Portada » Lenguas extranjeras » Dar a Dios lo que es de Dios
Aunque con diferentes palabras, el fundamento es el mismo: dar a cada uno lo que le pertenece. Si les damos a los demás que no nos dan nada, ¿qué no le daremos a nuestro Dios que nos dio la vida?
Generalmente, cuando nos dicen dar a Dios lo de Dios, enseguida lo relacionamos con la economía, o mejor dicho, con lo monetario o material; en pocas palabras, con el concepto de diezmo o el de ofrenda, según el diccionario bíblico.
Diezmo: Diez por ciento de nuestras ganancias que se dedican a Dios como señal de que nuestra vida le pertenece. Pacto con Él por amor a Él y justicia que Él reclama, para probar nuestra fe; a cambio, nos abrirá las ventanas de los cielos y derramará sobre nosotros bendiciones hasta que sobreabunden (Malaquías 3:10). No es de la ley, pues se nos muestra por Abraham a Melquisedec (Génesis 14:20; Malaquías 3: 6-12).
Ofrenda u oblación: Cualquier cosa presentada por la ley para ser presentada a Dios con el fin de propiciarle implorando su favor o expresándole gratitud (Génesis 4:4; Éxodo 35:29; Salmos 96:8; Ezequiel 44:30).
Las riquezas de este mundo para nada sirven y para nada aprovechan; nada tenemos y nada nos llevaremos (Lucas 12:32). Por este motivo, empezamos a dar de lo que recibimos, lo económico, aunque nos cueste trabajo. Aunque es cierto que cuando más tenemos, más nos cuesta dar (Mateo 6:24). Sin embargo, lo que tenemos no es nuestro, por eso en Proverbios nos dice que todo es vanidad.
Si nos ponemos a pensar detenidamente, Dios no necesita nada de ti, ni de mí, ni de nadie. Pero Dios nos exige que de lo que Él nos da, le demos, pero no porque Él lo necesite, sino para darnos bendiciones, responsabilidad y la educación correspondiente para que así le tengamos el respeto debido a Él, para que de esta forma podamos ser hombres y mujeres de bien, hombres y mujeres justos, hombres y mujeres de Dios.
Otra forma de dar a Dios lo de Dios es siendo hombres y mujeres que tengan el mandamiento fundamental: amar a Dios sobre todas las cosas (Mateo 22:37) y amar a nuestro prójimo (Efesios 5:2; Hebreos 10:10). Eso es otra forma de dar a Dios lo que es de Dios; seamos sinceros y demos de lo que recibimos.
Si estamos dando a los hombres que no se merecen nada y, sin embargo, pusieron sus leyes y nos obligaron a pagar impuestos en el tiempo antiguo (tributos), como se nos muestra en la Palabra antes leída en Mateo 22:17-22; Marcos 12:13-17 y en Lucas 20:21-25.
Sin embargo, a los hombres damos sin recibir nada, les damos de lo recibido de nuestro trabajo. Y poniéndonos a pensar, nos hacemos estas preguntas:
La respuesta, hermanos, es clara y concisa: Dios. Ya que Él fue el que nos dio el aliento con su boca (Génesis 2:7), nos dio la vida. Porque si nuestro Dios no hubiera querido, no tendríamos nada, ni la vida, porque no nos hubiera creado. Hay que tener en cuenta que Él es el creador y poseedor de todo lo que existe.
Otra forma de dar a Dios es teniendo piedad y contentamiento (1ª Timoteo 6:3-10).
Otra forma de dar a Dios es glorificar a Dios con nuestros cuerpos, ofrecernos a nosotros mismos (1ª Corintios 6:13-14). Ofrecer tu vida y ponerla en sus manos, ya que Él es el que nos guía en el camino que conduce hacia la vida eterna, que es en Cristo Jesús, y así poder estar en su presencia.
Otra forma de dar a Dios lo de Dios es en la oración. Nuestro Señor Jesucristo, en una de sus parábolas, nos enseña (Lucas 18:10-14).
También para que otros que conocemos y que tienen cargas espirituales fuertes, o una circunstancia difícil, sean llenados de bendición, liberación, por amor a estos.
El ministerio pasa porque nos ofrezcamos, que seamos la ofrenda y que llevemos las cargas de los demás y que le ayudemos a Cristo en esas cargas, que cada día compartamos la carga de vida de Dios en la tierra, en un sistema hostil, donde somos extraños, porque no somos de este mundo.
Llevar el yugo junto a Cristo. ¿Eres tú la ofrenda hoy, por tu hermano?
La otra forma de dar a Dios lo que es de Dios es mediante la evangelización. Llevando la palabra de Dios a nuestros semejantes y dándoles lo que un día otros nos dieron a nosotros y dándole almas a nuestro Señor (Marcos 16:15; Lucas 9:2; 1ª Corintios 1:17; 2ª Corintios 4:1-8).
Otra forma de dar a Dios lo de Dios es en la familia y en otras muchas formas, pero en conclusión, todo lo que hemos expuesto en este estudio lo baso en la Palabra (1ª de Crónicas 29:11-17).
Hermano, yo te animo a que empieces a disfrutar y a gozarte de dar a Dios lo que es de Dios, no solamente dinero, sino también de todo lo que Él nos proporciona espiritualmente, como hemos expuesto.
Empieza ya, si todavía no has empezado; hoy es el día. Gózate, alégrate y regocíjate.
Dios os bendiga mucho y os guarde.