Portada » Historia » Desarrollo Económico e Industrialización de Alemania: Siglos XVIII y XIX
Antes de 1789, existían alrededor de cuatrocientos principados alemanes con escasa vinculación entre sí. El comercio interno se veía obstaculizado por las barreras aduaneras y las diferentes monedas existentes en cada territorio. Después de 1815, persistían más de cuarenta principados que formaban una imprecisa Confederación Alemana. En el sur y oeste se mantenía el influjo francés y las costumbres liberales, mientras que en el norte y el este perduraban formas feudales.
Algunas regiones alemanas en el siglo XVIII se encontraban entre las zonas más adelantadas de Europa; los estados de los territorios occidentales eran relativamente ricos. En cambio, en los estados de la Alemania Oriental, predominaban los grandes dominios agrarios gobernados por la nobleza y la servidumbre. La tierra mantuvo su influencia política y socioeconómica sobre estos territorios hasta comienzos del siglo XIX.
Todavía en la primera mitad del siglo XIX, Alemania era un país políticamente dividido, pobre y atrasado, con una economía predominantemente rural y agraria, y con pequeñas concentraciones industriales.
La influencia extranjera desempeñó un papel crucial en todos los períodos:
En 1807 se abolió la servidumbre, lo que permitió a la burguesía dedicarse al comercio y a la industria. También se abolieron los gremios y se reformó el sistema fiscal. Además, se dotó a Alemania del primer sistema educativo moderno.
El Zollverein fue una de las reformas económicas más importantes. En 1828, se estableció una tarifa arancelaria común para toda Prusia, a la que posteriormente se adhirieron pequeños estados cercanos. En 1833, se firmó un tratado con los grandes Estados del Sur, creando la Unión Aduanera Alemana, un mercado común alemán. Con ello, se eliminaron las fronteras y las tarifas aduaneras internas. El Zollverein estableció una política comercial de defensa moderada de la industria. En esta nueva zona de libre cambio, cada uno de los Estados afiliados mantenía la independencia de su política económica interior. Los estados confederados e independientes se unieron al Imperio Alemán en 1871.
La rivalidad entre los distintos estados alemanes contribuyó a la abundancia y calidad de las universidades. También aceleró la construcción del ferrocarril, expandiéndose la red ferroviaria más rápidamente que en Francia. La construcción de los ferrocarriles fomentó la cooperación interestatal, ya que los gobiernos tuvieron que ponerse de acuerdo en cuanto a rutas, contribuciones y otras materias técnicas.
Los ferrocarriles fueron fundamentales para la unificación de Alemania y el crecimiento de su comercio interior y exterior, así como para el desarrollo de la industria.
La clave de la rápida industrialización alemana fue el rápido incremento de la producción de carbón, gracias a los excelentes yacimientos del Ruhr. Aunque hasta 1850, esta región era menos importante que Silesia, el Sarre, Sajonia e incluso la región de Aquisgrán.
En 1840, todavía se utilizaban forjas medievales, y el primer horno de pudelado no entró en funcionamiento hasta 1824. La fundición con coque comenzó en Silesia, pero se desarrolló principalmente en el Ruhr a partir de 1850.
La producción de acero con el método Bessemer comenzó en 1863, y poco después se empezó a utilizar el proceso Siemens-Martin.