Portada » Ciencias sociales » De Sociedades Agrícolas a la Diversidad Cultural: Evolución, Socialización y Subculturas
El paso a la sociedad agrícola responde a importantes cambios medioambientales que obligan a los pobladores a buscar nuevas soluciones y utilizar nuevos recursos. El agotamiento de la caza mayor y el crecimiento demográfico los empujan a buscar recursos en el cultivo y en la domesticación de algunas especies animales. Este modo de agrupación da lugar a una nueva forma de economía: la de acumulación y redistribución controlada. La producción se intensifica y es posible acumular excedentes, ahora se presenta como una realidad o como algo impuesto a todos a modo de tributo.
De una jefatura compartida se pasa a un jefe de la tribu, persona con poder suficiente para recoger y almacenar alimentos y bienes, permitiéndole a él y a sus subordinados mantener un nivel de vida acorde con su rango jerárquico, que procura hacer hereditario.
Para pasar de estas sociedades primitivas al estado propiamente dicho debieron darse nuevas condiciones: centralización del poder, mayor estratificación social, clara división de funciones, desigualdad en la distribución de la riega, desarrollo urbanístico y notable crecimiento cultural.
La producción se incrementa gracias al desarrollo de nuevas técnicas que permiten una agricultura intensiva. Las condiciones de vida mejoran dentro de las ciudades, la vida social se enriquece, se elaboran leyes explícitas, se hace posible el comercio y aparecen nuevas expresiones culturales que incluyen la escritura, las primeras indagaciones científicas y la expresión del sentimiento religioso en documentos y monumentos. Esta nueva forma de organización social de carácter se produce en el Oriente Próximo, debido a las condiciones óptimas que presentaba esta región para que se desarrollaran conjuntamente la agricultura y la cría de ganado. La especie humana ha ido configurándose socialmente y ha desarrollado diferentes modelos de sociedad con sus respectivas formas de vida. Pero como individuos también vamos configurándonos socialmente y lo hacemos a través de un proceso denominado ‘socialización’.
Nacemos perteneciendo a determinados grupos y adquirimos una identidad social a la vez que adquirimos una identidad personal. La identidad personal nos permite mantenernos como personajes únicos y singulares, la identidad social nos permite mantener unos valores compartidos con otras personas. Adquirimos usos y costumbres de la sociedad a la que pertenecemos y nos identificamos con ellos. El proceso por el que adquirimos una identidad es el proceso de socialización.
La socialización es el proceso por el que un individuo interioriza la cultura de la sociedad en la que se desarrolla, construye su identidad y se constituye como persona. Este proceso se prolonga durante toda la vida del individuo y se distingue en dos etapas:
En la parte más importante, tiene como objetivo introducir al sujeto en la sociedad y se desarrolla en el seno de la familia durante la niñez. En las sociedades industriales modernas, la escuela primaria y la televisión desempeñan también un papel en esta primera etapa. El niño o niña se apropia de los roles, actitudes y valores de las personas que lo rodean y aprende a aceptar y entender lo que hacen, identificándose con ellos y con el mundo en el que participan. El niño o la niña va interiorizando los roles y las normas a través de un procedimiento de generalización progresiva que va desde las normas, las actitudes y los valores concretos a los generalizados. El proceso de socialización primaria tiene una gran carga emocional.
Proceso por el que se interiorizan muchos institucionales que contrastan con el ‘mundo de base’ adquirido en la socialización primaria. Entran en juego nuevos agentes de socialización, como las instituciones laborales, políticas o religiosas. Se podrá optar y elegir el sector social donde se quiere introducir, interiorizando las reglas de juego que funcionan en él. La interiorización social tiene menor carga efectiva y los papeles sociales comportan un alto grado de anonimato. Los papeles sociales son más intercambiables y se adquiere distancia con respecto al papel social. En la socialización primaria el conocimiento se interioriza casi automáticamente, en la secundaria debe ser reforzado por técnicas pedagógicas específicas y complejas. En este proceso de maduración pueden aparecer crisis de crecimiento. Esto suele conducir al individuo a plantearse problemas de coherencia personal y de identificación. La socialización secundaria no destruye el pasado, sino que construye a partir de él.
Proceso que consiste en la interiorización de los contenidos culturales (roles, actitudes, valores) de una sociedad distinta a aquella en la que el sujeto se ha socializado. Los procesos de resocialización se asemejan a los de socialización primaria. De ahí que supongan dos cosas: un proceso de desmantelamiento de la anterior perspectiva de la realidad y una nueva identificación fuertemente afectiva. Suele darse en situaciones de crisis profundas cuyas causas pueden ser procesos de crecimiento personal, cambios sociales rápidos o choques culturales producidos por emigración. George Herbert Mead dijo: «El hecho de que todas las personas estén constituidas por procesos sociales, o en términos de ellos, y que sean reflejos individuales de ellos, no es en modo alguno incompatible con el hecho de que todas las personas individuales tienen su individualidad peculiar, su propia pauta única, si destruye tal hecho«.
Mediante el proceso de socialización recibimos de las generaciones anteriores un cierto modo de estar en la realidad, de interpretar lo que nos rodea para poder desenvolvernos. Las tradiciones forman parte de este cúmulo de saber. Tradición es lo que traemos de atrás, lo que recogemos ya elaborado por quienes nos han precedido, se compone de conocimientos, experiencias, creencias y normas que abarcan y traspasan todo el quehacer humano, desde su saber a su moral, sus ritos y su folklore. Tradiciones son frutos de un proceso histórico por el que las generaciones anteriores van entregando a las posteriores formas de dar sentido a las cosas, pero también poder y posibilidades. Las personas estamos abiertas a realizar múltiples posibilidades, es cierto que los primeros humanos tenían un abanico de posibilidades muchísimo más reducido que el que nosotros hemos recibido. Aunque la tradición es una forma de autoridad, hemos de reconocer que también constituye un bagaje inestimable de saber que nos evita partir continuamente de cero y nos ofrece la primera y fundamental ayuda para comprender el mundo y desenvolvernos en la sociedad a la que pertenecemos. Las tradiciones solo se mantienen si son aceptadas, reafirmadas y cultivadas, ya que su autoridad se sustenta en el reconocimiento de quienes confían en las experiencias que otros les han transmitido. Hemos de reconocer que siempre somos libres de aceptarlas o rechazarlas. Para saber cómo se ha ido gestando la realidad humana es preciso conocer los vaivenes históricos hasta de sus impulsos y pasiones básicas y también descubrir la posible transformación cultural de los mismos.
Se distingue entre cultura material (constituida por productos materiales y artefactos) y cultura mental (creencias sociales, valores y normas). Por eso, cuando los antropólogos describen las culturas de los diversos pueblos, se refieren tanto a sus creencias religiosas como a sus códigos morales, a sus costumbres, fiestas y pasatiempos. Existen otras muchas definiciones de cultura, y cada una acentúa un rasgo u otro de la misma. Así, se le define como un modo de adaptación superior al biológico, o como el resultado del quehacer histórico de los diversos grupos humanos, o como un factor de humanización. Es destacable la que describe la cultura como un sistema de símbolos compartidos que proporcionan un sentido a nuestra vida, una orientación, una forma de ver el mundo y de interpretar la realidad.
– En cada cultura concreta se puede hablar se subculturas. Dentro de cada cultura existen diferencias que vienen dadas por edad, el nivel socieconómico, la clase social, el origen ético, etc. La contracultura es un movimiento de rebelión contra la cultura hegemónica que presenta un proyecto de una cultura y una sociedad alternativas. Ejemplos son:
Las tribus urbanas, en ellas se trata de ser diferentes, la forman jovenes preocupados por descubrir una identidad que ni la sociedad ni la familia les proporcionan. Se reunen en torno a un ídolo o lider y adquieren un código de expresiones culturales que los diferencian de los demás.
Los grupoes de ataque social, grupos emigrados de otro lugar, entre estos grupos cabe destacar las bandas de delincuentes que constituyen una forma violenta y directa de ataque al sistema establecido.
Grupo sociales alternativos, responden al vaacío que muchos sienten ante un futuro incierto y un presente fugaz. Intentan encontrar un setido a la exsitencia a través de distintos medios, como salidas del núcleo familiar, reuniones, actividades, charlas…, y rechazan el materialismo social.