Portada » Economía » Déficit, Deuda Pública e Impuestos: Claves para Entender la Economía
Los presupuestos están equilibrados cuando los ingresos son iguales a los gastos. Cuando los ingresos no son suficientes para cubrir los gastos, se produce un déficit público. Y se da un superávit en caso contrario.
El déficit cíclico se produce cuando la economía atraviesa una situación de crisis. Si hay menos actividad económica, descienden los beneficios de las empresas y aumenta el desempleo, por lo que tanto empresas como personas pagan menos impuestos al Estado.
Si el déficit se mantiene año tras año, incluso cuando la economía va bien, estamos ante un déficit estructural o permanente.
Si los gastos de un año tras otro son superiores a los ingresos, la deuda se acumula. La deuda del Estado, por tanto, es lo que se debe en un momento determinado como consecuencia de los déficits de años anteriores.
Deuda pública: saldo que refleja lo que en un momento determinado debe el Estado como consecuencia del déficit de años anteriores.
El sector público necesita recursos para financiar los gastos públicos. Estos recursos constituyen los ingresos públicos y se obtienen mediante las cotizaciones sociales, los tributos y otras fuentes de ingresos.
Son los pagos que se hacen a la Seguridad Social y por los que se adquiere un derecho a percibir determinadas prestaciones. En España, las cotizaciones se calculan tomando como base el salario de los trabajadores y las pagan tanto las empresas como los trabajadores.
Los impuestos. Representan más de la mitad de los ingresos públicos. Dentro de los impuestos, se distinguen:
La capacidad económica de una persona se manifiesta, bien por sus ingresos (renta), bien por su riqueza (patrimonio), o bien por sus gastos (consumo).
El IRPF es un impuesto directo y progresivo que grava la obtención de renta de los ciudadanos y que aporta al Estado más de un tercio de lo que se recauda. Se tributa por los ingresos obtenidos durante el año:
El IVA es un impuesto indirecto que se paga al comprar un producto o contratar un servicio. A diferencia del IRPF, el IVA no tiene en cuenta las circunstancias personales y familiares del contribuyente, de modo que todos pagamos lo mismo. Después del IRPF, el IVA es el impuesto más importante, y con él se recauda casi un tercio del total de los impuestos. Al vender sus productos, las empresas cobran el IVA y después se lo pagan a la Agencia Tributaria (hacen de recaudadoras forzosas para Hacienda).
El tipo impositivo del IVA varía. Hay un IVA general del 21 % para la mayor parte de los productos de consumo (ropa, muebles, material deportivo, juegos, etc.), un IVA reducido del 10 % para los artículos de uso corriente (vivienda, alimentos, restaurantes o transporte) y un IVA superreducido del 4 % para los bienes más necesarios (pan, leche, frutas, medicinas, libros, etc.). Además, hay bienes que están exentos (servicios sanitarios, educativos, etc.).
El Estado puede reducir las desigualdades redistribuyendo la renta a favor de los que menos tienen, o proporcionando bienes y servicios a los que no pueden acceder a ellos. Para ello dispone de dos vías:
Con ambas medidas se produce una transferencia de recursos de los que más tienen a los que menos (redistribución de la renta).
Los ciudadanos de un país deben contribuir a un fondo general cuando tienen trabajo y gozan de buena salud y, a cambio, ese fondo les ayudará a mantener su bienestar cuando estén enfermos, en paro o se jubilen.