Portada » Arte » Del Renacimiento al Gótico: Evolución y Características del Arte Europeo
La pintura renacentista abarca el período de la historia del arte europeo entre el arte de la Edad Media y el Barroco. La pintura de esta época está relacionada con el «renacimiento» de la antigüedad clásica, el impacto del humanismo sobre artistas y sus patronos, nuevas sensibilidades y técnicas artísticas y, en general, la transición entre el periodo medieval y los comienzos de la Edad Moderna.
Debido a la falta o escasez de buenos maestros, los artistas optan por imitar las obras de los grandes maestros anteriores en lugar de estudiar la naturaleza para crear sus obras originales. En el manierismo se exagera el movimiento en las figuras, la expresión es afectada y amanerada o poco natural de los rostros.
Se destaca la unidad de la composición, de la perspectiva, de la anatomía y movilidad muscular y de la belleza exterior física, tendiendo a imitar la naturaleza con desenvoltura e inspirándose a la vez los artistas en las obras clásicas escultóricas.
Se observa una universalidad en los temas, dando mucha entrada a los mitológicos apenas tratados en la época anterior y cultivando singularmente el retrato y las historias. Y aunque no se olvidan los cuadros religiosos, carecen éstos por lo común de la idea y unión mística de la época precedente (sobre todo, en las Vírgenes o Madonnas) y hasta desvían con frecuencia el ánimo de la verdadera piedad. Aunque está plena de religiosidad, cada artista busca su propio estilo, en donde el retrato y la representación del paisaje tienen mucha importancia.
En cuanto al procedimiento, se distingue en el abandono definitivo de los realces y dorados, en la predilección por los lienzos sin tabla y en la adopción casi exclusiva de la pintura al óleo, salvo las decoraciones murales al temple y al fresco.
La historia moderna de la pintura se inicia con los aportes de los maestros del Renacimiento. Florencia y Roma durante los siglos XV y XVI son la cuna de dicho movimiento que establecerá a través de la perspectiva, la proporción, la anatomía y el descubrimiento y uso del óleo, una manera de pintar realista o verista que no se había dado antes.
El Renacimiento surge en Italia y se va extendiendo progresivamente por Europa, con mayor o menor calado, según los países. Surgieron innumerables centros o escuelas de pintura, sobre todo, en Italia, influyéndose mutuamente unas en otras a pesar de sus divergencias. No existe unanimidad crítica a la hora de distinguir las aludidas agrupaciones de artistas ni es uniforme el estilo de los diferentes maestros, por lo que las escuelas se reúnen sólo geográficamente.
La arquitectura gótica es la forma artística sobre la que se formó la definición del arte gótico, el estilo artístico comprendido entre el Románico y el Renacimiento, que se desarrolló en Europa Occidental —cristiandad latina— en la Baja Edad Media, desde finales del siglo XII hasta el siglo XV, aunque más allá de Italia las pervivencias góticas continuaron hasta los comienzos del siglo XVI.
El vocablo «gótico» es el adjetivo correspondiente a godo y fue utilizado en este contexto por primera vez por el tratadista italiano Giorgio Vasari (1511–1574). La arquitectura gótica puso especial énfasis en la ligereza estructural y la iluminación de las naves del interior de los edificios. Surgió del Románico pero acabó oponiéndose a los volúmenes masivos y a la escasa iluminación interior de sus iglesias. Se desarrolló fundamentalmente en la arquitectura religiosa (monasterios e iglesias), teniendo su mayor éxito en la construcción de grandes catedrales, secular tarea en que competían las ciudades rivales; aunque también tuvieron importancia la arquitectura civil (palacios, lonjas comerciales, ayuntamientos, universidades, hospitales y viviendas particulares de la nueva burguesía urbana) y la arquitectura militar (castillos y murallas urbanas).
Los empujes de estos elementos, más verticales que el arco de medio punto, permiten una mejor distribución de las cargas y una altura muy superior. Además, la parte principal de estas son transmitidas desde las cubiertas directamente a contrafuertes exteriores al cuerpo central del edificio mediante arbotantes. El resultado deja a la mayor parte de los muros sin función sustentante (confiada a esbeltos pilares y baquetones), quedando la mayor parte de aquéllos libres para acoger una extraordinaria superficie de vanos ocupados por amplias vidrieras y rosetones que dejan paso a la luz.
La arquitectura gótica tuvo su origen en las regiones de Normandía e Isla de Francia, desde donde se difundió primero a todo el reino de Francia y posteriormente (ya a mediados del siglo XIII), sobre todo por la extensión del arte cisterciense y las rutas jacobeas, por el Sacro Imperio Romano Germánico y los reinos cristianos del norte de España (que durante ese periodo de la Reconquista se estaban imponiendo a los musulmanes del sur). En Inglaterra penetró pronto el estilo francés, aunque adquirió un fuerte carácter nacional. A Italia llegó tarde, no tuvo mucha aceptación, y su impacto fue muy desigual en las distintas regiones, y muy pronto fue sustituido por el Renacimiento.
El medievalismo suscitado por el Romanticismo y el nacionalismo del siglo XIX hizo reelaborar como arquitectura historicista un neogótico que reproducía el lenguaje arquitectónico propio del estilo con formas más o menos genuinas, destacando la labor restauradora y reconstructora del francés Eugène Viollet-le-Duc.