Portada » Medicina y Salud » Cuidados Postparto: Del Hospital al Hogar
El útero, uno de los primeros órganos en involucionar, se contrae rápidamente mediante un proceso de autolisis, expulsando entuertos. Involuciona aproximadamente un dedo por día. La capa endometrial se compone de exudados uterovaginales formados por células deciduales, escamas del endometrio y del cérvix.
La vagina recupera sus rugosidades y la mucosa vaginal, aunque edematosa con posibilidad de sangrado, recupera su elasticidad entre la sexta y octava semana, especialmente en mujeres que amamantan. Los ligamentos y músculos pélvicos recuperan su posición entre las cuatro y seis semanas, dependiendo de la condición muscular previa al embarazo.
Las mamas se vuelven más firmes, sensibles y dolorosas al tacto, aumentan de peso e inician la producción de calostro. La prolactina, hormona lactógena, interviene en el proceso de lactancia, junto con la succión y el vaciamiento de las mamas.
El volumen sanguíneo, elevado en un 35% durante el embarazo, se reduce gradualmente a niveles normales. Durante el parto se pierden entre 300 y 400 ml de sangre. Las dos primeras semanas del puerperio representan un riesgo de insuficiencia cardíaca. Los niveles de estrógenos, progesterona y prolactina disminuyen. Si la madre amamanta, la prolactina se eleva, pudiendo recuperar la producción de estrógenos a cifras similares a las del embarazo, lo que puede resultar en ovulación.
La primera micción espontánea suele ocurrir dentro de las cinco horas posteriores al parto, pudiendo ocasionar una disminución del tono vesical, reduciendo el deseo de miccionar y aumentando la capacidad vesical. El tono muscular y la motilidad intestinal se restablecen en una semana, a medida que aumenta el apetito y la ingesta de líquidos. La poca ingesta de líquidos durante el trabajo de parto puede favorecer el estreñimiento.
Es frecuente la bradicardia, que puede prolongarse por 24 horas. La temperatura corporal debe mantenerse entre 36.6°C y 37°C, sin sobrepasar los 38°C. A las 24 horas puede presentarse un cuadro febril debido a la bajada de la leche.
Se deben realizar a las seis semanas después del parto, incluyendo signos vitales, examen de orina, mamas y pélvico.
La depresión postparto es una depresión de moderada a intensa que puede presentarse poco después del parto o hasta un año más tarde. Algunos factores predisponentes son: edad menor de 20 años, cambios laborales, menor disponibilidad de tiempo, incertidumbre sobre el rol materno, consumo de alcohol o alucinógenos, tabaquismo, embarazo no planeado, antecedentes de depresión, duelo reciente, problemas económicos y falta de apoyo familiar o de la pareja.
La depresión puerperal suele durar dos semanas, caracterizada por ansiedad, tristeza y llanto espontáneo sin causa aparente. Generalmente desaparece espontáneamente sin tratamiento.
Las contracciones uterinas postparto ayudan a prevenir la hemorragia. Durante las primeras 24-48 horas postparto, se deben tomar los signos vitales, vigilar el sangrado y la involución uterina, realizar masajes uterinos suaves, aplicar frío, cuantificar y caracterizar el sangrado, valorar el estado del útero y la vejiga, controlar la presión arterial y el pulso cada 15 minutos (luego cada hora), observar las características de la herida, promover la movilización y deambulación precoz, ofrecer baño de regadera y vigilar las mamas. Es importante considerar los medicamentos contraindicados durante la lactancia.
El alojamiento conjunto, la colocación del recién nacido y su madre en la misma habitación, favorece el contacto precoz y permanente, con grandes beneficios para ambos. Es un derecho de la madre y el bebé.
La pérdida sanguínea normal en las primeras 24 horas es de 300 a 400 ml en parto vaginal y hasta 1000 ml en cesárea. Una pérdida superior a estas cantidades se considera hemorragia. Se clasifica en hemorragia postparto temprana (dentro de las 24 horas) y hemorragia postparto tardía (entre 24 horas y seis semanas después del parto).
Infección del revestimiento uterino, donde se encontraba la placenta. El primer síntoma suele ser fiebre (38°C).
Infección de las mamas, generalmente dos o tres semanas después del parto.
Infección e inflamación de la vejiga, principalmente por Escherichia coli.
Inflamación de una vena debido a una trombosis.