Portada » Ciencias sociales » Definición de educación en ciencias sociales
La profesión de enseñar ha sido considerada como de muy alto respeto, que con el paso de los tiempos ha llegado a ser una actividad tan rutinaria y variada, pero no es tan fácil lograr que sea una profesión, debido a que no es tan solo buscarle la mejor manera de llamarla: profesor, catedrático, maestro, instructor, facilitador, mediador, guía, enseñante, cierto es que tras las palabras van implícitas diferentes connotaciones, unas se relacionan directamente con la forma de concebir la actividad (no es lo mismo “dar instrucciones” a “profesar” una disciplina), otras connotaciones asignan prestigio, de ahí que haya a quienes el vocablo “catedrático” apenas corresponde a su tan docta personalidad dejando los diferentes adjetivos para quien se dedica a educar en los niveles básicos de la formación del ser humano como si fueren menos importantes, al creer que al ser catedráticos los exime a su entender, de cuestionar su papel como educador, porque al final eso son.Por otra parte comúnmente muchos de los docentes del nivel medio superior y superior no cuentan con una formación “pedagógica” inicial, es decir, estudios específicos para ser docente.
Esto puede tener sus pros y sus contras, pues si bien no tienen las nociones de la forma de enseñar, el hecho de ser profesional de diversos campos del conocimiento esto le permite relacionar los contenidos curriculares con aspectos concretos del campo laboral
Mas tal vez sería de provecho comentar con nuestros estudiantes, que es lo que esperan de un buen maestro, esto nos permitirá, tener una mejor visión del desempeño como docentes, en la actualidad tengo conocimiento que se realiza una encuesta a través del Internet, para evaluar la labor docente del nivel superior, mas considero que no representa el sentir real de la mayoría de los alumnos debido a la forma tendenciosa en la que se encuentran estructuradas las preguntas. En la práctica docente se objetivan sus supuestos, acerca de que es el conocimiento, el aprendizaje, la enseñanza, y el estudio es decir, no hay “inocencia epistemológica” en la práctica docente, si bien existe, como en todo, estilos personales de los profesores, también es cierto que en ellos se ponen de manifiesto los modelos educativos institucionales y nuestras concepciones de educación, enseñanza y aprendizaje, entre otras cosas, como por ejemplo la autoridad y la disciplina en el salón de clase.
Es posible también en que las practicas docentes se encuentra instaladas en formas y métodos muy similares a la forma en que lo realizaron en el pasado, el caso es que cada vez se agranda mas el abismo entre los estudiantes y sus maestros, por la falta de interés de los alumnos a la influencia de la televisión a la nula capacitación de los docentes en cuanto a las nuevas tecnologías y medios de comunicación, la falta de herramientas que faciliten el aprendizaje teórico.
Profesionalizar la docencia continuamente es necesario en la educación superior, incluyendo la educación media superior, licenciatura, y los postgrados, de esta manera se podría compensar la falta de formación pedagógica inicial y de esta forma enfrentar la desprofesionalización, acentuado por el avance de las tecnologías y los cambios científico-técnicas y socioculturales que demandan la sociedad, para no quedarse en el rol tradicional del expositor magistral.
En primer término, es un hecho que la docencia en educación superior no es considerada formalmente una profesión, es decir, que para su ejercicio no existe como con otras profesiones, el requerimiento jurídico de contar con un saber especifico proporcionado y avalado por instituciones existentes para ello.
“Por lo general, las instituciones de educación superior establecen como requisito para ejercer la docencia tener estudios superiores relacionados con la asignatura a impartir, lo cual es importante pero no suficiente e impide la profesionalización docente en este nivel educativo:
”(5)
Si se revisan la curricula de los profesores de educación superior, se puede constatar que a todos ellos se les exige un título profesional, o por lo menos ser pasantes de la carrera a la que sirven o de otra relacionada, así como también en muchos casaos se les exige un postgrado. Esto de alguna manera garantiza que el profesor domina los contenidos de las materias que imparte; sin embargo, un elevado porcentaje carece de la formación pedagógica necesaria para guiar a los estudiantes en su aprendizaje.
LA DOCENCIA COMO Profesión
De esta manera, las propias instituciones educativas convalidan y refrendan que para ser docente, inclusive un “buen docente” basta tener dominio sobre los contenidos propios de las asignaturas y de las carreras a que correspondan, aunado en dado caso a la “experiencia” en el ejercicio docente.
Es cierto que como en toda profesión, para un buen desempeño docente es muy importante una fuerte dosis de vocación, esto es algo como una sabia nutricia del quehacer docente, aporta gusto, aptitud y convicción a la enseñanza. Sin embargo, la vocación tampoco es suficiente por sí misma, como tampoco el dominio de la especialidad temática pues la docencia como profesión ha de implicar entre otras cosas conocimientos destrezas que suponen un amplio abanico de teorías y enfoques del campo educativo vinculados críticamente con la práctica docente.
Por otra parte, no puede ser igual la docencia que se realice en un momento histórico que en otro; docencia y educación son procesos que no son perennes en las formas que adoptan ni suceden en el vació, por el contrario son procesos esencialmente históricos. Pensémoslos en los siguientes términos ¿para ser docente hoy son suficientes los conocimientos y las habilidades de hace veinte, treinta o cincuenta años o más? ¿Qué ha cambiado y en que debemos cambiar?
Asimismo, las disciplinas encargadas de estudiar la educación y los factores que en ella convergen han experimentado profundos cambios en cuanto a que es el conocimiento, como se produce el conocimiento en la ciencia y como se produce el aprendizaje en la escuela, que es la enseñanza, cuáles son sus objetivos, bajo qué criterios y mediante que procedimientos promover el aprendizaje; cuales son los recursos y los medios en que se deben apoyar la enseñanza; que conocimientos y habilidades deben favorecer a la escuela y profesores para el desarrollo de la persona en los contextos socioculturales donde se ha de desenvolver.
Las circunstancias sociales actuales hacen necesario que se eduque no solo en cuanto al dominio de los contenidos temáticos y a la posesión enciclopédica de gran información, sino también en cuanto al manejo de metodologías, estrategias técnicas y habilidades para transferir el conocimiento a situaciones nuevas en el terreno profesional, que demandan nueva información y nuevas habilidades practicas.
Estos nuevos escenarios sociales y sus tendencias previsibles, que en mucho obedecen al acelerado desarrollo científico-tecnológico y tiene su contrapartida en los cambios socioculturales, están trasformando en formas prácticamente imprevistas el mundo del trabajo, de la ciencia, de las profesiones y de la vida en general.
La tecnologizacìon y globalización (entendidas como racimo de procesos económicos, culturales, políticos y tecnológicos) afectan a prácticamente todas las naciones y generan profundos cambios, la informática (sistemas de computo aplicados a un sin fin de actividades humanas y los medios de comunicación (uso de satélites y con ello creación de redes de computo, información y comunicación) se encuentran en el vértice de este amplio abanico de trasformaciones.
Las consecuencias son numerosas, cabe señalar con Eduardo Vizer; “Ante el desafió de la cultura tecnológica. El camino de los países subdesarrollados”
Se deben seguir estas tendencias:
*paso de economías dependientes de energía (y materia prima) física y humana a económicas fincadas en la automatización y la información
*aceleración del tiempo y obsolescencia de
+ Procesos de producción, productos e información
+ Tecnología, procedimientos, capacidades y conocimientos de los individuos
+ Estructura y función de instituciones sociales básicas de educación, asociación política, etc. Conformadas en etapas preindustriales o de desarrollo industrial.
+ Sistemas de decisión tradicionales en las prácticas políticas y geopolíticas, económicas, financieras, militares, científicas y tecnológicas
*paro estructural con múltiples consecuencias para la juventud, los sistemas de seguridad social, la salud mental y el ocio forzado, así como la baja de niveles de consumo, fundamentalmente en los países periféricos atrapados en el cepo de la deuda externa y el proteccionismo creciente de los mercados internacionales.
Los sistemas educativos y los docentes están convocados a preparar profesionistas que puedan desempeñarse efectivamente en esos nuevos escenarios, no solo como respuesta funcionalista; “en términos sociológicos, atribuir a la formación de profesionistas, (un carácter de respuesta funcionalista) significa conferirle un sentido estrictamente de utilidad para preservar la sociedad vigente y su continuidad, en particular en cuanto a formar profesionistas para atender las demandas técnicas y laborales del mercado económico y el orden sociopolítico; es decir, preparar mano de obra calificada.” (6) Por supuesto es fundamental que la educación y la docencia preparen en el plano laboral a los estudiantes, capacitando de la mejor manera posible para desempeñar esa función, que son reales, pero es distinto reducirles a ese plano, sino también para su formación integral como individuos y ciudadanos, en la medida que preservemos un enfoque educativo humanista y trasformador.
LOS RETOS DE LA Educación PARA EL Siglo XXI
Todos los pueblos e individuos aspiramos a la felicidad y a una calidad de vida en todos los órdenes y si somos consientes y consecuentes con los que deben ser nuestros naturales sentimientos, debemos quererlo hacer extensivo a nuestros descendientes. El medio principal a tal fin es esencialmente la educación o más concretamente, la formación, el aprendizaje y el adiestramiento adecuados para resolver los problemas de raíz, desde la dignidad humana, los derechos y los deberes de cada persona. Sin embargo, esa respuesta educativa no puede seguir siendo la simple expansión, ni la mejora de los sistemas educativos existentes por medio de reformas y planes de actuación. Una revolución educativa en el Siglo XXI tiene que lograr superar, sobre todo, el desajuste y la frustración que existen en el mundo actual entre la oferta de los sistemas educativos frente a la necesidad de personas con una amplia formación integral, con un nivel cultural, proclives a una convivencia democrática y coherente con los valores que proclaman. En muchos casos, esas personas deberán poseer una sólida formación profesional actualizada que les haga capaces de crear riqueza o desempeñar un puesto de trabajo o una ocupación social eficaz, a la vez que se preocupan por conseguir un desarrollo sostenible, social y humano para los demás Desde esa esperanza de futuro, es desde la que es preciso formular una visión de la educación para el mañana, además de fijar distintos objetivos, contenidos, métodos y medios para la enseñanza y el aprendizaje que relacionen eficazmente el conocimiento avanzado humanista y científico con el solidó desarrollo humano entorno a las diversas actividades laborales. En esa perspectiva, no se trata simplemente de asegurar mas educación, con el consiguiente mayor gasto para seguir luego en lo de siempre, sino por el contrario, de un esfuerzo mucho mayor a favor de la educación renovada y de un aprendizaje a lo largo de toda vida, con rigurosa exigencia de rendimientos tangibles y al servicio de resultados sociales, culturales, científicos y tecnológicos además de económicos. Los sistemas educativos y los novedosos procesos de aprendizaje tienen que plantearse, en concreto, a qué tipo de sociedad pretende servir y quieren contribuir a conformar. La educación debe ayudar, en todo caso, a aprender a asumir cada cual esfuerzo y responsabilidad para trabajar en equipo desde un enfoque interdisciplinario, desde una activa participación democrática que sirva a la convivencia pacífica multicultural y multirracial. Una educación que forme mentes con criterio desde valores de las convicciones libre y coherentemente adheridas ha de impedir la miseria moral de, por ejemplo: la drogadicción esclavizante, la violencia o el terrorismo. Una educación que prepare para un mundo en progreso y rápido cambio, contribuirá a aportar soluciones globales y a largo plazo. Por lo tanto, las razones para la esperanza de un futuro mejor son abundantes ante el conocimiento disponible, siempre y cuando cooperemos todos para que fructifiquen. Por ello es preciso profundizar y extender el saber, además de vivir acordes con valores éticos concretos y morales, comenzando por una autentica solidaridad y tolerancia. Tal ha sido siempre la convicción profunda de los educadores y de cuantos han tratado y tratan de trabajar honestamente a favor de la paz y del bienestar de los pueblos. Lo cierto es que la educación ha sido reconocida siempre, aunque con diversos grados de aceptación, como factor esencial para la plena realización personal, así como para el progreso y desarrollo de la respectiva sociedad. Esta realidad no ha dejado ver siempre a todos los responsables la absoluta prioridad que debe acordarse a favor de un esfuerzo continuado de formación, aprendizaje, investigación y especialización, puesto al alcance de todos cuantos tienen el talento, la capacidad, y la voluntad perseverante de acceder y aprovechar tales oportunidades. Lo que ha faltado, una y otra vez, ha sido una visión amplia, unos objetivos prioritarios bien definidos, Realismo en las estrategias y tácticas para la ejecución de los planes, autonomía suficiente de los centros educativos para el logro de una calidad total, medios financieros y materiales adecuados, aprovechamiento sensato de las nuevas tecnologías disponibles y actitud positiva y responsable a favor de la creatividad y de la innovación. Tampoco han predominado el buen sentido necesario para adaptar todo ello a la respectiva identidad cultural y a las legítimas aspiraciones y modelo de convivencia y de progreso de cada sociedad en el marco de una cooperación internacional activa y operante. De todos modos, el desafió de nuestro tiempo es aún mayor. Estamos probablemente ante el surgimiento de una nueva era, de una nueva civilización, en la que el trabajo es el bien más preciado, en vez de una maldición divina, en la que las comunicaciones (los multimedia y el ciberespacio) ponen al alcance de todos una información casi inabarcable, en la que todo se globaliza mientras crece el conflicto con lo más próximo y local de cada cultura y en la que casi todo es posible y nada es totalmente cierto. “El actual dilema del empleo parece estar condicionado por las cambiantes tendencias en materia de libertad de comercio, las crecientes expectativas sociales y las nuevas tecnologías frente a las profundas disparidades económicas, el contraste en las tendencias demográficas según niveles de desarrollo, así como a la ignorancia, al egoísmo y a la conculcación de derechos humanos en todas las edades y ambos sexos.
Mientras tanto, el problema fundamental es que, junto con alentadoras noticias aisladas provenientes de los países más ricos, las tasas de desempleo en los países más industrializados están aun en niveles que recuerdan los días de la gran depresión de los años treinta, con un promedio cercano al 12% en la Europa occidental, aparte de tasas que fluctúan entre el 40 y el 50 % de la población potencialmente activa en los países menos desarrollados. (7) Las contradicciones llegan al paroxismo cuando se comprueba que mientras se ensalza el mal llamado “capital humano” y más bien personal debidamente formado y experimentado de las empresas, lo más frecuente es el despido masivo precisamente de ese “capital” o “recursos humanos” en aras de la productividad o competitividad, cuando lo más habitual es que sea como consecuencia de los malos resultados de una gestión incompetente y falta de visión previsora. A ello se suma las “prejubilaciones” de reciente moda, curiosamente coincidentes en aquellos en lo que sea invertido la pirámide demográfica, que dejan marginada la experiencia de quienes, en el mayor número de casos, fueron en su día los artífices de esas empresas que prescinden de ellos para disminuir gastos, sin aprovecharles siquiera en ocupaciones sociales eficaces por la vía de instituciones tales como sus propias fundaciones de clara rentabilidad social. “Los profundos cambios laborales en marcha se reflejan ahora en las oportunidades y en la relación adecuación-trabajo con un declive, por ejemplo en las oportunidades de empleo en la función pública, en la defensa, siderurgia, minería, textiles o agricultura. Aun gozan de cierta estabilidad los sectores de la automoción, industria química y farmacéÚtica, obras públicas y construcción en general, informática, energía no renovable o banca y servicios financieros minoristas. El mayor potencial actual se observa aun en el sector de los seguros, el turismo, la hostelería, la sanidad, la educación de excelencia. La electrónica industrial, los servicios financieros y bancarios globales, las telecomunicaciones que permitan pasar directamente de una terminal privada a otros, también, así como la industria agroalimentaria, por último, parece previsible un mayor futuro en los sectores relacionados con la protección del medio ambiente, el transporte, las comunicaciones interpersonales y los servicios de trabajo a distancia, las ocupaciones sociales eficaces de personas mayores con salarios reducidos, el ocio, y las actividades culturales unidas a las artes en todas sus expresiones.” (8) “La tarea es considerablemente difícil, tanto más que si bien la educación, por su parte, ha coadyuvado de manera indiscutible a la ruptura con el pasado, al contribuir de forma decisiva a las grandes trasformaciones sociales, al desarrollo económico y al progreso científico y tecnológico, la educación misma no ha sido roto en cambio nunca dramáticamente con el pasado, ni siquiera en el caso de las más importantes reformas educativas llevadas a cabo con algún existo.” (9) Así, por ejemplo las universidades se han convertido, en demasiados casos, en centros de Formación Profesional Superior mientras desatienden la investigación básica y aplicada, así como los estudios interdisciplinarios que contribuyen a resolver problemas globales y los del respectivo entorno. Por lo pronto es indispensable que las Universidades recuperen el sentido de su raíz etimológica de universidad, además de procurar cuanto antes una creciente convergencia de su modelo en lo esencial, facilitando así la equivalencia de las acreditaciones. La educación infantil, que al fin se empieza a extender, será por su parte cada vez más determinante para hacer posible la plena evolución potencial década persona en la edad más crítica del desarrollo cerebral, si bien no se exige, ni se valora el alto rango profesional que el equipo encargado de este nivel educativo requiere; por su parte la educación básica universalizada y gratuita, incluida la educación primaria, va a cambio de garantizar la igualdad de oportunidades, aunque tiene todavía que recuperar su papel central en la formación integral, tanto invalores como en hábitos y actitudes coherentes con los mismos, como fundamento del sistema educativo y el bachillerato sigue siendo, pese a muchos nobles esfuerzos, la gran oportunidad frustrada de la extensión en calidad de una cultura moderna basada , de forma interdisciplinaria y equilibrada, en una formación humanista que incluya asimismo la formación científica y tecnológica como preparación adecuada para la vida activa. En consecuencia, los sistemas educativos suelen vivir en el pasado porque el presente en el que se desenvuelven es ya profundamente diferente de la realidad en respuesta a la cual han sido concebidos. Es urgente, por lo tanto, al menos la adaptación flexible de la educación a las carácterísticas de nuestra época, además de acometer un amplio esfuerzo prospectivo, con un horizonte de unos veinticinco años, que facilite una visión de la sociedad deseable y posible del futuro en cuya construcción se desee participar de forma creativa.
En esta encrucijada es evidente que el sistema educativo y de aprendizaje permanentemente que escoja cada país deba depender esencialmente de la sociedad que los conciudadanos deseen para ellos mismos, sin olvidar la creciente globalización de la realidad supranacional que se va imponiendo, pese a los pocos desequilibrios que crea por ahora, por su parte, la formación, el aprendizaje y el entrenamiento de los futuros docentes de esa educación permanente renovada deben tener muy en cuenta sus propios derechos y responsabilidades. Los hombres y sobre todo, los jóvenes queremos ser maestros y dueños de nuestro destino, el futuro lo podemos y lo debemos tomar en nuestras propias manos desde nuestros derechos, empezando por asumir todos nuestros deberes. En este empeño necesitamos estar informados, disponer de conocimientos básicos interdisciplinarios y del conocimiento más avanzado en el campo de nuestra respectiva vocación y afanes concretos, siempre espoleados por ser el saber y la cultura universal. El hombre moderno sabe que necesita criterios para ejercitar coherentemente los valores que proclama. Para poder ser plenamente hombre y convivir en paz, libertad y progreso en el Siglo XXI necesitamos educación, es decir, aprendizaje, formación y profesionalización, además de adquirir hábitos y actitudes positivas. Para que así sea, la sociedad en la que vivimos, empezando por la familia, la empresa, los gobiernos, las instituciones culturales, científicas y educativas, tienen que estar convencida de que es necesario un esfuerzo colectivo para que cada cual y todas a la vez, podamos hacer realidad este sueño, esta esperanza. Sin embargo solo un debate abierto y continuo puede mover la voluntad política para los recursos humanos y materiales, instaurar la sociedad del conocimiento y convertir, en principal recurso del planeta a los hombres y mujeres en los que se ha invertido para que se disponga de los mejores bienes del espíritu y para que puedan contribuir al progreso, así como al bienestar general y personal-, (10) De todo lo anterior se desprende la necesidad de una práctica que ofrezca, a la vez, una visión e información global a todos los ciudadanos del mundo, junto con los conocimientos apropiados al correspondiente nivel de formación, relacionando estos con los valores de la respectiva sociedad con el fin de contribuir a la convivencia social, así como la formación específica que permita identificar a cada cual con la identidad cultural de su entorno. Sin embargo, la visión e información global no se ofrece aun de forma generalizada e integral, ni siquiera en la educación superior, donde empieza a introducirse tímidamente junto con programas de estudio interdisciplinarios y prospectivos. En la educación básica y secundaria es todavía dramática la parcialidad de tales programas que, en cambio, se van prodigando en la educación no formal de adultos. Una contribución muy positiva a esta deseable futura atención es la práctica de las enseñanzas transversales de ciertos aspectos prioritarios tales como el medio ambiente, la salud, o la ética, enseñanzas que merecen un tratamiento horizontal sistémico a través de los planes y programas de estudio de cada nivel y modalidad educativos. La adecuada formación del profesorado para estos fines y la disponibilidad de libros de texto que integren tales enseñanzas globalizadoras son una ayuda decisiva para el éxito de tales programas. Recientemente es esta propiciando también la creación de redes de comunicación interactivas sobre estos temas entre instituciones educativas, especialmente secundarias y superiores, gracias a las opciones de Internet, junto con el servicio de tele conferencias. Hay que reconocer sin embargo que el gran cambio de mentalidad que implican estas políticas y medios educativos solo se lograra hacer realidad a lo largo de los años, gracias a un creciente consenso social que garantice la continuidad del proceso de creatividad e innovación a través de la formación del profesorado, de los planes y programas de estudio así como de las estructuras de gestión y de planificación de este sistema educativo evitando la tentación de frecuentes reformas globales, tejiendo y destejiendo al mejor estilo de Penélope. En otro orden de ideas, el dominio de las lenguas oficiales del respectivo estado es indispensable, aparte de obligatorio, como medio cultural e instrumental, siendo hoy en día suficientemente numeroso los casos no solo de bilingüismo sino también de plurilingûismo. La realidad multicultural y plurilingüe de muchos países determina un enfoque intercultural y como mínimo, bilingüe como rasgo esencial de sus respectivas políticas educativas. El enfoque intercultural conlleva la exigencia de una política básica educativa. Por otra parte y también a causa de ese enfoque intercultural, resulta imprescriptible la decisión de asumir la enseñanza y el aprendizaje de las primeras letras en la lengua materna dando paso, poco después al aprendizaje del idioma común del estado este tratamiento bilingüe deberá mantenerse en los siclos y niveles posteriores en la medida en que la comunidad lo vaya demandando, finalmente, conviene recordar que la educación bilingüe a nivel internacional con el idioma ingles como lengua instrumental universal de nuestro tiempo constituye la contribución que podemos hacer a la compresión entre todos los pueblos del mundo y a nivel internacional e interestatal, la mejor manera de facilitar la movilidad laboral, además de contribuir a la convivencia entre etnias y minorías lingüísticas distintas.
Otro aspecto fundamental es que las políticas de reforma deben de tener como objetivo la excelencia en materia educativa. Esta noble aspiración es objetivo que se ha expresado, de una o de otra manera, a lo largo de décadas, incluso en los años cincuenta, cuando la prioridad política, económica, social e incluso cultural era lograr, sobre todo, una extensión cuantitativa de las oportunidades de incorporación a los centros del sistema educativo preferentemente en la educación primaria, así como en la alfabetización de base, concretamente las recomendaciones a favor de la calidad de la educación solían poner particular énfasis en la formación y en el perfeccionamiento del profesorado con el fin de mejorar la eficacia y el rendimiento del sistema educativo en sus respectivos niveles y modalidades. Sin embargo la inquietud respecto de la calidad de la educación y posteriormente respecto de la excelencia de la educación fue creciendo al dejar de ser un privilegio y pasar a ser un derecho el acceso a la educación en todos los niveles, al tiempo que se veían mermados los recursos financieros disponible. En años recientes, la razón principal del renovado e intenso debate sobre la calidad, la excelencia y últimamente también sobre la calidad total proviene el desempleo y el paro, coyuntural y estructura, que están afectando progresivamente a todas las sociedades del mundo y en particular a las más industrializadas. La creación de puestos de trabajo raramente coinciden ya con el numero de los puestos suprimidos y las calificaciones de los parados no suelen corresponder a las expectativas de los empleadores. De este modo la educación reglada a niveles superiores ha ido perdiendo buena parte de su credibilidad y por ello tiene puestas todas sus esperanzas en la radical mejora de su calidad, que consiga la rápida adaptabilidad gracias a la flexibilidad que permite una amplia y sólida base cultural. En todo caso, la calidad y la excelencia educativa no se puede medir como un valor absoluto, ya que se refieren al producto educativo como poseedor de un carácter multidimensional que no se determina exclusivamente por los resultados académicos de una actividad de aprendizaje. En resumen: considerados los sistemas educativos como entidades especificas carradas en sí mismas, tal vez lleguemos a la conclusión de que no existe ninguno de ellos capaz de dar una respuesta plenamente satisfactoria a la complejidad que entraña la formación del ser humano para la sociedad actual y menos aun, futura, en la que ha de desenvolverse, sin embargo, mejorar la calidad de la enseñanza no es solamente un asunto que interese a la comunidad educativa, sino también un objetivo que el conjunto de la sociedad debe compartir y demandar. Por su parte, la educación en cualquier país del mundo no puede actuar de espaldas a la sociedad a la que va a entregar para su plena incorporación a los sujetos ahora en formación. Al revés, mantenerse alerta a las exigencias que la nueva sociedad va a demandar debe ser constante, pues la persona solo se realizara de una manera plena si se integra activa y adecuadamente, con su propia peculiaridad personal, en el ámbito social en que su vida va a desenvolverse.
“En vista del rápido crecimiento presente y futuro del conocimiento y de las necesidades de aprendizaje, parece claro que la enseñanza de los jóvenes en las escuelas y demás centros de educación media y superior no debe limitarse a la formación de las mentes, de su memoria o de sus habilidades manuales en relación al logro de su primer trabajo, idealmente la meta es lograr:
+ aprender a aprender y a desarrollar una curiosidad y deseo de aprendizaje insaciable para enriquecer la vida en todos sus aspectos y no solo en relación con el trabajo. + aprender a anticipar y resolver problemas nuevos, analizarlos de forma sistemática i e idear soluciones alternativas. + aprender a localizar información pertinente y a transformarla en conocimiento gracias a experiencias y criterios apropiados. + aprender a relacionar las enseñanzas del sistema educativo con la realidad del mundo exterior, incluido el mundo laboral, el de las relaciones humanas, el de la familia y de la comunidad nacional y del entorno más inmediato, en el marco de los códigos éticos y de los sistemas de valores de la respectiva cohesión social; + aprender a pensar en forma interdisciplinaria o integradora para poder percibir todas las dimensiones de los problemas o situaciones, frente a los puntos de vista parciales y frecuentemente distorsionados a que puede dar lugar la óptica de una especialidad académica concreta.” (11) El logro de estas metas no es tarea fácil y requeriría no pocos cambios en la actual gestión, contenidos y enfoque de los programas educativos, empezando por comprometer a los estudiantes de modo activo, además de procurar que el profesorado haga de la enseñanza –aprendizaje un proceso atractivo y agradable y no simplemente un sistema rutinario y muchas veces aburrido. Mucho más complicado aun es determinar la calidad del aprendizaje en la gran diversidad de modalidades que se producen de manera creciente fuera del sistema educativo formal, y concretamente, desde la óptica de información continua y permanente. Estamos ante cambios considerables en los inicios de un nuevo siglo, ante el progresivo convencimiento de la primicia del conocimiento para la solución de tantos y tan complejos problemas globales y locales, cada persona, sus familias, las empresas las instituciones religiosas