Portada » Historia » Desarticulacion del imperio colonial español
Dentro del marxismo el PSOE se convirtió en el partido más importante. Fue fundado, en la clandestinidad, en 1879 por Pablo Iglesias. Su aspiración inicial era el fin de la sociedad capitalista, la abolición de las clases sociales y la toma del poder político por la clase trabajadora. En 1888, el propio Pablo Iglesias fundó la Unión General de Trabajadores (UGT) como sindicato del partido. Sus reivindicaciones se centraron en mejorar las condiciones de trabajo: Establecer un salario mínimo; reducción de la jornada laboral; descanso dominical; prohibición del trabajo infantil, etc. En cualquier caso, tanto el PSOE como la UGT fueron hasta comienzos del siglo XX grupos minoritarios, en comparación con los anarquistas.
También es interesante señalar la aparición de una “oposición intelectual” basada en la doctrina filosófica conocida como Krausismo. En 1876, Francisco Giner de los Ríos fundó la Institución Libre de Enseñanza revitalizando el mundo cultural español y negándose a ajustar sus enseñanzas a los dogmas oficiales de la época.
Otra línea de oposición al sistema político fue la aparición de los movimientos nacionalistas periféricos que se manifestaron en la última década del XIX. Partían de la conciencia de las diferencias culturales que le alejaban de la política unitaria propia del Estado liberal.
En Cataluña existía una intensa conciencia nacional que se tradujo en iniciativas sociales muy variadas como asociaciones, periódicos o centros de excursiones. Ese movimiento cultural, que trataba de recuperar la lengua y la cultura catalana, es conocido como Renaixença. El primer gran impulsor del catalanismo fue ValentiAlmirall, fundador del DiariCatalà (primer periódico en catalán), que apostaba por un catalanismo interclasista que defendiera las señas de identidad catalanas. En 1891 se formó un primer grupo político Unió Catalanista que redactaría las Bases de Manresa, primer documento reivindicativo del catalanismo. Más adelante este movimiento se escindiría en dos grandes líneas una conservadora, cuyo partido más representativo fue la Lliga Regionalista (Prat de la Riba), y otra republicana y revolucionaria, representada por Ezquerra Republicana (LluisCompanys).
En el País Vasco los planteamientos nacionalistas encontrarían su cauce con la fundación, en 1895, del Partido Nacionalista Vasco (PNV) por Sabino Arana, un antiguo integrista católico que hizo una propuesta independentista basada en la raza y en la religión. Al principio su apoyo social fue escaso debido a su radicalismo antiespañol, a su rancio tradicionalismo agrario y a su limitación al entorno vizcaíno. Pero, desde comienzos del XX, evolucionó hacia posturas más moderadas que extendieron su influencia entre la población vasca.
En Galicia, de modo semejante a lo ocurrido en Cataluña, surgió un movimiento cultural O Rexurdimiento, que trataba de recuperar las tradiciones gallegas y que poco a poco incorporó planteamientos políticos. En 1889 Manuel Murguía (esposo de Rosalía de Castro) fundó la AsociaciónRegionalista Galega, de marcada tendencia tradicional y menor implantación política que los otros nacionalismos. Con ella el galleguismo político inició su andadura.
Movimientos de carácter regionalista surgieron en otras zonas de España como Andalucía o Valencia, pero su trascendencia política fue menor.
12.7
España a finales del siglo XIX contaba únicamente como colonias con las islas de Cuba, de Puerto Rico y de las Filipinas. Eran los últimos restos del gran imperio español formado durante el gobierno de los Habsburgo. La mayoría de las colonias españolas en América habían alcanzado su independencia durante el reinado de Fernando VII (1808 – 1833), convirtiéndose en repúblicas independientes gobernadas por las minorías criollas.
Tras el primer intento insurreccional cubano (Guerra de los Diez Años, 1868-78) la firma de la Paz de Zanjón no logró acabar con el sentimiento nacional. Los cubanos esperaban de la administración española una serie de reformas como la obtención de representación en las Cortes españolas, la participación en el gobierno de la isla, la libertad de comercio y la abolición de la esclavitud, que aún se mantenía en Cuba. Ninguna de estas peticiones fue tomada en consideración por España debido a la rotunda oposición de los grandes propietarios, de los negreros y de los comerciantes peninsulares. El sentimiento nacionalista cubano se veía acrecentado por la influencia económica de los Estados Unidos, que integró a la isla en su ámbito comercial. Así pues, a las peticiones políticas se sumaban los deseos de una clara liberalización económica, especialmente tras la aprobación del llamado “arancel Cánovas” (1891) que aumentaba las tarifas arancelarias para los productos importados no españoles. El arancel perjudicaba notablemente a EEUU, que adquiría grandes cantidades de azúcar y tabaco cubano, mientras sólo podía exportar a Cuba productos con fuertes impuestos de entrada. El presidente norteamericano William McKinley manifestó su protesta y comenzó su acercamiento a los independentistas cubanos.