La técnica del relato simula una descripción periodística, una crónica, como bien indica su título. Aparece después de años de dedicación del autor al periodismo. García Márquez afirmó que esta obra es una perfecta uníón entre periodismo y literatura.
Esta no se ajusta a las normas exigidas para la crónica periodística, porque a pesar de la actividad investigadora y actitud objetiva del autor, las continuas referencia temporales, la falta de sorpresa con respecto al desenlace y a que se parte de una base real del suceso, con acontecimientos realmente ocurridos en Sucre y con la participación de
personas conocidas por el autor, está claro que no se trata meramente de una crónica periodística, sino que hay una elaboración literaria muy cuidada.
Esta se manifiesta en la estructura, que difiere totalmente de la de una crónica, ya que no narra la historia de manera ordenada, sino que recurre a avances y retrocesos, superposiciones y recurrencias y diferentes perspectivas sobre un mismo hecho o personaje; en el estilo, puesto que por una parte, la obra ofrece un estilo sobrio y directo, y por otra parte, vemos el estilo propio del Realismo mágico, con el que a veces los hechos se mitifican, se hacen maravillosos y se expresan mediante un lenguaje de metáforas, hipérboles y otros recursos literarios; y por último, aunque la obra parte de un hecho real, el autor ha conseguido acercarla al ámbito de la tragedia, donde el asesinato parece un sacrificio ritual y el patetismo se acentúa por la inocencia de la víctima, la contribución involuntaria de la madre en la muerte de su hijo y el fatalismo. Cabe destacar también la presencia del coro propio de la tragedia, que se muestra en los habitantes del pueblo que toman posiciones para presenciar el crimen.
Nada más aparecer la novela, García Márquez dio una entrevista al periódico El País y publicó un artículo en dos partes titulado El cuento del cuento, en el que explica las circunstancias de la elaboración de la novela. Por lo general, los críticos no han creído sus explicaciones, ya que según este, un amigo suyo le dio la solución a la novela al contarle que Bayardo San ROMán y Ángela Vicario estaban viviendo juntos en Manaure.
La obra está cargada de perspectivismo, lo cual se refleja, entre otras cosas, en la utilización de un narrador personaje secundario en primera persona. Un amigo del protagonista que vuelve al pueblo con la intención de investigar y aclarar los hechos ocurridos años atrás, en los que él también participó. Este narrador personaje secundario no se hace muy evidente en la novela y por ello el lector tiene la impresión de encontrarse con un narrador omnisciente hasta que se percibe esporádicamente referencias del narrador en primera persona. Este, en su afán de reconstruir el pasado con exactitud y objetividad, recurre a diversas fuentes, como el sumario, el informe de la autopsia, las cartas de su madre, sus recuerdos, y sobre todo las manifestaciones del gran número de testigos.
Estos elementos se formalizan en el texto de diferentes maneras: cuando el narrador se sirve de lo que sabe o recuerda la historia utiliza la tercera persona y adopta un enfoque omnisciente; cuando aparece como personaje de la historia utiliza la forma autobiográfica a través de la primera persona; cuando aparecen los testimonios de los testigos se utilizan simples frases, restos de la supuesta conversación del cronista con ellos; y por último, en otros casos, el narrador se limita a transmitir el documento informativo.
Esta pluralidad de perspectivas se ejerce, por ejemplo: en los hechos y
comportamientos, como la deshonra de Ángela Vicario, que aunque afirme que Santiago Nasar fue el causante de la misma, ni el narrador, ni los amigos, ni el juez, creían dicha declaración; la actitud de Nasar ante la amenaza de los Vicario, que se mueve entre el pánico, cinismo y una carácterística racial; la valoración de otros personajes, como Bayardo
San ROMán, del que diferentes vecinos del pueblo dicen que es un hombre raro, atractivo, serio, triste y aparentemente maricón; datos sobre el tiempo, ya que según algunos vecinos y Santiago hacía un día hermoso y radiante, y según otros, hacía un tiempo fúnebre; y por último, la interpretación del peso de la masa encefálica del cadáver, que para el cura era una señal de inteligencia superior, aunque finalmente señaló una hipertrofia del hígado debido a una hepatitis mal curada, y el doctor simplemente decía que la gente del trópico tenía el hígado más grande. A pesar de todo, el punto de vista dominante es el del narrador.