Ayuntamientos por Juntas de vocales. El regeneracionismo del Directorio se plasmó en la legislación social (medidas populistas para satisfacer a los obreristas y pacificar la situación). Ante el problema de Marruecos, se estableció una alianza franco-española que se concretó en el desembarco español en la bahía de Alhucemas (1925). Esta acción militar conjunta supuso la derrota definitiva de Abd el-Krim. Tras lograr la administración colonial del protectorado y otros éxitos, Primo de Rivera ganó popularidad.
A finales de 1925, se formó un nuevo gobierno con técnicos civiles. Se inició así la segunda fase, conocida como Directorio Civil (1925-1930). Influenciado por el fascismo, su objetivo principal fue institucionalizar el nuevo régimen según el modelo corporativo de Mussolini. En 1924, se creó el único partido gubernamental, la Unión Patriótica, buscando apoyo social a la dictadura y garantizando estabilidad al régimen. Como órgano auxiliar, se creó el Somatén. Asimismo, se crearon organismos corporativos, como la Asamblea Nacional Consultiva en 1927, que, bajo control gubernamental, se encargó de elaborar un Estatuto Fundamental a modo de Constitución, aunque el proyecto no fue aprobado. Económicamente, aprovechando la prosperidad internacional (Felices años 20), se emprendió una economía basada en el nacionalismo económico y el dirigismo estatal. Para frenar el obrerismo, se creó un sindicato de carácter vertical en 1926, la Organización Corporativa Nacional, cuya función era regular horarios, salarios y condiciones, y perseguir a anarcosindicalistas y comunistas que se negaron a participar.
En 1926, tuvo lugar la «Sanjuanada», una conspiración militar contra el régimen apoyada por antiguos líderes de partidos dinásticos. A partir de ahí, se articuló la oposición con el objetivo de derrocar el sistema de la Restauración. Los republicanos en todas sus tendencias y el PSOE crearon la Alianza Republicana, con el fin de sustituir la monarquía por la república. Intelectuales y universitarios agrupados en el sindicato FUE iniciaron huelgas y manifestaciones. La burguesía catalana también se unió a la oposición. La oposición obrera (CNT y el PCE) fue perseguida y prohibida. Para incrementar la influencia anarquista, se constituyó la FAI. La dictadura perdió apoyos con la crisis económica mundial iniciada en 1929.
En 1930, Primo de Rivera presentó su dimisión, que fue aceptada por el rey. Alfonso XIII nombró jefe de Gobierno a Berenguer, iniciando la denominada «Dictablanda». A mediados de 1930, la oposición republicana firmó el Pacto de San Sebastián, un acuerdo para implantar la República, al que se unieron socialistas y nacionalistas catalanes y gallegos. Se creó un Comité Revolucionario, presidido por Alcalá Zamora, que inició una huelga general e intentos de golpe de Estado (sublevación de Jaca y de Cuatro Vientos). Ante esta situación, en 1931, Aznar formó un nuevo gobierno, que convocó elecciones municipales con el fin de restablecer el sistema parlamentario y constitucional. El triunfo de la conjunción republicano-socialista llevó a proclamar la II República Española el 14 de abril de 1931, con el Comité Revolucionario como Gobierno provisional. Ese mismo día, el rey marchó al exilio.
El fin de la monarquía fue resultado del deterioro del sistema político, iniciado con la crisis del 98, debilitado durante las crisis posteriores (1909, 1917 y 1923) y definitivamente desprestigiado durante la dictadura militar. El colapso de 1931 fue el resultado de una larga crisis institucional que los gobiernos de la monarquía fueron incapaces de resolver y que acabó con el sistema constitucional de la Restauración y, finalmente, con la propia monarquía restaurada.