Portada » Psicología y Sociología » Desarrollo Emocional en la Infancia: Factores, Etapas y Regulación
Antes se pensaba que el desarrollo cognitivo era fundamental y que el desarrollo emocional era un subproducto del desarrollo cognitivo. Ahora se sabe que el desarrollo cognitivo facilita el desarrollo emocional.
Esta maduración está relacionada con el contexto. El desarrollo motor y del lenguaje están en el marco de apego. Estas dos variables están influidas también por el desarrollo emocional, por lo que hay una interrelación.
El contexto social nos permite varias cosas:
En los 2 primeros años de vida la expresión emocional no es muy clara, es decir, el recién nacido no presenta apenas relación entre la expresión y la emoción. No se puede asegurar que las expresiones correspondan con la emoción.
Se ha investigado con bebés de distintas edades: se les sometía a distintos estímulos, como por ejemplo, agarrar un cubito de hielo o quitarle un juguete. Los investigadores se dedicaban a observar la expresión de las emociones. Adultos, a su vez, tenían que interpretar las expresiones emocionales sin saber a qué prueba se sometía al niño.
Las emociones que supieron interpretar bien fueron las siguientes:
Para que exista un nexo entre la expresión y la emoción se requiere la maduración de determinadas estructuras neurológicas, además de otros componentes que permitan evaluar la situación.
Se ha de destacar el valor comunicativo de las emociones, es decir, las emociones son señales.
Las características de la evolución emocional son:
Junto al desarrollo emocional surge la capacidad de planificar las acciones y el desarrollo motor (primeros 9 meses), de manera que puede manifestar, por ejemplo, la rabia cuando el adulto evita la acción, pero cuando el niño se da cuenta de la causalidad de esa evitación, su rabia se hace más selectiva.
Además, con el desarrollo en esos 2 primeros años, adquiere también la capacidad de anticipación, es decir, el niño ve cómo actúa el adulto ante una determinada situación y es capaz de expresar sus emociones más rápidamente (por ejemplo: cuando ve que mamá se está arreglando para salir, pero a él no le arreglan, piensa que se va a quedar en casa y se enfada).
Si hay un vínculo, las emociones cambian aumentando (no es lo mismo que no te salude el portero a que no lo haga tu novio) o se van haciendo más selectivas.
A partir de los 2 meses de vida, empiezan a diferenciar las emociones de los adultos. Esto no se produce antes porque son incapaces de mirar al interior de la cara.
Entre el 4º-7º mes, comienzan a asociar el significado emocional con las distintas expresiones faciales, es decir, evidencian, interpretan y responden adecuadamente a la expresión de los demás.
En este período responden vicariamente a las emociones (Respuesta por observación).
Ejemplos:
Entre el 8º-10º mes, el niño tiene capacidad para interpretar las expresiones de los otros. Aparece el fenómeno de referencia social que consiste en que cuando el niño se encuentra ante una situación de incertidumbre mirará al adulto y tomará la expresión de este como referencia para valorar la situación.
Si es capaz de hacer esto significa que sabe interpretar las emociones.
De todo esto se deriva el papel regulador de las emociones: el adulto con su expresión emocional dirige la atención y conducta del niño hacia determinados estímulos.
El niño a través de las expresiones emocionales del adulto percibirá la realidad física y social.
Algunos teóricos dicen que la regulación emocional es muy adaptativa porque permite que el niño no tenga que experimentar.
La empatía es muy importante en la comunicación con el otro. Es un fenómeno universal que tiene base biológica (por ejemplo: si vemos llorar a alguien también nos ponemos a llorar).
A los 10 meses ya muestran interés por el malestar de los otros porque hay una respuesta mimética a la expresión del otro. Posee lo que se llama una emoción global empática, no distingue quién es él y quién es el otro, no posee el concepto de individuación, por lo que no separa sus sentimientos de los de los otros.
A los 18 meses distingue el sí mismo de los otros, y aparecen las primeras conductas de consuelo: utiliza conductas instrumentales para consolar a los otros (acariciar a otro niño que llora).
Lo que realmente desarrolla la empatía es el factor interpersonal, además de los factores cognitivos.
Lo que promueve la empatía es un proceso de sintonía afectiva o emocional, que consiste en:
Estas relaciones son las que permiten que desarrollemos la empatía.
Las emociones favorecen la adaptación humana y para que estas sean adaptativas debemos poder regularlas, para lo cual hay 2 grupos de teorías:
La cognición es lo que regula la emoción.
Estas teorías se basaban en estudios con niños mayores.
Dicen que la regulación emocional depende de distintos factores:
La capacidad del niño para autorregularse y para expresar sentimientos positivos, junto con la aparición de la llamada sonrisa social, hace que se produzca un cambio en la relación. En este momento la pareja (madre-niño) aumenta la tolerancia a las emociones por medio de la autorregulación de cada uno.
El niño adquiere la capacidad o confianza de que los estados emocionales se pueden regular.
A los 8 meses utilizan el llanto como mecanismo regulador, es decir, llama a la madre para que le calme.
Otro mecanismo es la distracción, que se aprende del adulto. El bebé internalizará la estrategia para regular la emoción.
La interacción no solo regula la emoción sino que también regula la expresión de la emoción.
Los adultos se van haciendo cada vez más selectivos con la emoción del niño, es decir, admiten mejor las emociones positivas que las negativas.
Se ha encontrado que hay diferencia de género, es decir, los adultos no son igual de tolerantes con las emociones de los niños que con las de las niñas, por ejemplo, las madres son más tolerantes con la rabia de un niño que con la de la niña. Ante estas expresiones de rabia de la niña, la madre muestra indiferencia, pero con los niños muestran interés. Por lo tanto, las niñas son generalmente más sociables, tienen mayor puntuación en reconocimiento emocional y tienen una mayor tendencia a sonreír.
El lenguaje modifica las expresiones emocionales.
El lenguaje por tanto:
Se ha comprobado que existe una relación entre la capacidad de los padres para hablar sobre las emociones del niño y la capacidad que tienen los niños en edades posteriores para hablar de sus emociones.
También existen diferencias de género: las madres hablan más de los sentimientos con las niñas lo que permite que puntúen más en comprensión emocional.
Cuanto más hablemos de estas más podremos regularlas y comprenderlas para posteriormente expresarlas.
Para que las emociones sean adaptativas tienen que ser:
Hay 2 estrategias de regulación emocional:
Los niños de preescolar, tienen conocimiento de sus emociones y la forma de controlarlo es menor. Consideran que el cambio está en la situación y utilizan normalmente estrategias de distracción conductual. Los niños pueden modificar su estado emocional, pero no saben cómo lo hacen.
Cuando los niños tienen más edad:
El apoyo social también es importante cuando el niño es pequeño, es el adulto el que le regula las emociones. Cuando va creciendo, aprende a regularlas por sí mismo.
Los niños que son capaces de regular sus emociones:
Con la edad las situaciones a las que se enfrenta el sujeto son más complejas. Cuantas más experiencias emocionales tenga el sujeto, más fácil le será que le resuene la emoción del otro.
Un adulto es capaz de tomar distanciamiento psicológico. Si el niño tiene definido el sí mismo también es capaz de tomar distancia psicológica y por lo tanto hacer un análisis más objetivo de la situación.
Se amplía el conocimiento situacional al ampliar las experiencias socioemocionales.
Aumenta la capacidad de toma de perspectiva emocional: el niño puede tener en cuenta características de la personalidad del otro.
Otro mediador de la empatía que progresa con la edad es la capacidad de regular las propias emociones.
Puede ser:
El grado de empatía que puede tener un sujeto lo determina:
El contexto familiar interviene directamente en el desarrollo emocional al proporcionar y regular las oportunidades para experimentar y compartir emociones. Se ha estudiado mucho la exposición del niño a diferentes acontecimientos e intensidades emocionales. Se ha constatado que la frecuencia con que las madres expresan emociones positivas se relaciona con elevados índices de expresividad positiva en los niños, capacidad de autocalmarse,… y que una frecuencia elevada de expresiones de tristeza en la madre se asocia con tristeza y cólera en los niños, con dificultad de regulación y distanciamiento de las emociones de los demás. Además, la frecuencia elevada de expresión de tristeza en la madre también se asocia con bajos niveles de lenguaje emocional y de referencia a estados internos en los hijos y los altos niveles de cólera predicen en los niños dificultades en la comprensión de la causa de las emociones y en la toma de perspectiva emocional.