Portada » Latín » Crisis de la República Romana: Reformas de Mario, Guerra Social y Dictadura de Sila
Gayo Mario, un homo novus sin antepasados ilustres, hizo carrera militar en el ejército. Fue tribuno de la Plebe en el 120 a.C. y pretor. Se casó con Julia, familiar de César, en el año 110 a.C. Volvió al servicio militar como legado de Cecilio Metelo a los 50 años. En el 101 a.C., le encargaron dirigir las tropas contra las invasiones germánicas.
A fines del siglo II a.C., los romanos sufrieron importantes derrotas a manos de las tribus germanas de cimbrios y teutones en la Galia.
En este contexto, surge la figura de Cayo Mario, un homo novus que ascendió a la primera línea política gracias a la popularidad de sus éxitos.
Elegido cónsul en varias ocasiones desde el 108 a.C., Mario dirigió las victorias de Roma contra el rey númida Yugurta y contra los germanos.
Sus victorias fueron conseguidas por un ejército transformado en una fuerza eficiente y disciplinada.
Esto tuvo importantísimas consecuencias en la sociedad y la política republicanas:
Otro aspecto destacado de este periodo es el conflicto de Roma con sus aliados itálicos. Estos estaban cada vez más insatisfechos con su posición, aportando contingentes militares para las conquistas de Roma, pero sin participar de los beneficios de la expansión. En el año 91 a.C., Marco Livio Druso propone una renovación agraria al Senado. Su asesinato genera una sublevación de una buena parte de la sociedad itálica, creando una república itálica paralela con capital en Corfinio. En el 90 a.C., esta tensión desembocó en un conflicto militar entre Roma y los aliados, conocido como Guerra Social. Los romanos consiguieron la victoria militar, pero reconocieron su derrota política, pues se inició la concesión de la ciudadanía romana a estas comunidades.
Poco después, en el 89 a.C., estalló en Asia una revuelta antiromana iniciada por el rey Mitríades VI del Ponto, que alimentaba hábilmente los sentimientos antiromanos en Oriente. Las «Vísperas de Éfeso» fueron una sublevación que se extendió por toda la provincia, con miles de muertes de romanos a manos de los griegos. Roma pierde el control de la provincia de Asia y se ve forzada a intervenir. Ese mismo año, Sila asciende a Cónsul y es enviado a la batalla contra la sublevación de Asia. La tarea de conducir un ejército romano contra Mitríades le fue encomendada al cónsul Lucio Cornelio Sila. Pero Mario, deseoso de dirigir él mismo las operaciones, trató de obtener el mando con la ayuda de los tribunos de la plebe. Sila reaccionó marchando sobre Roma con el ejército destinado a la guerra y tomando la ciudad. Tras esto, accede al control Lucio Cornelio Cina, quien será cónsul entre el 87 y el 84. Cina era un patricio.
En Oriente, Sila expulsó a Mitríades de la provincia de Asia. Tras saquear la zona, regresó a Italia, donde se enfrentó a los partidarios de Mario en la primera de las guerras civiles de la historia de Roma. Instalado en Roma desde el 82 a.C. como vencedor, Sila se hizo nombrar dictador y llevó a cabo una dura purga entre sus oponentes, con ejecuciones sumarias y confiscación de bienes. Fueron asesinados miles de ciudadanos, entre ellos muchos senadores y, sobre todo, caballeros, en una orgía de violencia que dejó profundas heridas en la sociedad romana. Introdujo una serie de leyes con las que pretendía anular la capacidad de acción de los populares. Minó el poder del tribunado de la plebe, limitando sus poderes de veto y legislación, reformó y actualizó el cursus honorum y amplió hasta 600 el número de senadores. Finalmente, abolió el subsidio estatal de raciones de grano. Acabado su mandato, se retiró a la vida privada y murió a principios del 78 a.C.