Portada » Psicología y Sociología » Desarrollo Infantil: Necesidades Clave en la Infancia
Sabemos que sin los cuidados de un adulto, un bebé no podría sobrevivir, y que el grado de dependencia de este es inversamente proporcional a la edad.
Son demandas elementales y prioritarias la alimentación, el sueño o la higiene, así como la protección contra factores ambientales (frío, calor), la vigilancia para detectar enfermedades y su tratamiento; y, también, la prevención ante agresiones o ante el peligro de accidentes.
Los pequeños necesitan anticipar qué es lo que va a ocurrir, de ahí la importancia del establecimiento de ritmos y rutinas que contribuirán a la adquisición de esquemas de vida.
Si al niño le transmitimos la idea de que será capaz de realizar una tarea, con mayor o menor esfuerzo la emprenderá; si, por el contrario, el niño percibe que el adulto no cree que pueda lograrla, probablemente ni lo intente (recordemos, por ejemplo, cuando aprendimos a montar en bicicleta).
Procurar a los niños situaciones en las que puedan tener éxito, explicarles que los errores son inherentes al aprendizaje y estimularlos a emprender nuevas actividades fomenta la construcción de una estima positiva. Al constituirse en referentes directos del niño, los educadores juegan un papel clave en estos procesos de construcción de la personalidad.
Para un adulto, autorrealizarse sería sentirse satisfecho por llevar a cabo su proyecto de vida; sin embargo, los niños todavía no pueden conceptualizar esa idea, si bien hay una serie de necesidades que sí están muy relacionadas:
La edad del niño: hay periodos sensibles o críticos en función de la etapa de desarrollo del niño.
La calidad en la atención al menor: características, especialización, recursos del centro, etc., son factores fundamentales, pero el más importante es la rotación del personal de los centros.
La historia y personalidad del niño.
Dentro de los factores que conforman la personalidad del niño, debemos referirnos a un concepto muy importante que en los últimos años está presente en el trabajo con menores: la resiliencia.
Podríamos decir que la resiliencia es la “resistencia” del niño ante la adversidad. Actualmente se sabe que la resiliencia tiene que ver con factores propios de la personalidad del niño, pero también con las interacciones de este con los demás. Por tanto, se abre un campo de trabajo en el acogimiento residencial: facilitar al niño la adquisición de factores de protección y compensación, y contribuir a disminuir los de riesgo y vulnerabilidad.