Portada » Religión » Creencias, Historia y Sacramentos del Cristianismo: Una Mirada Profunda
Un judío monoteísta creía en la existencia de un único Dios -Yahvé-, vivo, personal, santo e inaccesible, pero también cercano a sus criaturas y providente. Israel era el pueblo de Dios, porque el Señor había hecho una alianza con él, después de liberarlo de la esclavitud de Egipto. Además, afirmaba que el Dios de Israel había revelado su voluntad a su pueblo en la Ley, la cual constituía el vínculo que unía a los judíos entre sí.
Los fariseos (término que podría significar «los separados») constituían una secta religiosa rígida, que probablemente comenzó a principios del siglo II a.C. Eran, por lo general, judíos corrientes -no sacerdotes- que se atenían estrictamente a la ley judía.
El grupo de los saduceos era menor que el de los fariseos, pero tenía más influencia. Los saduceos pertenecían a la clase alta del país, aristocracia sacerdotal y grandes propietarios. La mayoría de los saduceos eran miembros de las familias sacerdotales. Apoyaban a los sumos sacerdotes-reyes asmoneos y, más tarde, a los gobernadores romanos. Políticamente, colaboraban con el poder romano intentando mantener el orden establecido. Religiosamente, eran muy conservadores: se atenían a la ley antigua.
Un milagro se define por las siguientes características:
La Iglesia es Una, es decir, Jesucristo fundó una única Iglesia.
La Iglesia es Santa: esta nota o propiedad es la más difícil de percibir porque vemos santos en la Iglesia, pero también vemos pecadores dentro de ella. Sin embargo, la Iglesia es Santa porque su fundador, Jesucristo, es Santo. Y, aunque muchos de sus miembros sean pecadores, posee los medios (Sacramentos, Oración…) para que los cristianos puedan alcanzar la Santidad.
La Iglesia es Católica: el término Católico significa Universal. Con esta nota se indica que la Iglesia debe extenderse por la amplia geografía del mundo (primera acepción). Pero indica también la capacidad que tiene la Iglesia verdadera de asumir la cultura de todos los tiempos y civilizaciones; a esta Catolicidad se le llama Universalidad Intrínseca (segunda acepción).
La Iglesia es Apostólica: esta nota es tan importante que es el fundamento de las tres anteriores. La Apostolicidad hace referencia a tres ámbitos:
El sanedrín era la institución más importante en el mundo judío. Era una especie de parlamento con poder legislativo, judicial y ejecutivo, sólo limitado en sus funciones por los ocupantes romanos, pero con influencia en todos los judíos dispersos por el mundo.
Los escribas no eran una secta o partido político. En su mayoría eran laicos. Eran los expertos en la ley, y se los llamaba también letrados o maestros («rabbís»). Interpretaban la ley y la aplicaban a la vida de cada día.
Los únicos que pueden decir lo que realmente ocurrió son los testigos presenciales de los hechos. De los cuatro evangelistas, Mateo y Juan estuvieron conviviendo con Jesús durante sus tres años de predicación. Los otros dos, Marcos y Lucas, pusieron por escrito lo que oyeron predicar a Pedro y Pablo. Son veraces porque todo lo que leemos en los Evangelios está escrito por testigos directos o indirectos que no escriben después de muchos años, cuando la memoria podría deformar los hechos, sino pocos años después de haberlo escuchado y de haberlo predicado innumerables veces desde el día de Pentecostés. Los cuatro son testigos de un mismo hecho, pero lo relatan de modos diferentes.
Los primeros testimonios acerca de la resurrección de Jesús están incluidos, junto con el testimonio acerca de su muerte, en las confesiones primitivas de fe. Los escritos neotestamentarios fundamentan la fe en la resurrección de Jesús en dos tipos de experiencia que se han transmitido en tradiciones independientes: las apariciones del Resucitado a sus discípulos y el hallazgo del sepulcro vacío. La mención de las apariciones aparece por primera vez en las cartas de Pablo, donde no se menciona el sepulcro vacío. Las tradiciones acerca del sepulcro vacío sólo se encuentran en los evangelios, donde también encontramos relatos de apariciones. Se apareció a los apóstoles, a María Magdalena y a los discípulos.
Las fiestas judías son cinco: Pascua, Pentecostés, las Tiendas, Año Nuevo y el Gran Día de la Expiación.
Las obras de Jesús son sus milagros, con ellas también anuncia el reino. Por lo tanto, llama e invita a la conversación, a dejarse guiar por Dios como padre y a amar a todos los hombres como hermanos. Las obras de Jesús, sus milagros, dicen también algo sobre el reino, dicen que cuando Dios reina sobre los hombres, cuando éstos lo reconocen como el centro de sus vidas, desaparece el mal, el dolor, el sufrimiento y la muerte. Pero no únicamente en lo que se refiere al cuerpo y a este mundo. Con los milagros, Jesús está diciendo que el hombre es amado y salvado por algo del otro mundo, aunque tendrá también una fase de plenitud al final de los tiempos. Jesús hace milagros para anunciar con obras el reino de Dios. Los milagros son siempre acciones a favor de los hombres, pero en especial de los más necesitados, de los marginados, de toda esa gente que en Israel estaba excluida de la sociedad por razones religiosas. Jesús los salva, pero no solucionando problemas concretos, sino capacitando para vivir y buscar por ellos mismos soluciones. El leproso era el marginado por excelencia. Jesús extendió la mano ante un leproso, el cual le dijo «quiero quedar limpio» y quedó limpio de lepra, eso sí, presentándose al sacerdote y ofreciendo el donativo que mandó Moisés.
El cumplimiento de la ley, dada por Dios a Moisés, era el criterio fundamental por el que debía guiarse cualquier israelita piadoso; su observancia era el único camino para conseguir la salvación. Con el paso del tiempo, se vio la necesidad de aplicar dicha ley a las circunstancias más diversas. Con este deseo, y en nombre de la tradición, fueron estableciéndose la vida del pueblo. Los fariseos y los esenios eran los más acérrimos defensores de su observancia al pie de la letra.
Jesús da a la ley su verdadero sentido. La ley manifiesta, si así se puede hablar, el pensamiento de Dios, su voluntad. Su cumplimiento no puede generar temor ni condena; al contrario, cumplir la ley es el camino para vivir el amor y el perdón. Ahora bien, no todo tiene la misma importancia: lo interno es más importante que lo externo, la misericordia y la justicia son más importantes que las leyes rituales, el amor no puede estar condicionado por precepto alguno. Además, el cumplimiento de la ley no es el medio para conseguir el favor de Dios; es una consecuencia, un compromiso adquirido por quien reconoce que el amor de Dios es gratuito y que la salvación del hombre es obra de Dios, no de la ley.
La resurrección de Jesús crea una nueva humanidad. Recompone definitivamente la amistad entre Dios y los hombres, y abre para éstos la fuente de la vida divina. Jesús resucitado arrastra en su triunfo a todos los hombres porque tiene el poder de transformarlos a su imagen, liberándolos de la esclavitud del pecado y de sus consecuencias. La resurrección de Jesús es el cumplimiento de la esperanza humana de inmortalidad. El hombre nunca se ha acostumbrado a morir, siempre ha soñado con vivir para siempre. Pero la dura experiencia de la vida le ha amargado siempre con la perspectiva del sufrimiento inevitable y de la muerte. La resurrección de Jesús nos da una nueva luz y una nueva energía para soportar las dificultades de la vida. En ella hemos aprendido que Dios no es alguien que se conforme con las injusticias, como la de matar al mejor hombre que ha pisado nuestra tierra. La resurrección de Jesús hace posible nuestro encuentro con él. Jesús es el viviente que, estando ya junto al Padre para interceder por nosotros, se hace presente en nuestra vida para acompañarnos en nuestro caminar. La resurrección de Jesús crea la iglesia. Los discípulos se dispersaron en el momento de la pasión y de la muerte. La resurrección de Jesús nos envía como testigos a todo el mundo. En las apariciones, Jesús encargó a sus discípulos la misión definitiva. La resurrección de Jesús es experiencia de misericordia y de perdón. Jesús perdona la traición de Pedro y el abandono de los demás discípulos. Pero además, les encarga el ministerio del perdón. La resurrección de Jesús es un acontecimiento de verdadera promoción de la mujer. Los sentimientos profundos de fidelidad y de piedad de las discípulas de Jesús les dieron el coraje de acompañarlo hasta la cruz y de ser las primeras en acercarse al sepulcro.
Jesús está presente ahora en:
El día de Pentecostés, los apóstoles fueron confirmados y fortalecidos en la fe al recibir una especial fuerza. Ese día recibieron los efectos propios de la confirmación, y a partir de entonces, los apóstoles comenzaron a bautizar y a administrar después el sacramento de la confirmación. Los efectos de la confirmación son los siguientes:
La sagrada comunión es recibir al mismo Jesucristo bajo las especies o apariencias de pan y vino. Sus efectos son:
Sí, Jesús existió realmente, ya que su historia se puede localizar y datar. Los documentos que nos hablan de Jesús se pueden reducir en tres fuentes:
Son ocho y constituyen el ideal de la vida cristiana: