Portada » Historia » Crisis del Antiguo Régimen y Guerra de Independencia en España
La Revolución Francesa (1789) trastocó el viejo orden e inició un proceso que en poco más de 40 años derrumbó el Antiguo Régimen en la Europa Occidental, abriendo paso al liberalismo político, a la expansión del capitalismo y a la consolidación de la sociedad de clases. Las ideas revolucionarias de Francia fueron extendidas en Europa por los ejércitos de Napoleón desde 1799. España fue también invadida por los ejércitos napoleónicos. La ocupación francesa daría lugar a un levantamiento del pueblo español, levantamiento que, sin embargo, estuvo influido por muchas de las ideas de libertad originadas en Francia, incluida la Constitución española de 1812.
El siglo XVIII fue el siglo del nacimiento de un nuevo movimiento cultural conocido como Ilustración. Los ilustrados criticaron las características de la época en la que vivían (el Antiguo Régimen era un modelo basado en la sociedad estamental, el absolutismo monárquico y el régimen feudal). El estallido de la Revolución Francesa en 1789 supuso el inicio de la lucha entre liberalismo y conservadurismo. La derrota de Napoleón por las potencias absolutistas europeas (1815) significó la vuelta al viejo orden y al absolutismo monárquico, pero los vientos de libertad ya no podrían ser definitivamente amordazados y, entre 1815 y 1833, toda Europa, incluida España, se debatía en una lucha entre absolutismo y liberalismo.
Carlos IV accedió al trono español en 1788, e inmediatamente se vio desbordado por la compleja situación creada por la Revolución Francesa (1789). Muchos ministros ilustrados fueron apartados de sus puestos y se intentó aislar cualquier idea proveniente de Francia. El protagonismo de las clases populares en la Revolución Francesa, el carácter radical de muchas de sus reformas y, especialmente, la muerte en la guillotina en 1793 del rey Luis XVI condujeron a España a declarar la guerra a Francia junto con otras monarquías europeas (1793-1795). Dicho enfrentamiento se saldó con la derrota española y un cambio de orientación en la política exterior española.
Manuel Godoy, nuevo primer ministro, intentaría llegar a un acuerdo con la Francia de Napoleón. Desde el principio Godoy se encontró con la oposición de todos los grupos: iglesia, nobleza, ilustrados (que se vieron sustituidos en el favor del Rey) y, sobre todo, por el príncipe heredero Fernando, que veía en él a un posible competidor en el favor de su propio padre. Godoy inició una serie de reformas interiores de carácter ilustrado (desamortizaciones, merma del poder de la Inquisición, etc.), mientras que en política exterior siguió un camino de alianzas sucesivas con Francia. España se convirtió en aliada de Francia, y se enfrentó a Inglaterra, perdiendo en la batalla de Trafalgar (1805) casi toda su flota. En 1807 Napoleón obtenía el consentimiento de Carlos IV para que sus ejércitos atravesasen España para atacar Portugal, aliada de Inglaterra, a cambio de un futuro reparto de Portugal entre Francia y España (Tratado de Fontainebleau).
En 1808 estallaba un motín en Aranjuez donde se encontraban los reyes. El motín fue dirigido por la nobleza palaciega y el clero y perseguía la destitución de Godoy y la abdicación de Carlos IV en su hijo Fernando, alrededor del que se habían unido todos quienes querían acabar con Godoy.
Los amotinados consiguieron sus objetivos. Carlos IV escribió a Napoleón haciéndole saber los acontecimientos y reclamando su ayuda para recuperar el trono que le había arrebatado su propio hijo Fernando VII. Napoleón se reafirmó en su impresión de debilidad, corrupción e incapacidad de la monarquía española y se decidió definitivamente a invadir España, ocupar el trono y anexionar España al Imperio. Carlos IV y Fernando VII fueron llamados por Napoleón a Bayona (Francia), adonde, sin mayor oposición, abdicaron ambos en la persona de Napoleón Bonaparte, el cual nombró a su hermano José, rey de España. Con escaso apoyo, José Bonaparte intentaría una experiencia reformista que pretendía acabar con el Antiguo Régimen.
Mientras se desarrollaban los hechos en Bayona, en España se inició un alzamiento popular contra la presencia francesa. El 2 de mayo, ante las confusas noticias de que Fernando VII había sido secuestrado por Napoleón, el pueblo de Madrid se alzó contra la presencia francesa. Aunque fue duramente reprimido por las tropas del general francés Murat, su ejemplo cundió por todo el país y la población se levantó rápidamente por toda España. En toda España la población reclamaba la defensa contra la invasión francesa y surgieron Juntas de Armamento y Defensa. Las Juntas fueron primero locales y expresaban la forma de organización del movimiento insurreccional, pasando a organizarse después una Junta de Defensa Central que coordinase la acción contra los franceses.
Desde el punto de vista bélico, el ejército tradicional español era incapaz de oponerse al avance de las fuerzas francesas, siendo la guerrilla y los sitios la forma de impedir el dominio francés sobre el territorio español. Los sitios consistían en la resistencia de las ciudades españolas al avance francés de todas las maneras con tal de no dejar avanzar al ejército invasor y, de esta forma, desgastar a las tropas napoleónicas. La guerrilla fue la forma espontánea de resistencia armada. Grupos de campesinos, burgueses, sacerdotes o gente de cualquier otra ocupación se organizaban y boicoteaban a los franceses.
La invasión francesa obligó a la toma de postura por parte de la población española. Una pequeña parte, a los que se conoció como afrancesados, aceptaron al nuevo monarca José Bonaparte. El resto de la población formó lo que se conoce como el frente patriótico. Ahora bien, dentro de este bando encontramos posiciones muy diferentes. Nobleza y clero luchaban por la vuelta al Antiguo Régimen. Los ilustrados y los sectores liberales deseaban que la victoria frente a Napoleón permitiese una serie de reformas. Por último, gran parte de la población, al margen de posiciones ideológicas claras, afrontó la guerra como un movimiento de defensa contra un invasor extranjero, solicitando la vuelta a España de Fernando VII.