Portada » Historia » De la Rusia Zarista a la URSS de Stalin: Revolución y Totalitarismo
A principios del siglo XX, en Rusia se mantenía una monarquía absoluta, apoyándose en la nobleza, la Iglesia ortodoxa, el ejército y la burocracia.
Existía un parlamento, la Duma, pero con poderes muy limitados, ya que el zar podía convocarla o disolverla cuando quisiera.
La economía era predominantemente agraria, aunque se inició un proceso de industrialización.
Existían diversas fuerzas políticas opositoras:
La derrota del ejército zarista ante las fuerzas japonesas (Guerra Ruso-Japonesa), debido a la expansión de Rusia en Asia, exacerbó el malestar social.
La Revolución de 1905 se desencadenó cuando manifestantes pacíficos se dirigieron a la residencia del zar para solicitar reformas. Sin embargo, la brutal represión por parte de las autoridades causó numerosas muertes, en un evento conocido como el Domingo Sangriento.
Como respuesta, campesinos y obreros se organizaron en soviets (asambleas populares). El zar se vio forzado a emitir el Manifiesto Imperial (o Manifiesto de Octubre) ese mismo año, prometiendo ciertas libertades civiles y la creación de la Duma. No obstante, el zar incumplió muchas de sus promesas y continuó gobernando de forma autocrática, ignorando a la Duma cuando le convenía.
En 1914, Rusia entró en la Primera Guerra Mundial, para la cual no estaba preparada militar ni económicamente, lo que agravó la crisis interna.
La Revolución de Febrero de 1917, causada por el descontento generalizado (derrotas militares, escasez, inflación), provocó la caída del régimen zarista. Se formó un Gobierno Provisional, donde Alexander Kerensky (socialrevolucionario moderado) se convirtió en la figura más destacada. El zar Nicolás II fue obligado a abdicar.
El Gobierno Provisional decidió continuar la participación de Rusia en la Primera Guerra Mundial, una decisión muy impopular.
Lenin, líder de los bolcheviques, regresó de su exilio y promulgó las «Tesis de Abril», pidiendo «todo el poder para los soviets».
Los bolcheviques prepararon una insurrección popular en julio, pero fracasaron inicialmente, y Lenin tuvo que volver a exiliarse brevemente.
El Gobierno Provisional, debilitado y sin apoyos sólidos ni por la derecha ni por la izquierda, enfrentó un intento de golpe de estado por parte del general Kornilov.
Aprovechando la debilidad del gobierno, los bolcheviques organizaron un nuevo levantamiento armado en octubre (noviembre según el calendario gregoriano). Triunfaron con el simbólico asalto al Palacio de Invierno en Petrogrado.
Inmediatamente, el nuevo gobierno bolchevique negoció la salida de Rusia de la guerra, firmando el Tratado de Brest-Litovsk en marzo de 1918 con las Potencias Centrales, aunque implicó grandes pérdidas territoriales.
Tras la toma del poder por los bolcheviques, estalló una cruenta Guerra Civil. Los opositores al nuevo régimen, que incluían partidarios del zarismo, liberales, mencheviques y socialrevolucionarios, apoyados por potencias extranjeras, formaron el llamado Ejército Blanco (contrarrevolucionarios).
Se enfrentaron al Ejército Rojo, organizado por los bolcheviques bajo el liderazgo de León Trotsky. La guerra civil se prolongó desde 1918 hasta 1921 y concluyó con la victoria bolchevique.
Durante el conflicto, se implementó una política económica conocida como Comunismo de Guerra, caracterizada por:
Se instauró una dictadura comunista (la «dictadura del proletariado»). Fue un período extremadamente duro, marcado por millones de muertes debido a los combates, el hambre y el frío.
Ante el descontento popular y el hundimiento económico provocados por el Comunismo de Guerra, en 1921 Lenin impulsó la Nueva Política Económica (NEP). Esta política supuso un cierto retorno a mecanismos de mercado:
Esto provocó una notable recuperación económica, pero también el resurgimiento de una pequeña burguesía (los nepmen) y de campesinos acomodados (kulaks).
En diciembre de 1922 nació la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS), una federación de repúblicas.
En 1924 se elaboró la primera Constitución soviética, que establecía:
En la práctica, toda la organización política estaba férreamente controlada por el único partido legal, el Partido Comunista de la Unión Soviética (PCUS). Su principal órgano de dirección era el Comité Central, y dentro de este, el Politburó. La figura clave era el Secretario General del partido.
Siguiendo los principios del internacionalismo proletario, Lenin quería extender la revolución socialista a nivel mundial. Con este fin, se creó la Tercera Internacional o Internacional Comunista (Komintern) en 1919.
Los partidos comunistas de todo el mundo que se adhirieron a la Komintern debían seguir el modelo organizativo del PCUS: un modelo de partido fuertemente centralizado y basado en el «centralismo democrático», que en la práctica era poco democrático.
Tras la muerte de Lenin en 1924, se desató una lucha por el poder dentro del PCUS, principalmente entre Trotsky (partidario de la «revolución permanente» a escala mundial) y Stalin.
Paulatinamente, Stalin, que ocupaba el cargo de Secretario General, se fue imponiendo. Este defendía la tesis del ‘socialismo en un solo país‘, que priorizaba fortalecer la revolución y construir el socialismo en la URSS antes de impulsar la revolución mundial.
Hacia 1929, Stalin había consolidado su poder absoluto, eliminando a sus rivales (como Trotsky, Bujarin, Zinoviev y Kamenev) e instaurando una dictadura personal de carácter totalitario. Para mantener el control, utilizó tres métodos principales:
Se promovió mediante una intensa propaganda que ensalzaba la figura de Stalin como un líder infalible y benefactor del pueblo.
El Partido Comunista se convirtió en el instrumento monolítico del poder de Stalin. Los soviets perdieron cualquier autonomía real y dejaron de ser las asambleas libres y populares de los inicios de la revolución.
Se ejerció una represión sistemática contra cualquier oposición real o imaginaria. La policía política (primero Cheka, luego GPU, NKVD) llevaba a cabo detenciones masivas, deportaciones y ejecuciones. Fueron célebres las Grandes Purgas de los años 30, incluyendo los Juicios de Moscú, donde antiguos dirigentes del partido fueron obligados a confesar múltiples crímenes bajo tortura y ejecutados. Millones de personas fueron enviadas a campos de concentración y trabajos forzados (el sistema del Gulag).
Stalin también procedió a un control absoluto de la cultura. Se impuso el «realismo socialista» como estilo artístico oficial. A partir de 1932, se comenzaron a perseguir a los artistas de vanguardia, acusados de ser contrarrevolucionarios y burgueses.
Stalin abandonó la NEP e impuso una economía planificada centralmente por el Estado. A partir de 1928, se creó el Gosplan, un organismo encargado del diseño y preparación de los planes económicos. Cada plan tenía una duración de cinco años (planes quinquenales).
Los objetivos principales eran:
La propiedad privada sobre los medios de producción desapareció casi por completo y se convirtió en propiedad estatal o colectiva.
Uno de los pilares de la planificación estalinista fue la colectivización forzosa de la agricultura. Se obligó a los campesinos a renunciar a la propiedad privada de sus tierras y a integrarse en explotaciones colectivas.
Esta política se encontró con una fuerte resistencia, especialmente por parte de los kulaks (campesinos propietarios). La brutal represión contra ellos (la «deskulakización») y la desorganización inicial provocaron hambrunas terribles (como el Holodomor en Ucrania) y un descenso temporal de la productividad.
La agricultura se organizó principalmente a través de dos tipos de explotaciones:
Los planes quinquenales dieron absoluta prioridad al desarrollo de la industria pesada (siderurgia, maquinaria) y a la producción de energía (carbón, electricidad).
Gracias a enormes inversiones y al esfuerzo de los trabajadores (a menudo forzado y en condiciones muy duras), la URSS experimentó una rápida industrialización y se convirtió en una gran potencia industrial en poco más de una década.
Sin embargo, este rápido crecimiento industrial se logró a costa de sacrificar la producción de bienes de consumo y la agricultura, lo que repercutió en un bajo nivel de vida para la mayor parte de la población.