Portada » Historia » Descolonización, Guerra Fría y Auge Económico: Europa y EE. UU. (1945-1973)
La descolonización dio lugar a disputas étnicas y territoriales entre los nuevos estados. El trazado de las fronteras respondía a intereses coloniales y agrupaba a tribus y etnias diversas. Esto provocó enfrentamientos entre ellas y la lucha por imponerse sobre las demás. Con la excusa del peligro de las guerrillas o el estado de guerra permanente, un gran número de gobiernos se convirtieron en dictaduras, muchas controladas por el ejército. No se respetaban los derechos humanos.
Al acabar la Segunda Guerra Mundial, el mundo estaba dominado por la Unión Soviética y Estados Unidos. Europa, Japón y zonas subdesarrolladas fueron zonas de influencia estadounidense, hasta la crisis del petróleo en 1973, cuando los países industrializados experimentaron un gran crecimiento económico. El comunismo se expandió con rapidez. La Unión Soviética era una fuerza incontestada del ámbito socialista. El Ejército Rojo en Europa central y oriental permitió a la URSS su dominio sobre ellos. China, con la victoria de Mao Zedong en 1949, aportó millones de personas al bloque comunista.
El poderío de Estados Unidos reposaba sobre tres pilares:
Los norteamericanos conocían la importancia de la mejora económica europea, ya que esta era la mejor arma para detener a los soviéticos. En 1947 se implementó el Plan Marshall y, en los años 50, se creó una red de alianzas, pactos y bases militares para aislar a la Unión Soviética (OTAN).
Demócratas y republicanos se revelaron en el poder. Los primeros, partidarios del intervencionismo estatal y de promover leyes sociales, tuvieron el poder en los primeros años de la posguerra (Truman). En 1953, los republicanos accedieron al poder y hubo un giro conservador y anticomunista. En 1960, la superioridad de Estados Unidos en el mundo comenzó a erosionarse. En la economía, tuvieron que afrontar la competencia de Europa y Japón, recuperados de los desastres bélicos. En lo social, existía una amplia capa de pobres y marginados, con una fuerte discriminación a los negros. En lo político, existía temor a los soviéticos, que poseían misiles.
El candidato demócrata John F. Kennedy ganó las elecciones de 1960, con un programa que pretendía devolver a Estados Unidos al dinamismo y la confianza: relanzar la economía (intervención del Estado) y la tecnología (carrera espacial), hacer frente a las desigualdades sociales y raciales, y restablecer su liderazgo. Tras su asesinato en 1963, lo fundamental de su programa continuó en la siguiente presidencia de Lyndon B. Johnson.
La hegemonía estadounidense se sustentaba no solo en su fuerza económica y militar, sino también en la creencia de su modo de vida, basado en una confianza en sí mismos, optimismo y conservadurismo social. El crecimiento económico de 1950 permitió el crecimiento de los salarios y el acceso al consumo generalizado, mostrando al mundo un nuevo modelo de vida basado en la prosperidad. Sin embargo, también tuvo su lado oscuro. Amplios sectores sociales quedaban excluidos de la opulencia. Los negros eran discriminados, sobre todo en el sur. En 1960, Estados Unidos vio cómo su hegemonía y modelo social empezaron a ser contestados. Las organizaciones de negros empezaron a radicalizarse, la juventud se rebeló contra el sistema de valores imperante (movimiento hippie). El conocimiento de las masacres en Vietnam extendió un sentimiento antiestadounidense.
Tras la Segunda Guerra Mundial, los países europeos estaban arruinados. El Plan Marshall, propuesto por Estados Unidos, fue el motor de la reconstrucción. El plan entró en vigor en 1948 con la OECE (Organización Europea de Cooperación Económica), a través de préstamos y donaciones, con 13.000 millones de dólares hasta 1952. Su aprobación implicaba el control sobre la economía de los países beneficiarios y su contribución a la lucha contra el comunismo.
El siguiente paso fue la creación del mercado común. Europa, Alemania, Italia y Francia crearon en 1951 la CECA (Comunidad Europea del Carbón y del Acero). Posteriormente, se añadieron Bélgica, Holanda y Luxemburgo. Estos firmaron el 25 de marzo de 1957 el Tratado de Roma, que dio vida al Mercado Común Europeo (MCE), base de la CEE. El objetivo del MCE era la creación de un mercado común que garantizase la libre circulación de productos y trabajadores, y la puesta en marcha de acuerdos para armonizar las políticas comerciales.
Desde 1950 hasta 1973, Europa experimentó un notable crecimiento económico. Hubo una mejora notable de la renta por habitante, subida de los salarios y bajos índices de paro. En los años 60, se produjo una profunda modernización de su aparato productivo y los sectores tradicionales dieron paso a nuevas industrias. Este desarrollo estuvo acompañado de políticas económicas que potenciaban la intervención del Estado en materia económica: se extendieron las nacionalizaciones de industrias o servicios, se elaboraron planes de desarrollo, etc.