Portada » Historia » Convivencia y Arte Medieval en la Península Ibérica: Crisis y Expansión
Durante ocho siglos, la Península Ibérica fue escenario de la convivencia entre cristianos, judíos y musulmanes. Aunque las relaciones no siempre fueron pacíficas, esta coexistencia otorgó al panorama cultural de la época un carácter plural. La presencia de mudéjares en territorios cristianos y de mozárabes en los musulmanes, así como de judíos en ambos, propició el intercambio de conocimientos.
En los territorios cristianos, la Iglesia asumió el papel de preservar y transmitir la cultura, especialmente en los monasterios como el de Santo Domingo de Silos, destacando su biblioteca y scriptorium.
A partir del siglo XII, surgieron las escuelas catedralicias, donde se enseñaba el trivium (gramática, retórica y dialéctica) y el quadrivium (aritmética, geometría, música y astronomía). Sobresalieron las de Zaragoza, Toledo, Palencia, Barcelona y Huesca, siendo la de Santiago de Compostela la más notable.
Con el resurgir urbano a principios del siglo XIII, emergieron el Gótico y las primeras universidades. La Universidad de Palencia (1208) fue la pionera en España, aunque la de Salamanca (1250) alcanzaría mayor renombre. Los centros de traducción del árabe en Toledo actuaron como puente cultural entre el mundo islámico y la cristiandad. Bajo el mecenazgo de Alfonso X el Sabio, cristianos, árabes y judíos tradujeron obras árabes al latín, difundiendo en Occidente gran parte del conocimiento perdido de la antigüedad griega y la ciencia islámica.
El arte cristiano medieval peninsular es eminentemente religioso. Tanto los edificios (monasterios o catedrales) como la escultura y pintura, subordinadas a la arquitectura, tenían una clara finalidad didáctica: mostrar la gloria de Dios y transmitir su doctrina.
Arte promovido por la monarquía asturiana. Ejemplos principales en Oviedo: Santa María del Naranco y San Miguel de Lillo.
Representativo de la población cristiana que huyó del territorio musulmán. Incorpora elementos del arte árabe, como el arco de herradura y el alfiz. Destaca la iglesia de San Miguel de la Escalada (León).
Coincide con la expansión de las ciudades, el desarrollo universitario y el crecimiento del comercio.
Construcción de edificios cristianos, especialmente iglesias, con características artísticas musulmanas.
El reino de Castilla era una monarquía unitaria, hereditaria y patrimonial, con frecuentes enfrentamientos entre la nobleza y las pretensiones monárquicas. Durante los siglos XIII y XIV, se consolidó la autoridad del rey, impulsada por la recuperación del Derecho Romano. Se fusionaron las Cortes de Castilla y León, con la Corte extraordinaria (asamblea de los tres estamentos) limitando su poder al voto de subsidios extraordinarios. Se creó la Audiencia como órgano supremo de justicia, la Contaduría (hacienda) y el Condestable para dirigir el ejército. El Consejo Real asesoraba al rey en sus decisiones.
La Corona de Aragón se estructuraba como una federación de Estados: Aragón, Valencia, Mallorca y el Principado de Cataluña, con un monarca común. Existían Cortes independientes en cada territorio y surgieron las diputaciones (Cataluña, Aragón y Valencia). En Aragón, el Justicia de Aragón defendía los fueros del reino. La autoridad real estaba representada por virreyes. Los municipios cayeron bajo el control de oligarquías urbanas, destacando el Consejo de Ciento en Barcelona.
Las actividades agrarias y ganaderas utilizaban técnicas primitivas y dependían del clima. La Pequeña Era Glacial, entre finales del siglo XIII y principios del XIV, provocó pérdidas de cosechas en Castilla y Aragón, generando hambruna y desnutrición. La epidemia de peste se difundió, afectando más al litoral y las ciudades. Hubo movimientos de población y despoblamiento, reduciendo la producción y agravando la crisis.
La crisis afectó a todos los estratos sociales, disminuyendo las rentas señoriales. La reacción de los señores fue aumentar la presión sobre los campesinos y la monarquía, generando conflictos sociales como las guerras hermandiñas en Galicia y los enfrentamientos entre la Biga y la Busca en Barcelona (1462-1472). Las minorías también sufrieron presiones.
El fortalecimiento de las monarquías chocó con las pretensiones de la nobleza. En Castilla, las guerras civiles surgieron por el intento de consolidar el poder real, enfrentando a la nobleza y el clero. La guerra entre Pedro I y Enrique II (1369) llevó al trono a la dinastía Trastámara, que también reinaría en Aragón tras el Compromiso de Caspe (1412). Esta crisis permitió liquidar la sociedad feudal y sentar las bases de la Edad Moderna.
Desde finales del siglo XIII, la Corona de Aragón se expandió por el Mediterráneo, compitiendo con Francia, Génova y Venecia. Incorporó Sicilia, Cerdeña y el reino de Nápoles, y temporalmente los ducados griegos de Atenas y Neopatria, conquistados por los almogávares. La expansión fue apoyada por la monarquía, la nobleza y la burguesía, impulsando el comercio internacional, especialmente en Barcelona. Se exportaba hierro y tejidos, y se importaban cereales, pieles y especias. El comercio catalán alcanzó su máximo esplendor en el siglo XIV, pero la crisis bajomedieval y la caída de Constantinopla (1453) provocaron su decadencia, coincidiendo con el auge de las rutas atlánticas.
A principios del siglo XV, la ruta a las Indias por el Mediterráneo oriental estaba controlada por los turcos. Castilla y Portugal buscaron rutas alternativas circunnavegando África, impulsados por avances científicos y técnicos. Castilla comenzó su expansión con la ocupación de las Islas Canarias, conquistadas por mercenarios normandos bajo Jean de Bethencourt. La rivalidad con Portugal se resolvió con el Tratado de Alcaçovas (1479). Gran Canaria fue conquistada en 1483 y Tenerife en 1496.
Portugal lideró las navegaciones por la costa atlántica de África, con el apoyo de los reyes y la Escuela de Navegación de Sagres, dirigida por el príncipe Enrique el Navegante. Conquistaron Ceuta (1405), Madeira y Azores, llegaron al golfo de Guinea (1460) y Bartolomé Dias alcanzó el cabo de Buena Esperanza (1488).