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“La libertad guiando al pueblo” Autor:
Eugène Delacroix
Siglo XIX, 1830 Estilo artístico:
Romanticismo Contexto histórico:
La revuelta se inició el 27 de Julio como protesta contra una serie de ordenanzas que restringían libertades ciudadanas. En esa noche jóvenes republicanos se pusieron al frente de la insurrección y ya de día se elevaron barricadas. El día 29 los revolucionarios eran dueños de la ciudad. La revuelta rebasó las fronteras de Francia y dio lugar a levantamientos similares, de lucha contra los monarcas reaccionarios o de liberación nacional (como los belgas sublevados contra los holandeses), en varios países europeos.
Se ve una estructura piramidal con los muertos por la Libertad en la base y ésta en la cima sosteniendo en la mano derecha la bandera tricolor y en la extremidad opuesta un fusil. La ligera pincelada de Delacroix y la fuerza luminosa de sus colores exaltan la vitalidad de sus cuadros. Para aumentar la tensión y el movimiento añadió contrastes mediante colores complementarios junto a la oposición de los claroscuros. El color para Delacroix no solo tenía un valor de representación, sino sobre todo un significado emocional propio, con el que intentaba plasmar sobre el lienzo el sentimiento y la disposición de ánimo de las personas. De fondo se ve el cielo de París tormentoso (otra carácterística ROMántica). Se utilizan colores pálidos con pinceladas sueltas destacando el azul, el rojo y el blanco de la bandera. En el cuadro aparecen jóvenes, adultos, clase obrera, burgueses y soldados defendiendo a la Libertad que, como ya se ha dicho, en este caso se identifica también con Francia y es representada como una mujer empuñando un fusil de la época (rasgo realista) y con el pecho al descubierto, hecho este último que escandalizó a críticos y a parte de la sociedad de la época. Entre los muertos del primer plano (abajo, a la derecha del espectador) aparecen también soldados leales a Carlos X.
La figura de la Libertad (que recuerda a algunos la Venus de Milo y a otros la Victoria alada de Samotracia) porta dos símbolos revolucionarios: el gorro frigio y la bandera tricolor, que el nuevo régimen -a pesar de ser monárquico- adoptó nuevamente. En segundo plano, a la derecha del espectador, encontramos Notre-Dame de París, en una de cuyas torres ondea la bandera revolucionaria, quizás para afirmar el sometimiento de la iglesia, que había sido uno de los apoyos de la restauración borbónica. Junto a la figura alegórica de la Libertad, se dan otros detalles tremendamente realistas como puede ser el pubis desnudo de la persona muerta que hay en primer plano, abajo a la izquierda (obrero de la camisa blanca). La obra está impregnada de movimiento no solo por los gestos dramáticos de los personajes, y por la composición en diagonales, sino porque los del primer plano avanzan sobre la quietud de los muertos que se encuentran en la base de la composición y todas las formas muestran ondulaciones que ponen de manifiesto la admiración del autor por Rubens.
Por otra parte la luz lo refuerza, pues es una luz dramática y compleja, con zonas iluminadas y otras en penumbra, pero cuyo origen no se vislumbra. Las figuras del primer plano aparecen iluminadas por un foco lateral, pero a su vez se recortan a contraluz sobre un fondo encendido, humeante y nuboso.
(Charenton-Saint-Maurice, Francia, 1798-París, 1863) Pintor francés. Aunque nacido en el seno de una familia formada por Charles Delacroix, político de profesión, y Victoire Oeben, que pertenecía a una familia de artesanos y dibujantes, se da prácticamente por seguro que su padre fue Talleyrand, un diplomático amigo de la familia. Se formó en el estudio de Pierre Guérin, pero debe sus rasgos estilísticos a Géricault y Gros, coetáneos a los que admiró, y también a Rubens y los venecianos. Fue también un gran admirador de la pintura inglesa. En 1822 presentó por primera vez una obra en el Salón, La barca de Dante, y en 1824 comparecíó de nuevo en el certamen con La matanza de Quíos, cuadros ambos que fueron adquiridos por el Estado francés, a pesar de la fuerte polémica que provocaron. El pintor se inclina en estas primeras obras por temas que le permiten expresar una gran intensidad emocional, plasmada con colores brillantes y gran libertad expresiva. Son estas creaciones las que lo convierten en la gran figura del Romanticismo francés, estilo del que se consideran obras particularmente significativas La muerte de Sardanápalo y La Libertad guiando al pueblo. En ambas, las figuras dibujan una línea diagonal, que constituye el eje compositivo del cuadro, al estilo de Rubens, creando una intensa sensación de movimiento y vitalidad. Aunque, como era habitual en los ROMánticos, Delacroix criticaba a la pequeña burguésía por su estrechez de miras, él mismo procedía de una familia de la alta burguésía y frecuentaba los salones y los ambientes de las altas esferas burguesas. Por otra parte, así como fue revolucionario en 1830, adoptó una postura contrarrevolucionaria en 1848, en la que comienza a emerger la clase obrera (ese año Marx publica su Manifiesto Comunista). En cualquier caso como ocurríó con David, fue un autor políticamente comprometido .
sucede a la pintura neoclásica de finales del XVIII, con unos nuevos gustos desarrollados por todas las facetas artísticas del Romanticismo como la literatura, la filosofía y la arquitectura. Está hermanada con los movimientos sociales y políticos, que ganaron cuerpo con la Revolución francesa. El término ROMántico, surgido en el Reino Unido en el Siglo XVII para referirse a la novela, fue adaptado a principios del Siglo XIX a las artes plásticas, en contraposición al neoclasicismo imperante. El Romanticismo en la pintura se extiende desde 1770 hasta 1870, prácticamente cien años.