Portada » Historia » Describe la evolución de la industria textil catalana, la siderurgia y la minería a lo largo del Siglo XIX
En el siglo XIX la actividad económica más importante en España siguió siendo la agricultura. Dos tercios de la población activa trabajaban en el campo y la agricultura generaba más de la mitad de la renta nacional. Además, los productos agrarios predominaban entre las exportaciones totales españolas.
En el ámbito industrial se produjo el fracaso de la revolución industrial en España, cuyo inicio se retrasaría hasta finales del Siglo XIX y principios del XX. La industrialización se vio frenada, en parte, por el estancamiento agrario, que no favorecíó el crecimiento de la población, ni la demanda de bienes industriales por parte de los campesinos, ni el trasvase de población agraria a las zonas urbanas e industriales. Las carácterísticas de la industrialización durante el período que nos ocupa son las siguientes: la industria textil catalana se desarrolló gracias al capital autóctono, la inversión en nuevas tecnologías y el proteccionismo. Hubo un escaso desarrollo de la siderurgia, debido a la escasez de carbón, su difícil extracción y la escasa demanda de hierro que había en España. La minería tuvo una fuerte expansión a partir de 1868, gracias a la apertura a inversores extranjeros, lo que favorecíó su exportación.
Las consecuencias de este panorama en el sector secundario fueron: el desarrollo limitado de la industria y de la minería a zonas muy concretas, como Cataluña, Málaga, Asturias y Vizcaya. La escasa inversión de capital nacional. Y, por último, la reducida aportación del sector industrial y minero a la renta nacional del país y a la generación de empleo.
El sector de los transportes presenció un amplio desarrollo del ferrocarril., sobre todo a partir de la publicación de la Ley General de Ferrocarriles, en 1855, que abríó las puertas al capital extranjero. Esta ley estaba en relación con otras simultáneas que en buena parte se orientaban a impulsar el progreso de la construcción ferroviaria. Propiciaba la creación de sociedades anónimas ferroviarias que se encargarían de la construcción y explotación de los diferentes tramos de la red; asimismo, prevéía el pago de subvenciones, e incluso, permitía la importación del material ferroviario. El resultado fue un rápido ritmo de construcción en los primeros diez años, hasta la crisis de 1866, debido, fundamentalmente, a la afluencia masiva de capital, tecnología y material extranjeros. El último impulso constructor del Siglo XIX comenzó en 1876, con la Restauración, y coincidíó con el desarrollo de la minería, por lo que una gran parte de los nuevos tramos conectaban las zonas mineras con el resto del país. La construcción de la red ferroviaria española presentaba serias deficiencias: por una parte, el material ferroviario había que importarlo y la inversión de capital nacional era escasa, lo cual generaba una importante dependencia del exterior. A esto hay que añadir, la escasez de mercancías para ser transportadas dentro del territorio español. Esto último favorecería la crisis de la construcción ferroviaria.
La política comercial fue en general proteccionista
. Las leyes arancelarias de 1841 y 1849 favorecieron los intereses de los industriales del textil catalán y de los terratenientes castellanos cultivadores de trigo. Sólo durante el Sexenio Democrático se intentó una política liberal con el Arancel Figuerola de 1869. Este arancel no fue decididamente librecambista, ya que las tarifas que se aplicaban a las importaciones no se suprimieron, solo se bajaron, pero seguían siendo bastante altas. La Restauración significó de nuevo la vuelta al proteccionismo con la ley arancelaria de 1875.
En el terreno financiero en este período se adoptaron algunas decisiones históricas:
En 1856 se creó el Banco de España que vino a sustituir al Banco Español de San Fernando. A partir de las leyes bancarias de 1856, relacionadas con la ley de Ferrocarriles, surgieron numerosos bancos y sociedades de crédito, muchos de los cuales se hundieron por la crisis financiera de 1866. En 1874, el Banco de España quedó configurado como banco nacional con el monopolio de la emisión de papel moneda. Por último, tras el desastre colonial de 1898, se repatrió a España gran parte de los capitales situados en Cuba, Puerto Rico y Filipinas, y se inició una nueva fase de desarrollo bancario, con fundaciones tan importantes como la del Banco Hispano Americano en 1901.
En Octubre de 1868 se adoptó la peseta como nueva unidad del sistema monetario. Estuvo en circulación hasta 2002, en que fue sustituida por el euro.