Portada » Historia » Dictadura de Primo de Rivera: Orígenes, Etapas y Consecuencias (1923-1930)
En un contexto de crisis política y social, el 13 de septiembre de 1923, el general Miguel Primo de Rivera se pronunció contra la legalidad constitucional, declaró el estado de guerra y se dirigió al monarca para exigir que el poder pasara a manos de los militares. Alfonso XIII aceptó un Directorio Militar presidido por Primo de Rivera, quien suspendió el régimen parlamentario constitucional.
Los apoyos de Primo de Rivera fueron militares, políticos cercanos a la monarquía y parte de las clases dirigentes. Defendieron su acción como una solución para poner fin a la crisis política y a la conflictividad social que atravesaba el país. Las razones que justificaban la necesidad de cambio son:
El dictador justificó el golpe militar a través de un discurso con pretensiones regeneracionistas donde criticaba a la «vieja política». En su manifiesto inaugural anunció su firme voluntad de limpiar el país de caciques y de acabar con las amenazas a la unidad nacional. Primo de Rivera pretendía evitar que el régimen político acabara por democratizarse. La dictadura fue una solución inconstitucional para frenar la posible reforma del sistema, que podía resultar amenazadora para ciertos sectores e intereses sociales.
En esta primera fase, Primo de Rivera constituyó un gobierno de carácter interino integrado exclusivamente por militares con el que pretendía hacer frente y resolver los graves problemas que amenazaban a España. Las principales medidas adoptadas por este gobierno fueron muy duras:
Miguel Primo de Rivera creó en 1924 un nuevo partido gubernamental, la Unión Patriótica, con el objetivo de prestar apoyo social a la dictadura. Se trató de un partido en el que se quería integrar a toda la sociedad y con el que se pretendía sustituir a todos los partidos políticos tradicionales, a los que consideraba corruptos. Sus principales afiliados procedían de la antigua oligarquía caciquil, el carlismo, la oligarquía agrícola y el catolicismo. Aunque Primo de Rivera anunció como uno de los objetivos principales del régimen terminar con la oligarquía y el caciquismo, muchos de los integrantes de estos grupos se incorporaron a la Unión Patriótica, reciclándose políticamente, lo cual les permitió mantenerse ligados al poder. Este partido le sirvió al régimen para hacer propaganda de la dictadura y de la ideología derechista y católica que defendía.
A partir de 1925, Primo de Rivera trató de iniciar una nueva fase política que condujese a la institucionalización del régimen. Para ello trató de crear una Asamblea legislativa, una nueva constitución y un partido político único, la Unión Patriótica.
En 1927 convocó una Asamblea Nacional consultiva, similar al Gran Consejo Fascista italiano creado por Mussolini, formada por miembros de la Unión Patriótica que fueron elegidos mediante sufragio restringido. A esta Asamblea se le encomendó la tarea de redactar una nueva constitución. Sin embargo, el proyecto no llegó a conseguir el consenso suficiente y nunca llegaría a entrar en vigor.
Durante esta fase, Miguel Primo de Rivera asumió personalmente el mando de las operaciones militares en Marruecos con la intención de liquidar el conflicto en el norte de África. A partir de 1925, España colaboró militarmente con Francia. Fruto de esta colaboración se planeó y se llevó a cabo un desembarco en Alhucemas ese mismo año que condujo a la victoria definitiva sobre los rebeldes rifeños. La guerra de Marruecos había llegado a su fin y la victoria dio a Primo de Rivera una enorme popularidad.
Los textos históricos se pueden clasificar en:
Una parte del ejército creó las Juntas de Defensa para controlar los ascensos y las condiciones profesionales. Como funcionarios, les afectaba la carestía de la vida. Defendían la escala cerrada: los ascensos por antigüedad, en lugar de por méritos de guerra. Frente a ellos surgió el grupo de los africanistas. Las Juntas proliferaron y presionaron al Gobierno, que se vio obligado a reconocerlas como portavoces.
La UGT y la CNT convocaron conjuntamente una huelga general en agosto. Pedían reformas laborales (salarios, precios) y políticas. La huelga fue ampliamente respaldada, pero la detención del comité de huelga madrileño y la represión del ejército la hicieron fracasar. El saldo fue de unos 2.000 obreros detenidos y un centenar de muertos.
Tras la Primera Guerra Mundial, volvieron las tensiones al Marruecos francés y español. Las autoridades españolas habían conseguido asegurar los territorios en la zona de Ceuta, sin problemas, y Melilla con graves incidentes. El general Silvestre, designado para controlar la zona, decidió adentrarse en el Rif melillense sin proteger suficientemente la retaguardia y las provisiones de sus tropas. El líder de las cabilas, Abd-el-Krim, atacó por sorpresa a las tropas españolas causando la muerte de unos 13.000 soldados, incluido el propio general. La prensa española recogió este desastre, desatando la crispación entre la opinión pública.