Portada » Filosofía » David Hume: Origen del Conocimiento, Causalidad y Ética
En Hume, como defiende en su obra *Investigación sobre el entendimiento humano*, todo nuestro conocimiento se origina en la experiencia. Todo contenido mental (lo que sería una idea para Descartes) es una percepción. Hume define la percepción como los contenidos de la conciencia. Por otro lado, para el autor empirista, no existen ideas innatas. Todas las percepciones tienen su origen en la experiencia sensible. Estas percepciones pueden ser impresiones o ideas. Las impresiones son las sensaciones primeras, más vivas e inmediatas; mientras que las ideas son la imagen o copia de esa impresión, por eso mismo son menos intensas, aunque son las percepciones que utilizamos para razonar o pensar (es decir, no se piensa con impresiones, se piensa con ideas). Si dejas de mirar el árbol y piensas en él, esa es la idea. Como toda idea proviene de una impresión y toda impresión proviene de la información obtenida por los sentidos, la experiencia es el origen y límite del conocimiento y criterio de toda validez epistemológica. Si una idea no deriva de ninguna impresión, carece de validez epistemológica (a excepción de las matemáticas).
La mente humana puede formar nuevas ideas o asociarlas gracias a la imaginación. Estas ideas son menos intensas y menos fiables que las almacenadas en la memoria, ya que estas provienen directamente de las impresiones. La imaginación humana asocia las ideas de tres modos distintos:
De acuerdo con Hume, la relación causa-efecto es una asociación de ideas que nos lleva a pensar que existe una relación necesaria entre dos elementos “Si pasa A pasará B”. Hume elaborará una crítica de este principio. En primer lugar, no tenemos impresión de esa relación. Solo tengo la impresión de dos hechos que ocurren contiguamente en el espacio y en el tiempo. Además, no tengo impresiones del futuro, de modo que no puedo deducir necesariamente el efecto de una causa. ¿Cómo puedo asegurar que si pasa A pasará B? El ser humano asume que existe una conexión necesaria que nos lleva a creer que en el futuro se repetirá el mismo hecho. Esa conexión necesaria es una ficción mental. Un efecto no es deducible necesariamente, es previsible en virtud de la constancia y la regularidad. Esto significa que por costumbre y por hábito (“como ha ocurrido antes”) creemos que volverá a ocurrir en el futuro. Para Hume, llevamos a cabo una generalización llamada razonamiento experimental. Esta crítica implica notables consecuencias en el campo de las ciencias empíricas ya que se fundamentan en el principio de causalidad. La crítica de Hume implica que la necesidad y la universalidad solo se aceptará en el campo de las ciencias formales, esto es, las matemáticas; mientras que las ciencias empíricas y sus leyes tendrán un carácter contingente y probable.
Para Hume, la ética es el segundo pilar en la ciencia del hombre, ya que este no solo conoce, sino que también actúa. La ética teoriza sobre el fundamento de los juicios morales formulando preguntas como ¿qué es lo bueno?, ¿qué es lo malo? Desde Sócrates, la filosofía occidental había sido partidaria de un intelectualismo moral, es decir, que la virtud iba de la mano de la razón. Hume, quien consideró que “la razón debe ser esclava de las pasiones” criticó este racionalismo ético y se preguntó cómo percibimos la maldad o la bondad.
El autor escocés se pregunta por el origen de la vida en sociedad. Busca responder a la idea de si surge de un contrato divino o uno social. En cuanto a un origen divino; Hume declara que siempre se puede decir que Dios es el origen porque es la figura que da providencia. En cuanto a un contrato social; diría que siempre se puede decir que el poder y la jurisdicción vienen del pueblo. Sin embargo, Hume argumenta que el poder no siempre se sostiene en un pacto social, ya que, en innumerables ocasiones, la conquista del poder se consigue mediante revoluciones o usurpaciones y su final acaba con el uso de la fuerza. Por esta razón, Hume llega a la conclusión de que los deberes humanos se impulsan por el instinto u obligación de vivir en sociedad. Aquí encontramos la justicia y la obediencia civil, los cuales surgen por un sentimiento de empatía que nace por nuestra predilección por una sociedad ordenada que busque la justicia. Estas emociones son las que en última instancia justifican la realización de la justicia como “virtud artificial” que hace posible la sociedad civil.